lunes, 30 de junio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (183)


LAS NECESIDADES DE LAS PERSONAS MAYORES
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              En economía se dice que a medida que el individuo cubre una mayor cantidad de necesidades, su nivel de vida, su “mundus vivendi”, su “calidad de vida”, va en aumento.

Vamos por tanto a analizar el término “necesidad”, en general, y en particular, con referencia a las personas mayores. Podemos considerar la necesidad, desde el punto de vista conceptual, como “la escasez de medios o desequilibrio en el reparto, que genera en las personas mayores, un estado anímico de carencia no deseable, impidiendo que el individuo actúe con resultados positivos”. Y estas situaciones carenciales desencadenan expectativas de solución y cambio, sin olvidar la dependencia respecto del poder político y de los modos de gestión pública de la problemática de los individuos de edad avanzada. Las necesidades individuales se convierten en sociales al coincidir   en   muchos,   carencias  similares. Como todo lo humano y lo social, las necesidades tienen una “base natural innata” y un “componente cultural”, elaborado. Las carencias correspondientes a necesidades humanas requieren  una atención en el plano individual, pero ello no excluye el afrontar los factores causales, sobre todo si se aprecia que la carencia de que se trata no es fortuita. Hay que tener por tanto en cuenta, también,  la raíz social de los problemas o necesidades.   Cuando se nos presenta una necesidad humana insatisfecha, podemos situar el diagnóstico de la misma en varios planos: el más próximo, es el propio individuo afectado; un plano siguiente, es el grupo familiar, que no resuelve la necesidad, o lo que es peor, la  crea o la propicia; y profundizar más y buscar las estructuras sociales que han causado o favorecido la emergencia del problema de que se trate.


              En caso de deficiencia en la cobertura de necesidades, se impone determinadas actuaciones, unas directamente sobre la necesidad, proporcionando el objeto de la misma; otras en la parcela de la sociedad que ha fallado. Vía ésta compleja porque puede incidir en grupos humanos: familia, comunidad, entidades privadas, empresas, asociaciones,  instituciones públicas, Gobierno, normas etc. 

              En las necesidades podemos distinguir dos dimensiones: la objetiva, mediante el análisis de la necesidad, a través del estudio de las condiciones de vida de las personas mayores; y la subjetiva, destacada con el análisis de la necesidad, por la escucha del mensaje de las personas mayores, tanto en el plano general como en el individual.  El interés se centra en poder definir un cuadro de necesidades básicas que nos sirva para acercarnos a la problemática de las personas mayores. Los deseos y sentimientos acerca de aquello que los individuos necesitan varia enormemente  entre las culturas y a través del tiempo. Lo fundamental es que los individuos sean capaces de prosperar. Para alcanzar unas metas, los individuos tienen que actuar y ello implica capacidad física para llevar a  cabo sus decisiones.

              La Filosofía y las Ciencias Sociales han propuesto numerosas clasificaciones de las necesidades  humanas.

              MASLOW, psicólogo norteamericano las clasificaba o agrupaba en cinco categorías: los requerimientos fisiológicos o necesidades primarias tales como: respirar, comer, beber, evacuar, dormir, abrigarse etc..; necesidades de seguridad, entendidas como la protección ante las amenazas de orden físico, económico o psicológico; demandas sociales, de afecto y de pertenencia a alguno grupo, es decir, la amistad, el amor, la vinculación a unidades sociales identificadas; impulsos en busca del prestigio y del poder, necesidades de estima e influencia; tentativa hacia el desarrollo de sus capacidades, de sus potencias, autorealización.  KARPOWICH (1980), considera como necesidades universales entre las personas mayores, hasta un número de 23, destacando la independencia, autoconfianza y autoestima. Tener una vida con significado y objetivos, compañía, diversión, intimidad, control sobre determinadas situaciones de la vida, derecho a vivir con dignidad, relaciones, expresión sexual adecuada, mantenimiento de un rol individual y familiar etc. En consecuencia para actuar con éxito, las personas mayores necesitan sobrevivir y sentido de su identidad y autonomía. (continuará)

lunes, 23 de junio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (182)

La vejez, paso a paso

         Los viejos necesitan poco, pero ese poco lo necesitan mucho. Envejecer no es malo; envejecer, si se ha vivido intensamente, es un premio. 



          Cuando somos niños, vemos a los viejos bajo un aspecto que nos desconcierta y nos choca mucho. Los vemos como seres completamente incomprensibles, sin sospechar cómo se llega algún día a la vejez sin que nos hallamos dado cuenta;  incapaces de determinar qué significa, más allá del aspecto físico: arrugas, canas, cuerpo encogido o contrahecho, problemas físicos difíciles de resolver, imposibilidad o dificultad en el andar, pérdida de la memoria y del habla, etc.



                   Al llegar a la madurez  es cuando comprendemos el sentido de la palabra viejo, quizás porque lo estemos notando en nuestros propios músculos, en nuestra propia piel, en nuestros huesos, en el resentimiento de la fortaleza en general, en los cambios apreciables, aunque estos sean de una manera imprecisa. Comprendemos poco a poco que esa idea de lo inevitable, se va instalando en la conciencia, situándose en el mismo ánimo, sin percatarnos si quiera. Pero seguimos apartando los ojos, aún siendo conscientes de que, irremediablemente, el círculo de la existencia, llegada la ancianidad, se completa.

                 En los años jóvenes hay que prepararse para ver el hecho de ir haciéndonos mayores, sin prejuicios. La vejez  es la visión de un camino final en el que ya estamos inmersos desde que nacemos y que hemos de acabar de recorrer, sintiendo a cada momento, sus recodos, sus paisajes, los encuentros, sueños, amores y desamores, las sorprendentes llegadas o las tristes ausencias... Tenemos que ser conscientes de que poco a poco notamos limitaciones, pérdidas de salud, cambios físicos importantes, desplomes del cuerpo y de la imaginación, fracasos y acosos de la memoria… cambios frecuentes de ánimos, bien sea por dolor, incapacidad o abatimiento. Paulatinamente  se produce una necesaria inversión, entrando, sin darnos a penas cuenta en otra dimensión, sin dejar por eso de vivir el presente que nos corresponda, con toda su intensidad y grandeza.

         Con la vejez al abandonar el medio social habitual, el viejo se coloca en una nueva realidad que  puede ocasionar soledad y marginalidad. La muerte acecha con mayor premura; se agrava  la dependencia comenzando a necesitar estar en manos de otros, sujetos a sus voluntades que bloquean nuestros conceptos de dignidad y autosuficiencia. La vejez quizás sea la máxima prueba a superar con inteligencia, antes de dar el definitivo adiós a la existencia.  Se requiere grandes dosis de sensibilidad, generosa prodigalidad institucional, y, sobre todo amor y dedicación, para que nuestros mayores sufran lo menos posible y se despidan de la existencia con fortaleza de ánimo, con la sensación clara y reconfortante al menos, del deber vital cumplido.

lunes, 16 de junio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (181)

TEMPORALIDAD

       Las limitaciones corporales y la conciencia de temporalidad son cuestiones fundamentales en el proceso de envejecimiento. Cuerpo y tiempo se entrecruzan en el devenir del envejecimiento. De las formas de ese entrecruzamiento nacerán múltiples vejeces sin  olvidar que esta articulación ocurre en un determinado contexto social y político que influye y determina nuestro particular modo de envejecer. 


       ¿De que hablamos realmente cuando hablamos de la vejez? ¿Y cuando hablamos del viejo? ¿Del viejo reivindicativo que pelea con todo el mundo, o del viejo pasivo que acepta su destino sin reclamar? ¿Del viejo participativo, activo y divertido, o del otro deprimido y solitario? ¿De aquel que vive en familia o del que fue depositado en una residencia? ¿De la vieja elegante que pasea por los barrios nobles o de la vieja que todavía ayuda a criar a los nietos? ¿Del viejo que trabaja a nuestro lado o de aquel que renuncio a luchar? ¿De los que renunciaron a la sexualidad o de los que reivindican su derecho al placer? ¿De los que vemos en la fila del banco o en el banco de la plaza? ¿De la vieja “bruja”? ¿Del viejo “sabio”? ¿Del enfermo? ¿De los poderosos o de la los marginados o excluidos? Hablamos de todos ellos, ya que son personajes conocidos de nuestra cultura.  Hablando de vejeces de otros siempre hablamos de nuestra vejez y de los muchos viejos que podremos llegar a ser. De la vejez que deseamos y de la que tememos. Pero si cada sujeto tiene su vejez particular, las vejeces son incontables


      Llama la atención el uso frecuente de eufemismos para nombrar la vejez y todo lo que a ella se refiere como intento inútil de suavizar el peso que la palabra "viejo" causa en nuestra sociedad. Pareciera que la vejez, no puede ser nombrada sin provocar miedo y rechazo. Asistimos a la casi desaparición de la palabra "viejo" cuando nos referimos a personas  y solo la usamos cuando hacemos mención a cosas antiguas o usadas. El  viejo dio lugar a "un señor de la tercera edad" o " una señora de edad avanzada", y a muchas otras tentativas de nominación. La vejez se vuelve una especia de agujero negro, donde cualquier interpretación puede entrar, cualquier representación puede ser posible y donde permanecemos ignorantes sobre lo que realmente contiene. 



          El hecho de ser joven o viejo, aparentemente tan simple  se torna incierto cuando percibimos que la noción de juventud y vejez sufren serias transformaciones a lo largo de nuestra existencia. Cuando tenemos 5 años el viejo tiene 30, cuando llegamos a los 40, el viejo no puede tener menos de 70. Y cuando estamos en los 80... El viejo es siempre otro porque no podemos reconocer la vejez en nosotros mismos, solo podemos verla en otros, aunque ellos tengan nuestra edad. Podemos decir que en la mayor parte del tiempo no existe un "ser viejo", pero si un ser envejeciendo: si el envejecimiento es el tiempo de la edad que avanza, la vejez es la de la edad avanzada, en dirección a la muerte.


         Aunque todos sepamos reconocer a un viejo, es muy difícil definirlo ¿con que criterio lo haríamos? Podríamos usar una referencia biológica a este periodo de la vida, como cabellos blancos, arrugas, o patologías  como la osteoporosis, artrosis, hipertensión, pérdida de memoria, cardiopatías, etc. La ciencia actual está colaborando para superar la mayoría de ellas y entonces nada definen Tampoco una definición más psicológica, tomando como criterios la rigidez del pensamiento, cierto grado de regresión, tendencia a un cierto grado de nostalgia o  depresión. Pero nada de esto habla de todas las vejeces.  Ni podemos definirla desde un punto de vista social; la jubilación, por ejemplo, no hace del sujeto un viejo, como el derecho al voto no hace del adolescente un adulto. El sujeto viejo,  habla de un consciencia de la finitud, habla de muerte y de un cuerpo imaginario que se niega a envejecer y no se reconoce en el espejo. Habla de temporalidad.

domingo, 8 de junio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (180)

DIMENSIÓN CONDUCTUAL DEL ENVEJECIMIENTO

             La edad no es solo una realidad biológica sino que es también un criterio de organización social que el individuo incorpora y adapta a sus necesidades, desarrollando un procedimiento para envejecer. La vida humana puede ser dividida artificialmente en dos etapas, una de crecimiento y desarrollo y otra de involución. La primera se corresponde con la de mayor vitalidad y la  segunda con la de mayor vulnerabilidad. En la medida en que una crece, la otra decrece: enfermedad, incapacidad, dependencia. Lo importante es conocer las características de cada edad, en lugar de imponer valores de una a otra. Cada edad tiene formas de ser que le son propias. 
          
     

             La forma de envejecer se relaciona con la forma de vivir. En todas las edades se envejece, pero nunca se habían alcanzado edades tan avanzadas  Cada día se prolonga más la expectativa de vida, fenómeno programado genéticamente, del que se puede esperar una duración, en torno a los 120 años El “proceso de envejecer” -   envejecimiento primario - no es controlable. A pesar de los  intentos, no ha sido posible. Por el contrario el   ”procedimiento para envejecer” –  envejecimiento secundario - si es  moldeable. Se añade a la dimensión biológica del envejecimiento, la derivada del comportamiento. Cuando los individuos han aceptado el envejecer como parte esencial de la propia vida, el envejecimiento secundario es un concepto dinámico, según el cual, “envejecer” deja de ser solo un proceso, ajeno a la voluntad humana, para convertirse  en una forma de proceder, una actitud, con la que los hombres y las mujeres a lo largo de la historia, en las distintas épocas, han perfilado su forma de “ser mayores”.   Somos autores de nuestro propio envejecimiento.


             Para que la vejez transcurra de forma satisfactoria, generando ilusión, tranquilidad, autoestima y sabiduría, el procedimiento para envejecer, tiene que desarrollarse en un marco adecuado, que procure  controlar o mejorar las situaciones de mayor fragilidad que puedan afectar a las esferas física, cognitiva, afectiva y social. El procedimiento es la forma activa, dinámica, en que el ser envejece. Se trata de algo elaborado conforme a la voluntad del individuo, según los medios de que dispone. Viene determinado por los factores medioambientales tales como la meteorología, nutrición, vivienda, hábitat, higiene, circunstancias laborales, entorno social, redes de apoyo, cultura, desarrollo tecnológico, desarrollo sanitario, etc. del momento. Es el resultado de las modificaciones que el estilo de vida introduce en el proceso “natural” de envejecimiento, acelerando o frenando, las características esenciales de dicho proceso. El mantener “estilos de vida saludables” durante el proceso de envejecimiento, contribuye a tener una percepción satisfactoria del paso de los años que, refuerza la propia historia vital y crea expectativas positivas respecto al futuro. Tiende a añadir años a la vida y vida a los años. Se hace menos probable la aparición de discapacidades


             En el presente y en un futuro inmediato,  tendremos que aprender a vivir en el límite de las situaciones de fragilidad que acompañan el proceso de envejecer;  conoceremos los factores que incrementan la fragilidad; y tomaremos medidas para evitar su evolución hacia la incapacidad. Cada día, en fin, cobrará más importancia el envejecimiento secundario, ¿pero sabremos como tratarlo?

domingo, 1 de junio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (179)

¿ESTAMOS CAMBIANDO MORTALIDAD POR DISCAPACIDAD?

España sigue su proceso de envejecimiento. A 1 de Noviembre de 2011 había 8.116.347 personas mayores de 65 y más años, el 17,3% del total de la población, 46.815.916.  La longevidad se ha incrementado de forma espectacular durante todo el siglo XX. En 1900 la esperanza de vida era de 34,8 años, y ahora es de 82,0.  Sigue creciendo en mayor medida la proporción de octogenarios que ahora representan el 5,2% de toda la población   Las mujeres españolas tienen una esperanza de vida al nacer de 84,9 años, y los varones de 78,9 años  El número de personas de 65 y más años por cada 100 de 45 a 65 años (ratio de apoyo familiar) ha ido aumentando progresivamente en los últimos años y se estima que seguirá haciéndolo, de manera que cada vez serán menores los recursos familiares disponibles para apoyar a una cifra tal alta de mayores

No todo el tiempo se vive en buenas condiciones. A cada edad corresponde un período de vida sin problemas, esperanza de vida libre de discapacidad y otro con problemas, esperanza de vida con discapacidad. La esperanza de vida libre de discapacidad es un buen indicador de cómo se viven los años finales de la vida. La necesidad de ayuda avisa de la demanda potencial de servicios de cuidados de larga duración. iSegún se avanza en edad aumenta proporcionalmente el período de años vividos con discapacidad, entendiéndose como tal  la dificultad importante para realizar actividades de la vida diaria en las personas mayores  en lo que afecta al autocuidado e independencia en el hogar.
Silueta de las personas mayores con discapacidad



Los españoles han venido ganando años a la muerte y esa tendencia continuará. Se está ganando más vida justo en las edades avanzadas. ¿Cómo se viven esos años?. En esas edades es donde más crece la proporción de años vividos con problemas, respecto del total de años por vivir. Estamos cambiando mortalidad por discapacidad.


         A partir de los 65 años hay 20 años más de esperanza de vida, de los cuales 14,5 años son periodo de vida sin problemas (75%) y 5,5  años con problemas (25 %).

A partir de los 70 años hay 16 años más de esperanza de vida, de los cuales 10,8 años son periodo de vida sin problemas (69%) y 5,2  años con problemas (31%).

A partir de los 75 años hay 12 años más de esperanza de vida, de los cuales  7,4 años son periodo de vida sin problemas (62%) y 4,6 años con problemas (38%).

A partir de los 80 años hay 9 años más de esperanza de vida de, los cuales 4,7años son periodo de vida sin problemas, (53%)   y 4,3 años con problemas (47%).

A partir de los 85 años hay 7 años más de esperanza de vida, de los cuales 2,7 años son periodo de vida sin problemas (42%) y  4,3 años con problemas (58%).
A partir de los 90 años hay 5 años más de  esperanza de vida de los cuales 1,3 años son periodo de vida sin problemas (28%) y 3,7 con problemas (72%).