domingo, 26 de mayo de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR 140

El uso del alcohol en las personas mayores

 En la vejez hay una tendencia natural a beber menos alcohol, debido a sus efectos secundarios y la interacción con los medicamentos, que habitualmente se toman, por múltiples dolencias. Sin embargo cualquier persona a cualquier edad puede tener problemas con el uso de alcohol.
A Jorge  siempre le gustaron sus traguitos, así que tal vez su familia no noto que su problema con el alcohol estaba empeorando a medida que iba  envejeciendo.  Margarita nunca en su vida había tomado bebidas alcohólicas, pero después que murió su esposo empezó a tomarse un trago todas las noches para poder dormir. Ahora, nadie se da cuenta que ella necesita un par de tragos para poder sobrellevar cada día. Estas historias son comunes. Por ello en el tema que nos ocupa es necesario poner de relieve una serie  de hechos, situaciones, resultados y remedios. Veamos:




1º.- Con el paso del tiempo la misma cantidad de alcohol produce un efecto más fuerte. La manera en que el cuerpo admita el alcohol  cambia con la edad, pudiendo actuar de manera diferente en las personas mayores que en las personas más jóvenes Usted puede tener las mismas costumbres en cuanto al uso de alcohol, pero su cuerpo ha cambiado con el paso de los años. Esto lleva consigo el que las personas mayores pueden alcanzar un estado de euforia, sin aumentar la cantidad de alcohol que toman. Ese estado de euforia conduce a una mayor probabilidad de que tengan accidentes, inclusive caídas y fracturas y accidentes de automóvil.

2º.- Tomar demasiado alcohol por largo tiempo puede llevar al desarrollo de ciertos tipos de cáncer, daños en el hígado, trastornos en el sistema inmunológico y daños en el cerebro, empeorar algunas dolencias, tales como la osteoporosis, la diabetes, la presión arterial alta y úlceras
3º.- Muchos medicamentos pueden ser peligrosos y hasta mortales cuando se mezclan con alcohol. Muchas personas mayores toman medicamentos todos los días, haciendo que esto sea especialmente preocupante. Antes de tomar cualquier medicamento, pregúntele a su médico o farmacéutico si puede tomar alcohol sin peligro.
4º- Hay casos en  que los problemas con el alcohol comienzan en la vejez como resultado de cambios importantes en la vida  Existe un número importante personas mayores, que consumen bebidas alcohólicas, más como “automedicación”, por sus efectos de cambio temporal de las percepciones, del ánimo, del estado de conciencia, que por el placer del paladar. Así en personas  mayores que presentan alguna de las  circunstancias que vamos a señalar,  se ha de estar atentos desde la medicina y servicios sociales, para evaluar sus riesgo con el alcohol. Nos referimos a la viudedad, soledad, problemas económicos, asilamiento, abandono o dejación familiar del anciano, carencia de apoyo familiar o de allegados, enfermedad orgánica grave, dolor físico, trastornos psiquiátricos, insomnio….Son factores que llevan a beber más alcohol.
5º.- Síntomas como la desnutrición, caídas, irritabilidad, somnolencia diurna e insomnio, confusión mental, cambios bruscos del humor, abandono de la higiene y  del autocuidado, nos pueden hacer sospechar que esa persona mayor puede tener problemas con el alcohol
6º.- Vd. necesita ayuda si esconde o miente cuando toma, consume más de  de lo normal, o hace daño o daña a otros cuando toma


 Si usted quiere dejar de tomar alcohol, hay ayuda disponible. Empiece por hablar con su médico. Le aconsejará sobre el proceso de tratamiento. El departamento de salud o las agencias de servicios sociales de su localidad también pueden servirle de ayuda.  Hable con un consejero adiestrado que sabe sobre los problemas del uso de alcohol en las personas mayores. Busque un grupo de apoyo para personas mayores que tienen problemas con el alcohol. Obtenga información sobre uno de los programas  como el de AA (Alcohólicos Anónimos), que ofrece apoyo a personas que quieren dejar de tomar alcohol. Identifique a un individuo, un familiar o grupo de terapia que sea el que mejor funcione para usted.
Nadie quiere hacerse daño o dañar a otros como resultado de usar demasiado alcohol. Sin embargo, eso puede suceder si usted toma más de lo debido. Esté conciente de cómo su cuerpo cambia a medida que va envejeciendo. Permanezca alerta a esos cambios, ajuste la cantidad de alcohol que usted puede tomar sin peligro y continúe disfrutando la vida al máximo.



domingo, 19 de mayo de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (139)


Jubilación, tiempo y vida cotidiana

La distribución del tiempo constituye una herramienta útil que le permite a la persona situarse en su realidad social y determinar un estilo de vida, orientado a satisfacer sus necesidades y sus expectativas personales y familiares.

Podemos concebir cuatro tipos de tiempo: el tiempo ocupado en el trabajo, que corresponde a actividades remuneradas;  el tiempo dedicado a las actividades regulares, voluntarias  como por ejemplo actividades educativas, religiosas, etc.;  el tiempo  destinado a tareas ineludibles de subsistencia como alimentación, higiene, mantenimiento del hogar, etc.; y tiempo libre o de ocio, que hace referencia al que se dispone en la jubilación.

Este último, el tiempo libre o de ocio no ha hecho más que aumentar, por lo que  la sociedad contemporánea se enfrenta al reto de llenar tiempos desocupados cada vez mayores para un número creciente de ciudadanos, prejubilados y jubilados. El  tiempo ocupado por el trabajo  queda reducido al período medio de la vida y el tiempo libre disponible ha ido en aumento no solo debido a la prolongación de la vida sino también  a la salida prematura del mercado de trabajo. Esta situación obliga al planteamiento de la relación entre vejez, tiempo  libre y ocio.

Se suele relacionar el uso del tiempo libre  con la idea de “matar el tiempo”,  aburrimiento y vacío profundo. Un tiempo opuesto al tiempo de trabajo, obligado y ocupado.  Tiempo dedicado al beneficio personal, al goce, al “no control”, al “hacer lo que se quiera” Tiempo desestructurado, para la distracción y el descanso, un “tiempo propio”.  Tiempo que no tiene horarios que te controle. Tiempo en el que se puede  hacer algo que gusta, sin que signifique una obligación y responsabilidad.

    Tiempo para hacer  deporte, o descansar, mirando la televisión o acostado, o conversar, visitar a algún amigo etc. En todas estas concepciones se considera el tiempo libre  como un tiempo propio, desestructurado y de realización.

El estudio sobre el ocio gana terreno en el ámbito de la sociología de la vejez. Viene definido de manera general como “un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede dedicarse voluntariamente, sea para descansar o para divertirse, o para desarrollar su información o su formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se ha liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales  Por otro lado se establece que las principales funciones del ocio son el descanso, la diversión y el desarrollo de la personalidad

Por otro lado la jubilación consiste esencialmente en la liberación del tiempo ocupado en el trabajo. De ahí la importancia de dedicar las  horas de trabajo que ya no existen a nuevas actividades, lo que significa darle un nuevo contenido al tiempo, que se ha convertido en tiempo de ocio. Del  uso   que se haga de él dependerá que el ocio sea una institución social liberadora, en la medida que ayude al crecimiento y desarrollo personal evitando que dicho tiempo libre se convierta en un consumismo pasivo o peor aún si  en un tiempo vacío. El “tiempo libre  ha de llenarse  con actividades de mayor significado individual y social”

En relación a las formas de experimentar el tiempo libre en la vejez, optamos por clasificarlas en dos grupos: formas activas y pasivas. Las primeras aluden al crecimiento y desarrollo personal, que permiten darle un significado a la vejez. Aquellas actividades que son libremente elegidas y que logran la mayor satisfacción y plenitud. También pueden ser caracterizadas como aquellas actividades que son dinámicas y tienden a realizarse fuera de la casa, como hacer deporte, viajar, concurrir a reuniones sociales, etc. Las segundas, las formas pasivas en contraposición se refieren a la distracción, el recreo, el mero descanso, viendo la televisión u oyendo la radio, por ejemplo. No obstante vale aclarar que la elección entre formas activas o pasivas de experimentar el tiempo libre, no dependen únicamente de la voluntad del individuo, sino también de factores externos al mismo. En consecuencia el tipo de actividades del ocio se ponen en juego múltiples factores como: antecedentes personales, apoyo familiar, grupos de relación, oportunidades reales, clase social, estatus familiar, experiencias previas, lugar de residencia, formación y preferencias personales.

domingo, 12 de mayo de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (138)


Tiempo y vejez

Siguiendo a Mercedes Olmo Andreu, Psicóloga Clínica, vamos a realizar un breve recorrido por el camino trazado por el tiempo que conduce a la etapa del ciclo vital del ser humano que conocemos con  el nombre de vejez.

El tiempo pasa y lo hace de manera diferente para cada uno de nosotros. En ocasiones el tiempo se hace eterno; otras veces el tiempo vuela, en función de nuestras vivencias. En cada época de la vida tenemos una  forma de vivir distinta. En la infancia vivimos un tiempo lento, el futuro es muy lejano y se hace esperar. En cambio en la vejez vivimos un tiempo y una vida que se está acabando, un futuro que se acorta y la muerte ya no es algo impersonal y lejano,  sino un hecho real e ineludible. En la vejez,  se unen pasado y futuro. Es mucho el recorrido que se ha hecho: toda una vida, pero es poco el recorrido que queda por hacer. Desde la vejez se ve toda la vida humana.
  

No resulta fácil poder mantener el  bienestar personal, apareciendo sentimientos de desesperación dominado por el temor angustioso y angustiante ante la muerte, por el sentimiento de que lo que queda de vida es poco y que ya no será posible la elaboración de todo lo perdido, ni tampoco quedan fuerzas para un nuevo estilo de vida, ni nuevas formas de relación. El problema de esa edad, de la vejez, es que ya no quieres hacer nada,  que ya no le importe a uno nada. La verdadera vejez es la que dice: para qué cuento yo esto, para qué tengo que estar contando esto si ya me voy a morir, si no me interesa llegarle a nadie.

La visión de la vejez en la sociedad actual es fundamentalmente negativa. La vejez ya no se considera como expresión de experiencia, de sabiduría ante la vida, sino que se asocia a decadencia, a pérdida de capacidades e involución, tratándose al mayor  como a alguien desposeído de todo su bagaje vital, de todo su saber, de todo aquello que se adquiere por el hecho de haber vivido toda una vida. Se desvaloriza la experiencia y  la vejez, ofreciendo modelos para envejecer,  inadecuados, basados en un defensivo culto a la vida y la juventud infinita, que niegan en gran medida la compleja realidad de la vejez.

Envejecer no sólo es esperar a morir. La vida es una readaptación constante y, en el último tramo, la tarea vital que se nos impone es la de enfrentarnos a la propia muerte, a la vez que seguir viviendo.

La filosofía siempre se ha ocupado de los temas básicos para los humanos, como son la vida y la muerte: “Nada le preocupa menos a la persona sabia que su propia muerte”. Pero tiene que ser sabia. No es fácil alcanzar esta sabiduría, ni personal ni colectivamente, en una sociedad en la que la muerte es un tabú, algo de lo que no se puede hablar, a lo que cuesta acercarse emocionalmente.

“La vida se comprende mirando hacia atrás, pero sólo se vive mirando hacia delante”. La vida es lo que se tiene por delante. Y para que haya vida, la persona ha de tener conciencia de albergar posibilidades  sobre todo en el momento final de la vida, en que la vida se agota. La experiencia es lo que queda, no lo que pasa.  Hace unos días una anciana de 90 años, aún activa en tareas de voluntariado, decía que la vejez es “acumulación de juventud”. Se refería a acumulación de vida, a la posibilidad de mantener una actitud vital.

La tarea de la vida es estar al cuidado de la vida, hasta el último minuto. La poca o mucha vida que tenemos por delante no depende de una cantidad, sino de una calidad, que tiene que ver con nuestro esfuerzo para apreciar en cada momento la vida que se tiene, lo que hasta el último momento podemos vivir, en relación a nosotros mismos y con los demás. Siempre se puede dar y recibir, sobre todo emocionalmente, en alguna medida, por insignificante que parezca.

domingo, 5 de mayo de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (137)

La importancia de la amistad en las personas mayores


 

      Las personas mayores con buenas y variadas relaciones sociales tienen más posibilidades de aumentar su esperanza de vida que las que no tienen relaciones o sólo las tienen con sus familiares. El trato con las familias no se elige, mientras que la amistad sí, lo que explicaría por qué las relaciones familiares no posibilitan un mayor tiempo de vida De hay la importancia de crear nuevas amistades en la vejez, para evitar la dañina y poco saludable sensación de pérdida de amigos por las muertes que se producen con el paso de los años
       La importancia de la vida social en las personas mayores, como fórmula para mantenerse ilusionados y activos,  propicia una mayor calidad de vida y ganas de vivir. El tiempo de supervivencia  está por tanto relacionado con la fuerza de sus relaciones sociales. Mismo tamaño
       Como sentirse querido, deseado y necesitado por otros hacen que seguir viviendo merezca la pena. Sin el contacto con otros seres humanos, los problemas pueden crecer, las enfermedades toman una nueva dimensión y no disponemos de una visión que nos permita poner en perspectiva nuestros problemas.


 


Lo malo es que cuando uno envejece, ya no hay tantas personas a su alrededor con las que pueda entenderse y relacionarse. Algunos de nuestros amigos se han muerto. Tal vez has tenido que trasladarte del lugar donde antes vivías a otro. Además, a nuestra edad es más difícil hacer nuevas amistades: ya no tienes compañeros de trabajo, probablemente tengas una vida social menos activa que antes, y desde hace muchos años careces de  grupo de amistades tradicionales como por ejemplo la puerta del colegio de tus hijos. Por todo ello, la persona mayor valora especialmente los viejos amigos, y el lenguaje social e historia común que une más que nunca.

 

En los últimos años, Internet nos permite localizar personas con las que hace años perdiste el contacto. También existen todo tipo de clubs, sociedades y asociaciones para la tercera edad en todos los lugares.. En estos sitios la posibilidad de hacer amigos es  importante.

 

Además, siempre existe cierta demanda para voluntarios en diversos sectores. A través del proceso de ayudar a los demás, pueden surgir nuevas amistades.

 

Un tipo de amistad muy especial es aquel que se forma traspasando generaciones. Abuelos y nietos comparten una afinidad tan especial que debe ser apreciada y celebrada, y si no gozas del privilegio de ser abuelo, tal vez podrías convertirte en "tío" o "tía" adoptiva de un niño. Los miembros de la tercera edad, con nuestras arrugas e historias de un lejano pasado, resultamos muy fascinantes para los niños.

 

No existen unas reglas sobre cómo hacer amigos aplicables a todo el mundo. Todos somos diferentes, y algunos somos más tímidos que otros. Además, con la edad es cada vez más difícil para muchos de nosotros saber cómo "presentarnos" a otras personas. Estamos más inseguros sobre qué podemos ofrecer a una relación de amistad, y tenemos más miedo ante un posible rechazo.

 

         Tal vez sea difícil hacer amigos. Pero probablemente es más difícil todavía vivir sin ello