sábado, 12 de junio de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (14)


LA RESOCIALIZACIÓN.- LA DIMENSIÓN DEL TIEMPO EN EL ENVEJECIMIENTO

El proceso del envejecimiento puede analizarse sociológicamente desde dos puntos de vista: el del individuo que lo experimenta; y el de la sociedad en cuyo seno se representa.

Desde el plano individual se habla de resocialización como aquel proceso que reconstruye las relaciones sociales rotas después de unos años de desempeño de determinados roles – padre, marido, o esposa, trabajador - y que obliga a aprender las obligaciones y derechos de las nuevas situaciones de abuelo, viudo, jubilado etc. Lo peligroso para la persona mayor es mantener una postura rígida frente al cambio, defendiendo la estabilidad como mecanismo de seguridad. De ahí la importancia de la educación de las personas mayores como instrumento de resocialización, lo que exige aceptación, acomodación, adaptación e integración


La aceptación, supone reconocer la existencia de los valores de las personas pertenecientes a otro grupo de edad, aunque subjetivamente no los considere como propios; y aceptar conductas sociales, políticas, económicas, familiares, sexuales etc. opuestas a sus valores, aunque en la realidad exista más una pacifica convivencia entre generaciones, que conflictos.

Es conveniente acostumbrarse durante la etapa adulta, en los años activos, a poseer una cierta aptitud y flexibilidad que permita a las personas mayores, en su día, mantener relaciones sociales satisfactorias con el resto de los grupos sociales, para estimular la acomodación.

Una etapa más es la que exige un cambio de conducta, la adaptación, para evitar frustraciones personales. Y sin embargo, es de resaltar que a una gran parte de la población no les interesa los mecanismos preventivos de los problemas sociales de las persona mayores: por ejemplo los cursos de preparación para la jubilación; los grupos de apoyo a los viudos; formación para ocupaciones alternativas al trabajo

La jubilación fuerza a múltiples adaptaciones, al cortar con el mundo económico productivo. La adaptación social de la persona mayor se realiza a través de un proceso de sustitución, reemplazando las actividades perdidas por otras nuevas; y de reducción de actividades. Sin embargo la dificultad de sustitución descansa en dos razones fundamentales: la deficiente información sobre actividades alternativas, y la falta de preparación de la mayor parte de los jubilados para sustituir sus ocupaciones anteriores con una nueva actividad continua. Además las personas mayores disminuyen el número e intensidad de sus ocupaciones con el peligro de reducción de roles sociales, haciendo de su vida una mera supervivencia biológica. La decadencia comienza cuando la vida de la persona mayor carece de significado psicosocial. En cambio, el entusiasmo, la fortaleza, la autorealización, la autoestima y la perspectiva optimista y esperanzada, son elementos de una adaptación satisfactoria.

La resocialización de la persona mayor constituye la integración total en los valores de la sociedad contemporánea. Ello es difícil porque no puede renunciar totalmente a los propios. Es por tanto más constructivo que las personas mayores luchen por incluir sus propios valores en la sociedad a través de la legislación y actividades colectivas, que el tratar de integrarse por su conducta a los valores jóvenes predominantes, como la belleza, fortaleza, innovaciones radicalmente opuestas a los valores potenciales de las personas mayores.

El tiempo histórico o época en la que existe la persona es única e influye de una forma peculiar en la experiencia de los sujetos que la viven. Determinados acontecimientos importantes para personas de la misma edad que los han vivido conjuntamente, en lugar y tiempo, originan las generaciones, al quedar marcados en su experiencia vital de una forma parecida. La conciencia generacional se manifiesta en posturas sociales homogéneas, con reacciones parecidas, denominadas “efecto cohorte”, lo que facilita la previsión de sus actitudes y de su conducta social.

En el conflicto generacional entre jóvenes y personas mayores, se enfrentan actitudes que resultan incompatibles, al ser los valores de grupo contradictorios. Pero el conflicto generacional resulta mas retórico que real, ya que se concentra en aspectos externos, formales – música, ocio... – más que en la esencia de valores que el sujeto joven aun no ha interiorizado, debido a que su trayectoria vital no le ha exigido asumir los status de personas mayores.

Los cambios psicológicos a los que las personas mayores se enfrentan, tiene que ver en primer lugar con la idea de tiempo. El tiempo es una dimensión en la que transcurre nuestra vida, pero durante la juventud el tiempo es algo que no tiene límites, uno se maneja con el “algún día”, pareciera que fuera algo eterno. En el envejecimiento tomamos conciencia del tiempo nuestro que es finito, acotado y tiene fin. La toma de conciencia también tiene que ver con la crisis de identidad. Se hace balance vital, se mira para atrás, se mira para adentro, uno se introspecciona para tratar de reconocerse.

Junto al encuentro del tiempo aparece la vivencia perdida, que marca profundamente el proceso de envejecer. Decimos que pérdida es la vivencia por la cual se siente que ya no se tiene algo significativo, real o no. Un ser querido, un objeto importante, una actividad relevante, un rol (laboral, parenteral), el cuerpo joven, habilidades, disminución de algunas funciones sensoriales, un accidente, una mudanza, la salida del hogar de los hijos etc. Las pérdidas se elaboran a través del proceso de duelo. El duelo es un trabajo psíquico natural, normal que no está exclusivamente vinculado a una perdida por muerte, y que lleva un período para su elaboración. Rabia, desesperación, impotencia, negación, tristeza, son sentimientos que siempre acompañan a este proceso y que lleva un tiempo hasta su resolución

Una crisis de identidad que acontece en mayor o menor medida, produce inquietud, angustia, desconcierto, aparece el aguijón de la soledad, el aburrimiento, la rutina, la temida depresión. Todo, consecuencia del encuentro con las pérdidas y los cambios. De ahí la educación para el envejecimiento, tomando conciencia de que se ésta accediendo a una etapa de la vida en que se registran pérdidas y ganancias; tomar conciencia de nuevos roles a desempeñar, nuevas formas de vida o actitudes frente a la misma y con esto, inserción activa y participativa en la sociedad. Lograr la integración del pasado con el presente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario