miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (149)

Pautas para una vejez digna y feliz

Cuidará su presentación todos los días. Vista bien, muéstrese pulcro, arréglese como si fuera a una fiesta...¡Qué más fiesta que la Vida!.

No se encerrará en su casa ni en su habitación. Nada de jugar al enclaustrado ni al preso voluntario. Saldrá a la calle y de paseo al campo. El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece.

Amará al ejercicio físico como a si mismo. Un rato gimnasio, una caminata tan vigorosa como pueda dentro o fuera de casa. Contra inercia...¡diligencia! ¡Nunca camine mirando al suelo ni a pequeños pasos! 

Evitará actividades y gestos de viejo derrumbado. La cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose, el vestido manchado. ¡NO! que la gente le diga un piropo cuando pase. 

Nunca se crea más viejo y más enfermo de lo que en realidad esté. Le harán el vacío. Nadie quiere estar oyendo historias de achaques, enfermedades u hospitales. Deje de autollamarse viejo y considerarse enfermo... ¡Tome tan pocas medicinas como pueda y medíquese de Vida! 

Cultivará el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo buena cara. Sea positivo en los juicios, de buen humor en las palabras, risueño de rostro, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce. La vejez no es una cuestión de años, sino un estado de ánimo. 




Tratará de ser útil a sí mismo y a los demás. Hágase necesario. No sea un parásito ni una rama desgajada voluntariamente del árbol de la vida. Bástese por sí mismo hasta donde sea posible y ayude a otros. Ayuda con su ejemplo, con su alegría, con una sonrisa, con un consejo, con un servicio. 

Trabajará con sus manos y con su mente. El trabajo es la terapia infalible contra el tedio de la vida. No se jubile si no está preparado, ello es capaz de marcar su muerte biográfica. Cualquier actitud laboral, intelectual o artística son medicinas para todos los males, ¡la bendición del trabajo! Cuando termine una actividad, tenga preparada otra, así siempre estará entretenido, creciendo y adquiriendo más sabiduría.




Mantendrá vivas y cordiales las relaciones humanas. Desde luego primero las que anidan dentro del hogar, integrando a todos los miembros de la familia. Ahí tiene la oportunidad de convivir con todas las edades, niños, jóvenes y adultos, el perfecto muestrario de la vida. Luego escuchará el corazón a los amigos, con tal de que los amigos no sean exclusivamente viejos como Vd. 



        No pensará que todo tiempo pasado fue mejor. Deje de estar condenando a su mundo y maldiciendo su momento. ¡Alégrese de haber llegado a la edad que tiene y sea feliz! 

domingo, 15 de septiembre de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (148)

Hogar y personas mayores

Es bien conocido el aumento de la esperanza de vida. Por ello el cómo y dónde vivir cuando seamos personas mayores es una situación que debemos contemplar.

Según el Instituto Nacional de Estadística, un 80% de las personas mayores, tienen su vivienda en propiedad y libre de cargas económicas; y el 15% se encuentran en  alquiler en régimen de “vivienda antigua”, pagando una cantidad baja si se comparan con el resto de alquileres de otros grupos de edad.

         Una característica general de la vivienda de las personas mayores es  su antigüedad, lo que conlleva ciertas carencias de gran importancia, como puede ser la falta de ascensor - hasta en un 35% de las viviendas -, lo que repercute en la movilidad de las personas y por tanto agrava la dependencia. Otras carencias, aunque se dan en menor medida, son la falta de calefacción, de teléfono y de agua caliente. Como dato positivo hay que destacar que las viviendas de nuestros mayores tienen una mayor superficie comparándolas con las de otros grupos de edad.  Para remediar estas deficiencias nos encontramos con los programas de rehabilitación de viviendas
       
        En un momento de nuestra vida puede presentarse la necesidad de  solicitar ayuda en el ámbito del hogar por problemas  físicos, psicológicos, familiares e incluso económicos. Esta ayuda  se lleva a la práctica mediante la prestación de determinados servicios, como:

        Programas de asistencia domiciliaria  centrados principalmente en mayores con problemas de autonomía personal o con alguna discapacidad o minusvalía y también en aquellos con problemas sociales. Es un servicio muy demandado puesto que los mayores prefieren envejecer en su casa aunque no puedan valerse por sí mismos Cubren las necesidades básicas diarias, realizando tareas del hogar.



La ayuda  o asistencia en el hogar se ha visto complementada desde finales de los años ochenta con la teleasistencia. Tan solo con pulsar la alarma permite la atención en cualquier momento del día de las personas mayores con dificultades de movilidad o que vivan solos, ante situaciones de emergencia, de soledad, de crisis de angustia, o simplemente por la necesidad de hablar con alguien. Además, facilita la atención de las emergencias en el domicilio, movilizando los recursos asistenciales necesarios

Una nueva ayuda en los últimos tiempos está siendo la telemedicina. A través de medios telemáticos apoyados  en la línea telefónica, se puede controlar a un mayor convaleciente en su hogar, sin necesidad de que realice desplazamientos frecuentes.



Viviendas compartidas entre jóvenes y mayores,  por ejemplo, entre un mayor que vive solo y un estudiante universitario. Es una experiencia que funciona en varias ciudades y en la que ambos se hacen compañía y comparten los gastos.
Viviendas compartidas entre varios mayores. Se trata de casas supervisadas en las que vive un grupo pequeño de mayores que disponen de un cierto nivel de autonomía para su vida diaria pero que tienen dificultades para vivir solos


Otras  ayudas en este ámbito, fuera del ámbito del hogar,  pero sin abandonar el mismo, lo podemos encontrar en:

Los Centros de día donde puede acudir la persona mayor durante el día regresando al domicilio para dormir.  Ofrecen ayuda y atención sobre todo a personas con dependencia para las actividades de su vida diaria y problemas médicos y/o psicosociales.


Los Centros de mayores conocidos como hogares del jubilado en donde  se facilita la convivencia entre las personas  mayores con actividades socioculturales así como con servicios de información y de atención sociosanitaria.
En casos de tomar la decisión de dejar la casa de toda la vida nos encontramos con las residencias  públicas, privadas o concertadas, que cumplen con una serie de condiciones y requisitos mínimos establecidos previamente y que garantizan una calidad mínima y aceptable en la atención a los mayores. Es  un sistema de alojamiento  sobre todo para aquellas personas que tienen algún tipo de dificultad o limitación física o psíquica y no pueden permanecer en su domicilio habitual. También hay mayores que encontrándose bien prefieren vivir en estos centros, que disponen también de programas de estancias temporales o de terapias de apoyo.

Por último resaltamos en el ámbito del hogar de las personas mayores los denominados “complejos residenciales”, que proporcionan todo tipo de servicios y suelen estar formados por viviendas tuteladas independientes. Se trata de grandes urbanizaciones que están proliferando principalmente en la zona mediterránea y que además de viviendas, a las que se les dota de todo tipo de servicio doméstico, disponen de un centro médico e incluso de una residencia para las personas con mayor dependencia


Concurso Calaf 2
Concurso Calaf 3



domingo, 8 de septiembre de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (147)

Envejecer: Un paso más en el ciclo vital


Los países desarrollados envejecen.  En España el porcentaje de personas con más de 65 años era el 8,2%  de la población total en 1960; en la actualidad supera el 17%, y se espera que alcance el 32,1% en 2050. Las causas de este envejecimiento de la población son fundamentalmente: las bajas tasas de fecundidad o número de nacimientos que ha pasado de 2,9 hijos por mujer en edad fértil en 1970 a 1,4 en la actualidad; y el aumento espectacular de la esperanza de vida. Estamos ganando un tiempo de vida extra. Cada ocho años del calendario, la esperanza de vida a partir de los 65 años aumenta en un año. Eso se refleja en que la esperanza de vida al nacer se ha incrementado en cerca de 40 años, pasando de 41 años a 81 años;   y la esperanza de vida a partir de los 65 años ha pasado de menos de 10 años,  a casi 20 años en la actualidad. Y estas ganancias continuarán en las próximas décadas. 
El alargamiento de la  esperanza de vida tiene consecuencias a lo largo del ciclo vital.

1ª.- El aumento de los años dedicados al estudio en la enseñanza oficial o reglada, pasando de menos de 10 años de media de la generación nacida en 1940, a los 13,6 años de media que dedica la generación que acaba de terminar su etapa formativa. 
2ª.- El retraso de la emancipación o edad de abandono del núcleo familiar, situándose en 29,3 años para los hombres y 28,3 para las mujeres.
3ª.- Se retrasa la edad del primer matrimonio, 32 años en el caso de los hombres y hasta los 30 años para las mujeres.
4ª.- La edad media en que las mujeres tienen su primer hijo ha pasado de los 25 años en 1975   a 29,5 años en la actualidad.
 5ª.- El retraso en cerca de 10 años  en cuanto a la edad de acceso al mercado de trabajo, que a mediados del siglo XX estaba en los 18 años de edad mientras que ahora se acerca a los 30 años. 
6ª.-  La esperanza de vida después de la fecha de la jubilación ha aumentado hasta alcanzar una media de 14 años Vivimos mas años.

Esta es la razón por la que en esta última parte de la exposición dediquemos nuestra atención al envejecimiento como consecuencia de éste aumento de la esperanza de vida. Las personas mayores representan el grupo de población más variado y heterogéneo, con diferencias biológicas, físicas, mentales, culturales, históricas... que no sólo las distinguen de los adultos y de los niños, sino que también les hace ser diferentes entre ellos mismos, por lo que podríamos concluir que sólo comparten el "envejecimiento cronológico", pero no el vital.


Durante el envejecimiento no sólo se producen pérdidas y deterioros, también se mantienen los aprendizajes y la experiencia, e incluso se desarrollan o aprenden nuevas habilidades para la adaptación y afrontamiento de estas pérdidas, así como la capacidad para seguir creando y participando socialmente, formando parte de la sociedad.

La calidad de vida de los mayores depende no solo de factores biológicos asociados a la salud y la enfermedad, sino además de factores sociales, culturales, los hábitos de vida. Las características personales de cada mayor influyen en la vivencia y grado de satisfacción de esta calidad de vida. De ahí, además del reconocimiento social a las personas mayores y a su envejecimiento, se hace necesaria una llamada de atención a los profesionales y a la sociedad en general de la importancia de conocer esta etapa vital que puede representar una cuarta parte, y en ocasiones un tercio de la vida de una persona.