lunes, 31 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (12)


LA JUBILACIÓN


El perfil del jubilado en España viene caracterizado por su cese laboral a los 65 años; persona que ha trabajado por lo general toda su vida, sin apenas tiempo para el ocio, con escasas aficiones ajenas al trabajo. Debemos plantearnos algunas cuestiones que nos harán comprender mejor el problema de la jubilación.
La jubilación va unida al concepto de vida laboral, periodo que la sociedad ha considerado que es el adecuado para trabajar. No tiene nada que ver con la capacidad para trabajar. Afecta a una cantidad considerable de personas, muchas de ellas con posibilidades físicas y mentales para su normal funcionamiento en la vida activa, productiva.
Supone el pase de una etapa vital sin reintegración posterior a la sociedad, en una categoría distinta y positiva, lo que conduce a una situación personal que choca frontalmente con la teoría del rol que proclama la necesidad de que: “cada persona tiene que poseer un esquema de aportaciones y responsabilidades en relación con la sociedad de la que forma parte y de lo que se deriva exigencias, satisfacciones, obligaciones y compensaciones”.
La alteración de este esquema, con la jubilación, origina insatisfacción. El individuo debe buscar un nuevo equilibrio, un nuevo programa con el que encarnar su vida de jubilado. El acto de la jubilación se produce en una sociedad en la que desde niños hemos sido adoctrinados en la ética del trabajo y en la que el empleo o actividad laboral confiere prestigio, dignidad y recursos económicos. Romper con el trabajo implica interrumpir un ritmo y una actividad que ha ocupado la mayor parte del tiempo, en la actualidad, aproximadamente, las 2/3 partes de la vida adulta de las personas, es decir, 40 años.

Hoy la jubilación es el cerrojazo burocrático a la vida activa y productiva. Acto frío, despersonalizado. Ayer eras joven, hoy viejo, vete a casa, ya no sirves. Navegar sin rumbo, vida sin sentido, sin ilusión, víctimas del tedio, del aburrimiento, ansiedad por el cambio de papel social y cambio de actividad, holgazanería obligada, se pierde la razón de la misma existencia. Es el síndrome del estorbo y de la soledad.

Pero ¿que se ha creído este viejo?. Que se vaya de una vez y que nos deje en paz. O más piadosamente: tú lo que tienes que hacer es irte a casa y darte a la buena vida. ¡hala, a pasear, a leer, a oír música, a jugar la partida, a ver televisión¡.

Cuando hemos sido trabajadores en activo, hemos tenido jornadas laborales prolongadas incluso con pluriempleo y por tanto con escaso tiempo libre; cuando llegamos a la jubilación, el tiempo desocupado es excesivo y puede convertirse en un peso, como en la etapa anterior lo fue el trabajo.

No se niega que con el paso de los años empiezan a aparecer limitaciones, pero este problema afecta a una pequeña parte, menos del 10% y eso sucede cuando se han sobrepasado los 80 años. En consecuencia, al cumplir los 65 años se pueden hacer muchas cosas y seria un error apartar este colectivo y dejarlo aparcado, como si se tratase de un colectivo inservible. Importante es resaltar por tanto, que la jubilación no llega por el desgaste físico de los mayores que obliga a la sociedad a separarlos del trabajo, sino por el contrario, la jubilación es la causa del deterioro social y moral de la persona mayor.

1º.- Deterioro social ya que por imperativo de la norma se impone a los mayores una situación de inactividad después de la vida laboral, que las hace perder todo papel propio que ejercer. Y sin un quehacer propio, se carece de toda función social.

2º Deterioro moral ya que la suspensión de las propias actividades específicas implica un cese de responsabilidad ante los demás. Acarrea una pérdida de la propia identidad personal, hasta entonces vinculada con la asunción o ejercicio de responsabilidades familiares y profesionales. Y ante la pérdida de la propia identidad adulta, su hueco vacío es ocupado por la identidad colectiva pasiva que hoy se atribuye a las personas mayores, socialmente definida como etiqueta vergonzante


martes, 25 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (11)

LA CULTURA TRADICIONAL DEL ENVEJECIMIENTO

Vamos a señalar algunas de las características comunes propias de las personas mayores:


1º.- Las relaciones sociales de las personas mayores se empobrecen con respecto a las mantenidas en los períodos de la vida anterior. La edad cronológica, los años, por un lado agrupa a los individuos mayores de edad y por otro desconecta de los grupos de edades distintas, siendo prácticamente inexistentes las relaciones intergeneracionales entre el segmento joven y el segmento mayor de la población.

2º.- Las personas mayores tienen un territorio especifico, como clubes y hogares, lugar donde deben estar, creados y financiados por el resto de la sociedad. Se reduce la libertad de movimiento, se acorta los espacios físicos, apareciendo el aislamiento social. En ellos se agrupan muchas personas mayores jubiladas, en donde se sienten más indiferentes a su estado social ya que aquí “somos todos iguales” Se ofrecen actividades instrumentales de ocio, a partir de las cuales, los mayores ordenan cronológicamente sus vidas y fomentan las relaciones sociales, pero con una salvedad: no son los mayores sino el resto de la sociedad, los que lo determinan. Se crean redes de relaciones interpersonales que les permite organizarse como segmento social parcialmente desligados del resto de la colectividad, que les margina.

Otros territorios donde se refleja la falta de estructura interior del colectivo de personas mayores los tenemos en los espacios al aire libre: parques, paseos, plazas urbanas, bancos públicos, que actúan como atalayas de observación de la vida cotidiana, y lugar donde tomar el sol; sin olvidar las estaciones de ferrocarril, de autobuses, de metro y los mercados, que posibilitan el poder “disfrutar” del movimiento de la gente.

3º.- Con la edad se modifica, en las personas mayores, la relación del hombre con el tiempo, tanto existencial como libre. En este sentido hay que hacer una aclaración: la diferencia entre tiempo libre y tiempo desocupado. El tiempo libre es el que queda después de haber cumplido las obligaciones laborales que llenan el tiempo ocupado en el periodo de vida activa, productiva. Pero cuando no existe tiempo obligatoriamente ocupado, como es en el caso de las personas mayores jubiladas, tampoco existe tiempo libre, por lo que las personas mayores disfrutan de “tiempo desocupado”.

4º.- Las personas mayores están sumergidas en un “continuum” temporal indiferenciado sin secuencias temporales. ¿Y esto que significa? Pues que lo que hacen las personas mayores con el tiempo es “usarlo”; mientras que en la vida productiva del adulto, el tiempo se “consume”. En este sentido es conveniente delimitar entre “tiempo autónomo”, organizado por la persona que lo usa; y “tiempo heterónomo”, organizado por otros.

5º.- La sociedad concede a las personas mayores mucho tiempo desocupado, pero no les da los medios materiales para utilizarlo. Las personas mayores no constituyen un grupo pionero de nuevos valores y formas de tiempo desocupado, como contrapunto a una sociedad productiva. El “tiempo desocupado” no sirve a las personas mayores para modificar su posición social; solo sirve para rellenar el vacío de los días y horas, sin sentido, situación que conduce a la poca diferencia en los modos de utilización del tiempo.

Todo lo que acabamos de analizar se ponen de manifiesto a partir del momento de la jubilación que es cuando oficialmente la persona adulta se hace mayor y se sitúa en el contexto de la cultura de las personas mayores, con el efecto de producir una aparente homogeneización en las personas a partir de una edad cronológica, fijada arbitrariamente, en base a los avances tecnológicos; los intereses patronales; e incluso del deseo que tengan los propios trabajadores, de conservar sus puestos de trabajo

jueves, 20 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (10)

LOS MITOS SOBRE EL ENVEJECIMIENTO


Nuestra sociedad tiene de las personas mayores una imagen deformada, consecuencia del tipo de sociedad en la que vivimos, basada sobre la productividad y el consumo, con grandes adelantos tecnológicos. Se hace de ellas, una valoración negativa y poco respetuosa, por una serie de ”creencias”, entre las cuales podemos destacar:

Que el envejecimiento comienza a los sesenta y cinco años, edad de jubilación.

Que las personas mayores se hallan muy limitadas en sus aptitudes biológicas, psicológicas y sociales.

Ven disminuida su inteligencia, con pérdida global de memoria, sin motivación para aprender.

Marginados, con escasa capacidad de relación, perdiendo interés vital, produciéndose una apatía emocional y un aislamiento progresivo.

De acuerdo con estas cuatro posturas, surgen una serie de mitos y prejuicios en relación con el envejecimiento, que pasamos a señalar:

El mito del envejecimiento cronológico:

Los individuos se valoran por el número de años que han vivido.

Sabemos que esto no es o no debe ser así. Una persona de edad puede tener un espíritu joven, que a fin de cuentas es lo que le mantiene vivo

El mito de la improductividad:

La creencia general de que la persona mayor es un ser incapaz de producir.

Esto también es falso. La psicología del trabajo reconoce que los mayores de 65 años pueden ser excelentes trabajadores, siempre que la tarea desempeñada sea proporcional a sus aptitudes y posibilidades

El mito de la inflexibilidad:

Las personas mayores no son capaces de adaptarse a los nuevos tiempos, a las situaciones nuevas. Su intransigencia, su falta de flexibilidad se lo impide.

El mito de la falta de compromiso.

El envejecimiento no tiene porque ir unido a la desvinculación, a la separación, al aislamiento de la sociedad

El mito de la senilidad:

La pérdida de memoria, la disminución de la capacidad de atención, el confusionismo

El mito de la serenidad:

Las personas mayores están sometidas a tensiones que no tienen en otras edades, pudiendo señalar entre ellas: la jubilación, la soledad, el abandono, la angustia, la depresión, las enfermedades, Todas estas tensiones, las personas mayores intentan esconder bajo una careta de tranquilidad o serenidad aparente.

Pero ante los mitos de inflexibilidad, falta de compromiso, senilidad y serenidad, hemos de destacar que a nivel de conocimiento se ha demostrado que:

- La pérdida global de la memoria no es mucho mayor que en otras edades.

- La inteligencia no solo no disminuye sino que puede aumentar, si en ese momento se proporciona oportunidades para ejercitarla.

- Se ha comprobado que las personas mayores tienen capacidad de aprendizaje y que su motivación resulta con frecuencia superior la de las generaciones jóvenes.

De todo lo expuesto se puede sacar como conclusión, una imagen o estereotipo del envejecimiento, equivocado: “la consideración social de la vejez como etapa del ciclo vital que conlleva, necesariamente, deterioro intelectual, enfermedad física, incapacidad funcional y otras muchas lacras”.

Ante esta descripción negativa del envejecimiento, se han de poner relieve determinadas puntualizaciones, como resultado de una serie de estudios e investigaciones.

.- Que solo, aproximadamente, el 7,5 % de la población mayor de 65 años esta afectada por algún tipo de patología demencial; y que dos tercios gozan de buena salud. Tan solo una de cada 10 personas mayores de 65 años presenta dependencia.

- Se confirma la teoría de que las personas mayores sanas, mantienen en sus últimos años las características de la personalidad que tenia durante la madurez.

-Y que en la mayoría de los países occidentales las personas mayores están regularmente integradas, reconociendo que constituyen un recurso a considerar, y que como tal, debe y puede ser utilizado.





domingo, 16 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (9)


ENVEJECIMIENTO Y CALIDAD DE VIDA


Paralelamente al aumento de la esperanza de vida, surgió en la década de los sesenta del siglo XX, un nuevo concepto: el de calidad de vida, aplicado a las personas mayores.

En una primera aproximación el concepto de calidad de vida , socialmente, tiene que ver con una capacidad adquisitiva que permita vivir con las necesidades básicas cubiertas. Se asocia con las condiciones materiales en que se desenvuelve la existencia y la forma de vivir en tales condiciones, teniendo una fácil traducción cuantitativa, como la renta per capita; nivel educativo; condiciones de la vivienda etc.

Pero esta visión que acabamos de resaltar hace referencia solo al nivel de vida, considerado como categoría separada de la calidad de vida, que abarca otros aspectos.

La calidad de vida es un concepto que involucra muchas variables subjetivas, tales como: la satisfacción, la felicidad, la autoestima, que experimentan los individuos como resultado de su participación en las actividades que realizan en el medio familiar, en el ámbito comunal, ejercitando sus capacidades humanas y desarrollando su personalidad.

Al ser por tanto subjetivas, las variables, componentes de la calidad de vida de las personas mayores, éstas son mas difíciles de medir o evaluar: ¿como medir el grado de satisfacción?,¿cómo medir la autoestima?, ¿cómo medir la felicidad?

Por el contrario, las variables objetivas, propias del nivel de vida tales como los recursos económicos; las cotas socioculturales; los déficit funcionales; los problemas de salud… son de medición más fácil

Es de interés destacar que factores son los que influyen o determinan la calidad de vida de las personas mayores:

1,. El factor económico es importante ya que sino se cubren las necesidades materiales, se dificulta la vida.
2.- La habilidad de la persona mayor para abarcar y adaptarse a los inevitables cambios en el final de su vida

3.- No tener ningún tipo de problemas físicos ni sociales ni psicológicos; disponer de posibilidades de acceso a los bienes materiales; disfrutar de un buen entorno ecológico ambiental; evitar los riesgos para su salud etc.

4.- Su capacidad para mantener la autonomía y la independencia. Una esperanza de vida saludable, libre de discapacidades

Las personas mayores independientes tienen mayor calidad de vida que las que dependen de su familia y o de la sociedad.

5.- Es importante para la calidad de vida en la vejez, tener un preparación previa, para el ocio y otras actividades que satisfagan al mayor.

La calidad de vida, es un concepto multidimensional que cubre los aspectos subjetivos y objetivos que acabamos de señalar. Son pues circunstancias que favorecen la calidad de vida, loas siguientes:

1.- Como se acepta la vida. No son las cosas lo que nos hace daño sino la forma de verlas. Usar formas de disminuir la ansiedad, relajación.

2.- Tener objetivos, metas, que nos ayuden a vivir ilusionados. Cuando no hay objetivos ¿qué queda?. La persona se deprime

3.- Favorecer la autoestima, es decir, que la persona se quiera, incluso con sufrimiento, aceptándolo como un valor, no como una carga. Ello puede favorecer la calidad de vida.

4.- También la ética, la moral, los valores, si los tenemos y los practicamos nos da sentido a la vida

5.- La relación social. Si la persona se aísla termina hundiéndose, deprimiéndose

6.-Aceptar los roles sociales de su edad, pretendiendo solo aquello que para su edad la sociedad espera de él

7.-Mantener los compromisos sociales, aceptando el nuevo rol siendo consecuente con su papel social.

8.-Disfrutar del tiempo libre v organizarse para sentirse a gusto y bien.


9.- Debemos aceptar la enfermedad no para conformarse sino para recobrar la salud

martes, 11 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (8)


FEMINIZACIÓN DEL ENVEJECIMIENTO Y LA JUBILACION DE LA MUJER

Un rasgo que caracteriza el envejecimiento en las sociedades desarrolladas es el proceso es su feminización..

Si hacemos un estudio en edades, encuadradas en el envejecimiento, pero teniendo en cuenta el género, - mujer y hombre -, podemos decir que las estadísticas reflejan que la esperanza de vida al cumplir 65 años se prolonga 17 años más para los hombres y casi 20 para las mujeres. Ello significa que a la mujer le queda todavía una quinta parte de su vida aun por vivir una vez cumplidos los 65 años. La vejez tiene pues un perfil femenino y de viudez. Lo anterior conduce a la existencia de un desequilibrio entre hombres y mujeres, principalmente a partir de los 65 años. A esas edades por cada diez mujeres existen ocho varones. Y esta proporción entre hombres y mujeres se intensifica partir de los 80 años, en adelante. El porcentaje de hombres es la mitad que el de mujeres.: por cada dos mujeres, un hombre

En España, no obstante, nacen más varones que mujeres. Sin embargo hay más mujeres que hombres, porque los hombres viven menos años, consecuencia de una mayor mortalidad masculina por motivos laborales, de hábitos y de conductas menos saludables

Según los datos expuestos es clara la feminización del envejecimiento. Esta es una más de las razones por la que es de interés que nos ocupemos de la jubilación de la mujer.

Como base del tema hay que poner de manifiesto dos discriminaciones que se manifiestan en la sociedad y que hace referencia al hecho de ser mujer y la de ser mayor. Por ello difícilmente podemos introducirnos en el estudio de los mayores, sin tener en cuenta que ser mayor y ser mujer es diferente a ser mayor y ser hombre.

El sexo no se puede cambiar ni tampoco la edad, pero si la imagen que se tiene socialmente del hecho de ser hombre o mujer y de las oportunidades que se brinda a cada uno – mujer u hombre - para conseguir sus propias metas y en definitiva ser feliz

Hacerse mayor no es lo mismo para los hombres que para las mujeres, ya que la sociedad tiene diferenciados los roles, los papeles, femeninos de los masculinos

En el caso de España, muchas de las mujeres que actualmente tienen edades superiores a los 65 años, no trabajaron fuera del hogar, y si lo hicieron no fue, generalmente, a lo largo de todo el periodo que corresponde a la edad laboral.

Cuando se estudia la jubilación se habla más de la jubilación de los hombres – maridos -, prestando muy poca atención a la jubilación de las mujeres – esposas -, así como de la ocupación posterior de ambos en las tareas del hogar.

Por eso podemos indicar dos carencias de las ciencias sociales en el estudio del envejecimiento: la primera, no haber estudiado en profundidad, la relación existente entre genero – mujer y hombre -, y edad, y en especial entre genero y envejecimiento; la segunda, el no haber explicado cómo envejecen los hombres y las mujeres en una sociedad en la que ambos se enfrentan de manera diferente al hecho de hacerse mayor

El exclamar que la mujer nunca se jubila, no es solo una frase ocurrente, sino la realidad de lo que sucede a la mayoría de las mujeres al dejar la población activa. Sus responsabilidades domésticas absorben tiempo y su tiempo sigue tan ocupado como antes.

La jubilada no tiene un rol sin rol como el hombre, sino un puesto con muchos roles y de gran importancia para el futuro de su conyugue, que normalmente se jubila con posterioridad, lo cual parece una contradicción demográfica, ya que la esperanza de vida de la mujer resulta mayor que la del varón.

Sin embargo los años adicionales de vida de que disfruta la mujer, al tener mayor esperanza de vida en años, no son necesariamente positivos, por limitaciones físicas, económicas y sociales. Los demógrafos, sanitarios y sociólogos, prevén para las próximas décadas una población de mujeres de edad, cada vez mas limitadas en la calidad de vida.

Nos ha parecido interesante dentro del tema que nos ocupa, destacar una serie de efectos que ocasiona en la mujer, la jubilación.

La jubilación en la mujer, hace cambiar una serie de actividades por otras que siempre habían realizado, pero para las que dispone de mayor tiempo, una vez jubiladas.

Su trabajo nunca puede finalizarse pues diariamente se renuevan sus obligaciones.

Las dificultades más importantes para la mujer no son las de su propia jubilación sino las de la jubilación del marido.

Las encuestas afirman que las mujeres más afectadas son las de clases trabajadoras manuales, en las que la ausencia física del marido del hogar era prolongada; y ahora, con la jubilación del marido resulta difícil acostumbrarse a que ocupe mas espacio y reordenar los ritmos diarios del hogar.

De ahí la importancia de los programas de preparación para la jubilación, ya que la misma es asunto de dos - esposo y esposa - y si uno de ellos no esta preparado para los cambios reales de ritos y de relaciones, se incrementa el riesgo de encontrar dificultades en la nueva convivencia.

El hecho de que la mujer continúe trabajando después de la jubilación de su marido, cuestiona la categoría de éste, en cuanto proveedor económico principal.

Puede también suponer la inversión de roles, de papeles, respecto al trabajo domestico, pues los hombres jubilados cuyas esposas siguen trabajando podrían sentirse obligados a realizar tareas que, por regla general, llevan a cabo las mujeres

Además para disfrutar del ocio con actividades que uno mismo proyecta, es necesario disponer de tiempo desocupado. Y de nuevo ser mujer mayor o ser hombre mayor significa disfrutar de una cantidad de tiempo desocupado diferente. Y esta diferencia viene establecida fundamentalmente, por el asimétrico reparto de las tareas domésticas y el cuidado de la familia. Y aunque la familia ha cambiado mucho en las sociedades occidentales lo que ha supuesto una variación sustancial en la situación de las mujeres, en la mayoría de los casos las tareas que tiene que ver con el mantenimiento de la infraestructura de la vida cotidiana, y sobre todo con el cuidado y atención afectiva de los miembros de la familia son responsabilidad primaria de las mujeres.

Y esta diferente asignación de papeles les afecta a las mujeres mayores “las mujeres que ahora tienen aproximadamente 60 años: cuidan a su madre o padre de mas de 80, atienden a sus maridos de 75, y echan una mano a su hija de 30, cuidando a sus nietos pequeños.

Pero quien las cuidará a ellas cuando sus maridos hayan fallecidos, y sus hijas sigan sin disponibilidad de tiempo.

A partir de estos datos se demuestra que la mujer mayor está a una gran distancia del hombre. Los hombres viven definitivamente mejor.

La calidad de vida – satisfacción de necesidades y deseos personales - de los varones es tres veces superior que la de las mujeres.

Y esta diferencia en calidad e vida entre mujer mayor y hombre mayor se puede resaltar a través de dos indicadores

Uno por la cantidad de tiempo desocupado de que dispone. Si tenemos en cuenta la disponibilidad de tiempo desocupado para dedicarlo libremente a actividades relacionadas con el cuidado personal y la satisfacción de necesidades, ya sean educativas, lúdicas, laborales etc., al dedicar los hombres muy poco tiempo al trabajo doméstico, no resulta difícil comprender que tiene una calidad de vida mayor y mejor que las mujeres

Otro indicador: la autonomía para hacer lo que se desea. En autonomía los hombres también se desmarcan. Su capacidad de decidir lo que desean hacer con su tiempo desocupado, es tres veces superior a la capacidad de la que disfrutan las mujeres. Además las mujeres están mas condicionadas por las personas que comparten su vida – marido, hijos, padres etc. En el entramado de las relaciones familiares, las mujeres no ponen en primer lugar lo que quisieran hacer sino lo que tienen que hacer

Terminamos con unas connotaciones de máxima gravedad social:

Ser joven, mujer, pobre, ¿es igual o peor que ser joven, hombre, pobre?

Ser viejo, mujer, pobre, ¿es igual o peor que ser viejo, hombre, pobre?

¿Lo mas deprimido es ser vieja y pobre?.

Vd. ¿Qué piensa?

viernes, 7 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR. (7)

LOS TRES RELOJES DEL ENVEJECIMIENTO


Siguiendo al profesor Lara Sánchez de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, hemos de resaltar la influencia de tres relojes sobre el proceso del envejecimiento

La vida del ser humano esta condicionada básicamente por el ritmo de tres relojes: el biológico, el psicológico y el social, cuyos minuteros deben estar armonizados, pues si estos están descompensados, se agravan los problemas. Por ello se requieren actuaciones preventivas, y actitudes positivas de la propia persona mayor ante esta etapa de su vida. No consiste en ir a contracorriente – el río no puede frenar su curso – sino aprender a navegar en el. Mantener una calidad de vida que haga posible el “envejecer con vitalidad”.

Nos referiremos en primer lugar al reloj biológico, es decir al envejecimiento fisiológico que lleva consigo unas limitaciones de autonomía.

Entre las patologías más frecuentes destacan las deficiencias visuales, reducción auditiva y los problemas de movilidad.

Si la persona se abandona, deja de preocuparse por si misma, es arrastrada por la corriente.... y los efectos son inmediatos: pierde elasticidad por ausencia de ejercicio físico, aumenta de peso, busca la comodidad innecesaria, se empieza a acrecentar el deterioro mental etc.

El ejercicio físico es fundamental, no en vano algunos especialistas en problemas de envejecimiento o geriatras, recomiendan a sus pacientes “menos platos y más zapatos”. Incluso la ansiedad, la depresión, entre otras psicopatologías, experimentan una mejoría significativa con el ejercicio físico. Realizar regularmente una actividad física como caminar, acudir a un gimnasio etc. origina una menor probabilidad de contraer ciertas enfermedades, a la vez que permite disfrutar de ciertas sensaciones de bienestar. Andar, andar, andar......

En segundo lugar destacar el reloj psicológico El envejecimiento como etapa en la evolución del ser humano puede ser un avance, un estancamiento o una regresión. Todo depende de cómo se resuelva. Si se hace con éxito, triunfa la integridad y no la desesperación. Se manifiesta el aprecio a la continuidad del presente, del pasado y futuro. Se acepta el ciclo vital y las cosas inevitables de la vida. El sujeto se siente completo y la muerte pierde su aguijón.

El río que siempre fluye tiene vida. Cuando se para, deja de serlo y el agua se estanca y se pudre. Leonardo de Vinci decía “El hierro se oxida por la falta de uso, las aguas estancadas pierden su pureza y con los fríos se hielan. De esta forma la inactividad de la persona mayor, mina el vigor de la mente.

La vejez es una etapa de la vida caracterizada por la diversidad de pérdidas tanto personales como sociales, con la ruptura de vínculos sociales. Por eso se consideran personas mayores de alto riesgo, aquellas que viven solas o están recluidas en su domicilio. Estas personas reflejan soledad y aislamiento social, deterioro mental, ansiedad, depresión, incapacidad funcional etc.

En definitiva, se reduce la calidad de vida de las personas mayores. Una cosa es ser mayor y otra sentirse viejo. La actitud psicológica positiva es muy importante, ya que permite despojarse de mitos y prejuicios sobre esta edad. Hay que recargar las pilas.

Por último, el reloj social. Aunque la teoría de la desvinculación ha sido sobrepasada por la teoría de la actividad, en la práctica, la tendencia es relegar a las personas mayores del resto de la población a medida que se van desconectando de las actividades productivas. Por eso se reivindica el envejecimiento activo, es decir, la oportunidad de que las personas mayores sigan participando en la vida socioeconómica y cultural de la sociedad. La jubilación laboral no tiene porque suponer el ingreso en un mundo desconectado del resto de la población.

Las personas mayores que viven aisladas o en soledad impuesta, (el 30% del colectivo en España), reducen con frecuencia su actividad diaria o entran en una fase de pasividad que puede originar alteraciones del comportamiento, como conductas fóbicas - irritables, temerosas - apatía etc. De ahí la importancia de ampliar lo mas posible el círculo de amistades o contactos sociales, para evitar en lo posible, el confinamiento, la inmovilidad y el sillón maldito. Hay que seguir estando en la sociedad