domingo, 15 de abril de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (98)


Envejecer con humor     


El tránsito de nuestra vida laboral a la jubilación, provoca en las personas que se encuentran alrededor de los 65 años, una libertad repentina con la que no saben que hacer. Por otro lado una gran cantidad de mujeres que superan los 65 y que nunca han trabajado fuera del hogar, con su casa vacía por la ausencia de sus hijos y los nuevos problemas que ocasionan sus maridos intentando saber que hacer con ese tiempo “extra” resultado de la jubilación, que provoca numerosas tensiones en la pareja. Como resultado de todo esto considero importante saber afrontar la jubilación y sustituirla por algo que nos llene. 

     El aceptarse hacerse mayor requiere un periodo de adaptación, en el cual nos sentimos tristes y a veces, puede ir acompañado de un estado de depresión, pues nos damos cuenta que hemos pasado a formar parte del último periodo de nuestra vida, el de “mayores”. El pesimismo, la preocupación excesiva o la desgana son muy importantes en esta fase de la vida. Hay que aprender a superarlos. 

     Mientras tanto, ¿Cómo podemos ayudar a las personas mayores en esta experiencia de envejecer? ¿Cómo enseñarles a envejecer bien, a mantenerse activos aceptando el discurrir del tiempo, a ser amables, a mantenerse fieles a lo que son, a interesarse por los demás y a continuar aprendiendo de ellos, a mirar el lado bueno de las cosas, a conservar el sentido del humor? ¿Esto se aprende? Algunos piensan que es ingenuo creerlo. 

     Para envejecer bien primero hay que mirarlo desde un prima positivo, aceptando el paso del tiempo, con una postura alegre, sin egoísmo, aprendiendo a ser amables, sin quejarnos y manteniéndonos fieles a lo que somos. Debemos aprender de los demás, sin llegar a aburrirlos con nuestras manías, a ver que las cosas aunque algunas veces vienen mal, también tienen un lado bueno, y, por supuesto, a conservar nuestro sentido del humor. 

     Creemos que es importante a la hora de acercarnos a esta nueva etapa de la vida, reforzar algunas fortalezas: “Amor, fe y el humor”. Muchas personas piensan que ellas no las poseen y ese hecho ya les va a condicionar a ser infelices el resto de su vida, pues les han enseñado que uno nace con una estructura determinada por lo que si tiene la suerte de tenerlas, será afortunado, y si no, será desdichado. 

     Hay que enseñarles el arte de vivir, disfrutar y relacionarse. Es necesario darles estrategias y habilidades intra e interpersonales con la intención de lograr mejorar su sentido del humor para superar ustracciones, sobrellevar desencantos, superar duelos, desterrar momentos de apatía así como valorar aquellos momentos, situaciones y personas que nos hacen reír y divertirnos, con el objetivo de establecer una buena comunicación consigo mismo y con las personas con las que se interrelaciona y con el entorno. 

     Es importante aprender a mirar el lado bueno de las cosa. Las personas que son optimistas viven más años. Hay numerosos estudios que lo confirman. Podemos aprender a ser positivos, a mirar el lado positivo de la vida a cualquier edad. Incluso si esta aptitud no la hemos adquirido antes, podemos trabajarla, y replantearnos cambiar los pensamientos negativos y confiar en nosotros, ya que nuestra vida será como nosotros queramos que sea. 

     “El otoño de la vida es como un mirador: nos instalamos en el para observar el camino recorrido y para preparar con entusiasmo el que nos queda por correr. El entusiasmo deberá estar intacto, porque siempre estas en condiciones de crear y de aportar para tu vida renovadoras experiencias que enriquezcan tu existencia.”

domingo, 1 de abril de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (97)

HASTA AQUÍ EL PAPEL DE LOS ABUELOS


       Tengo siete nietos. A uno de ellos cuando  ya  entendía y hablaba  le pregunte ¿quién  soy yo?.  No me llamó abuelo pero si  dijo “tu eres el padre de mi padre”. Tenía toda la razón. Con sus palabras   estaba diciendo que el ser abuelo es una continuidad de la paternidad. Lo mejor de ser padre es ser abuelo. Ser abuelo permite disfrutar de otra dimensión de la paternidad. Una etapa en la que es posible derrochar mimos sin remordimiento. Estas reflexiones describen el encanto de ser abuelo. En el siglo XXI  los abuelos llegan a la relación con sus nietos en buen estado, dinámicos, con inquietudes culturales y sociales, independientes económicamente, preocupados por la salud y el bienestar. Viven más, lo que  permite convivir con los nietos, no solo en su infancia sino ya entrada la juventud y aun en los comienzos de la madurez. Esto es algo nuevo, nunca antes existió.

        Es importante diferenciar en las primeras etapas de la vida del niño, el papel del padre y del abuelo, para evitar conflictos que pueden surgir, cuando los abuelos pretenden ejercer de padres en vez de abuelos, saltando por encima de los padres; y  cuando los padres, abusan de los abuelos, con  la responsabilidad de ocuparse de sus nietos. Los abuelos son abuelos pero no padres, por lo que no pueden actuar como tales. No es su función   encargarse de los nietos como actividad diaria. Y sin embargo, la figura del “abuelo comprometido”, esta en alza y cada día es mas frecuente, ya que la gente mayor goza de buena salud y la madre se incorpora al mundo laboral. Es cargar a los abuelos con una responsabilidad que no tienen que asumir, a no ser en caso de necesidad.

     Con estas consideraciones  previas nos adentramos en el campo de la educación. Los abuelos no están para suplir a los padres en la educación de los nietos. La educación es competencia y responsabilidad de los padres. El verdadero papel de los abuelos  consiste en sostener siempre la autoridad de los padres que son los responsables natos de la educación. Los abuelos no sienten el peso directo de la educación, por lo que se hacen irresponsables, aumentando la debilidad de la corrección, fomentado el menosprecio al principio de autoridad que representan los padres. Los abuelos no están para ser exigentes, declarando constantemente lo mal educado que están sus nietos, sino complemento de los padres en la educación de los hijos. 

       Para terminar vamos a poner de manifiesto la importante contribución de  los   abuelos    en   la  vida  de los nietos, en los primeros años de su vida Su misión es aportar cariño, cultura familiar, amor a las tradiciones, raíces familiares, experiencias, ternura... De ahí no debe pasar el papel de los abuelos.  Juegan un papel  casi irremplazable en el desarrollo del nieto para la compresión del mundo. Son fuente constante de una medida extra de cariño. Agrandan el horizonte del nieto, haciendo agradable su vida. En el hogar del abuelo tiene un sitio donde expandirse, tiempo para escuchar, hablar, jugar.... . El mundo del niño se amplia, y su imaginación florece, cuando  comienza a relacionar el pasado, sus gentes, sus lugares. El hecho de saber el niño que es apreciado por ser miembro de una cadena, le hace sentirse mas seguro tanto como individuo independiente como por ser parte de la familia En definitiva un buen abuelo es aquel que tiene una comunicación abierta y honesta con los nietos, les ayuda y escucha, le dedica tiempo y  sobre todo, le hace saber al nieto lo importante que es  él, para el abuelo.