miércoles, 19 de diciembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (122)


La salud mental y el bienestar
en las personas mayores

          Para algunos, envejecer es una experiencia positiva, ya que conlleva liberarse de la carga del trabajo y contar con más tiempo libre, cuando todavía se está en buenas condiciones para disfrutarlo.  En este contexto, la salud mental es una asignatura pendiente a la que deberíamos prestarle más atención por razones humanitarias, sociales y económicas. Asegura una  vida larga y saludable.

           Los trastornos mentales afectan al bienestar de las personas mayores ya que el grado de sufrimiento que llevan consigo influye en las relaciones con su entorno, su capacidad de cuidarse así mismo, la percepción de su valía personal y su participación e integración en la sociedad. Promover la salud mental entre las personas mayores facilita la contribución que las mismas pueden hacer a la sociedad y a la economía, a la vez que disminuyen  los costes relacionados con los cuidados originados por una salud mental frágil 

           La mala salud mental no forma parte del proceso de envejecer, pero  ésta influenciada por las condiciones biográficas  de la persona. En este sentido hay cuestiones críticas que pueden tener un impacto significativo en la salud mental de los mayores tales como la jubilación que se asocia frecuentemente con la pérdida del estatus,  de las actividades cotidianas  de la vida laboral, del poder adquisitivo  y estabilidad económica, así como con la percepción de un rol notablemente reducido en la vida, con pocas relaciones sociales.

          Otros factores que pueden causar efectos sobre la salud mental de las personas mayores son: - el deterioro gradual de la salud y de la capacidad física, con una mayor incidencia de las enfermedades crónicas, lo que lleva consigo la disminución  de su capacidad funcional; - el cambio de entorno al mudarse de domicilio; -  la pérdida de sus amigos íntimos, de su familia y de sus parejas; - la pobreza; - la soltería; -  el hecho de ser mujer; - las separaciones o el luto;-  y las limitaciones en la autonomía, con el miedo a perder su independencia. Mención especial, la exclusión social, el aislamiento  con sentimientos de soledad,  y los impedimentos de movilidad 

         Los factores reseñados llevan consigo  una salud mental frágil, siendo  los trastornos mentales comunes en la vejez, la depresión, la ansiedad, las enfermedades psiquiátricas, el incremento de los impedimentos físicos, las redes sociales demasiado pequeñas, y la vida poco satisfecha. Las personas mayores con depresión son de dos a tres veces más susceptibles a tener dos o más enfermedades crónicas, y de dos a seis veces más de sufrir, cuando menos, una limitación en sus actividades cotidianas en comparación a los grupos de menor edad. También demencias definidas como la pérdida de funciones intelectuales con la severidad suficiente como para interferir con el funcionamiento cotidiano de la persona. La enfermedad de Alzheimer, que es un proceso lento de degeneración neuronal y que, hasta la fecha, no se puede controlar o prevenir, es la forma más común  entre todos los casos de demencia.

        Para terminar vamos a reseñar algunas medidas que pueden prevenir una mala salud mental. En primer lugar las redes sociales. Aquellas personas mayores que tienen contacto frecuente con la familia, los amigos íntimos y los vecinos, tienden a tener mejor salud mental y física que los que se involucran menos. Más aún, una mayor implicación con el vecindario y la comunidad se asocia con más apoyo social, más actividad física y niveles menores de estrés. Otra recomendación es la participación en actividades de voluntariado que puede aportarles reconocimiento social, significado  y  sensación de seguridad. También la dedicación a otras formas de trabajo no remunerado, como pueden ser las relaciones intergeneracional como mentores y el cuidado de los niños. La continuidad en la educación o en el aprendizaje a lo largo de la vida proporciona una oportunidad para adquirir nuevos conocimientos, habilidades y competencias, especialmente para las personas en riesgo de exclusión social.  En definitiva  un estilo de vida saludable, un medio ambiente seguro para vivir y la participación activa y significativa en la sociedad y en la comunidad, son importantes factores de protección para el bienestar mental de las personas mayores.

domingo, 9 de diciembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (121)


Prevención y actitudes de las personas mayores y cuidadores ante la enfermedad

No tienen porque estar unidos los términos envejecimiento y enfermedad, aunque sí es cierto que con la edad se van acumulando excesos de toda una vida, que pueden alterar la salud. Por ello es muy importante la prevención y que ésta se realice desde edades tempranas.
 En épocas pasadas no existía  interés  en promover un estado óptimo de salud física, mental y social en la población envejecida.  A causa de la edad,  se consideraba que cerca del final de la vida, el prevenir y modificar factores de riesgo no tenia sentido. Esta idea, sin embargo, se ha ido abandonando en los últimos años con el creciente interés que despierta este grupo de población y el conocimiento de que es posible fomentar y mantener su salud. Es cierto, sin embargo, que en las personas mayores la prevención de enfermedades tiene aspectos especiales. Más importante que disminuir la mortalidad y aumentar la expectativa de vida, lo que se persigue con las medidas preventivas  es  retrasar el deterioro funcional, evitar la dependencia y mantener la autonomía y la calidad de vida. De ahí  la importancia  de las actuaciones en el ámbito de la educación sanitaria, políticas de salud pública  y tratamiento de enfermedades
Cuando aparece la enfermedad en personas mayores, aumentan las posibilidades de que coincidan varias dolencias, lo que hace que una altere y potencie a la otra, y que sea necesario administrar varias medicinas  a la vez. El cuerpo no responde de la misma forma que antes, por lo que es muy probable que crezca el riesgo de que se pueda producir incapacidad si no se cuida de manera adecuada.

Cuando una persona mayor padece una enfermedad tiene miedo, sobre todo a no sobrevivir y morir. Por ser mayor, se aprecia la muerte de una forma más cercana que a otras edades más jóvenes y se tiene la experiencia de conocidos que ya han fallecido, entre ellos sus propios cónyuges. Por ello ponemos de relieve las distintas posiciones o actitudes más comunes de  las personas mayores ante la enfermedad.
En primer lugar tenemos a las que quiere curarse.  La mayoría se encuentra dentro de este grupo. Son colaboradoras y agradecidas, siempre y cuando se les trate de la forma idónea.
Hay un segundo grupo de personas mayores que no quieren curarse. Esto es muy poco frecuente, puede que deseen morir, pero si esto es así se debe a que se consideran una carga tanto afectiva, como familiar.
Y una tercera situación es el grupo de personas mayores que quieren seguir enfermos para así manipular el entorno. Es poco frecuente, pero en algunas ocasiones, la persona mayor sólo ve esta situación como única medida de llamar la atención ante la falta de cuidados o afectividad por parte del entorno. Aquí los familiares deben saber cómo corregir esta situación. Un trato cariñoso constante y no sólo cuando están enfermos es una buena solución.
Y por último vamos a poner de relieve algunas recomendaciones útiles para los cuidadores en relación con las personas mayores enfermas. Son éstas:
Intentar comprenderlas, para así poder entenderlas mejor.
No hay que gritarles, se les debe hablar siempre en tono normal, mirándoles a la cara, y con contacto físico (dándole la mano, suaves caricias en el dorso, etc)
Es tan malo el pesimismo como el optimismo. Una visión realista, positiva, es la mejor forma de afrontar sus problemas
Aunque es importante hablar con las personas mayores enfermas, lo más importante y lo más difícil es saber escucharlas sin prisas y sin críticas. 
Todo lo relativo a las personas mayores, sobre todo a las de más edad, al igual que ocurre en el caso de los niños de menor edad, requiere paciencia,  ya que la curación y la recuperación es más lenta que en otras edades. Con impaciencia no se alcanzará nada
No es conveniente hacer las cosas que precisen más de lo necesario. Hay que ayudarles lo justo, hacer lo que no puedan y dejarles cuando ya lo pueden hacer. Por ejemplo, podemos servirle y cortarle el pan, el filete, pero dejar que ellos se lo lleven a la boca
El respeto de su intimidad es fundamental. Todo lo referido a la higiene corporal es siempre un daño a nuestro pudor, por lo que el respeto en este sentido es básico. Que el cambio de pañales o el baño se haga en intimidad ayuda a demostrar el respeto que se tiene por la persona a quien se cuida. 

domingo, 2 de diciembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (120)


  El sueño tanto en las personas mayores como en el resto de las edades representa una de las actividades más necesarias, pero también de las más placenteras para el ser humano. Sin embargo, en ocasiones, el sueño o el dormir no es tan gratificante o reparador como desearíamos, debido a distintas circunstancias como pueden ser el dolor, los cambios sociales, por ejemplo la jubilación, los problemas emocionales..., y que provocan despertares frecuentes, dificultades para conciliar el sueño, escaso tiempo total de sueño... Además, es preciso tener en cuenta los cambios normales que se producen con la edad, y que por desconocimiento, suelen provocar angustia y una valoración errónea de la calidad del sueño.

  Una inadecuada calidad del sueño puede ser considerado como un grave problema de salud para la persona mayor, debiendo ser contemplado por los profesionales de salud, siendo varias las alternativas de intervención: tratamiento farmacológico, técnicas psicológicas y formación en higiene del sueño. El sueño o el dormir  como necesidad fisiológica, es una actividad individual, que debe ser evaluada y analizada de manera particular en cada persona, y por tanto el tratamiento debe ser también único y adaptado. En las personas mayores es más ligero, discontinuo, con mayor dificultad para volver a recuperarlo y con mayor sensación de no haber dormido, y por lo tanto de no ser un sueño reparador.

El insomnio se define como la falta de sueño nocturno y puede manifestarse de varias maneras: por dificultad en la conciliación del sueño; por problemas para  mantenerse dormidos;  y por despertar muy temprano, sin posibilidad de volver a conciliar el sueño.  Va acompañado de sensación de incomodidad, cansancio y somnolencia durante el día, siendo sus causas fundamentales además de  enfermedades, la depresión, la  ansiedad, factores ambientales como el exceso de luz, ruidos, habitación compartida, cama y almohada distintas a las habituales, interrupción del sueño para administrar medicación, excesivo tiempo en la cama, las siestas diurnas, sedentarismo, alcohol, tabaco, aburrimiento con falta de actividad o estímulos diurnos, nicturia es decir, orinar por la noche, dolor.
El manejo de los trastornos del sueño comprende varios tipos de medidas específicas para cada tipo de trastorno. Pueden ser, farmacológicas  y no farmacológicas o medidas de higiene de sueño. Las farmacológicas corresponden al médico prescribirlas y valorarlas. Las no farmacológicas son las  medidas de higiene del sueño que comprenden diversas instrucciones dirigidas a evitar elementos que lo dificultan. Entre los más utilizados se encuentran las siguientes:
1,. Acuéstese para dormir sólo cuando tenga sueño. 2. No realice en la cama ninguna actividad que no sea dormir. Por tanto evite  la lectura, ver TV, oír radio y no piense en problemas o actividades que debe hacer al día siguiente 3. Si pasados 10 minutos desde que se metió en la cama no ha conseguido dormirse, levántese y realice una actividad relajante como oír música o leer. 4. Vuelva a acostarse  cuando crea tener sueño. 5. Si vuelto a la cama sigue sin poder dormir, vuelva a realizar la misma operación tantas veces como sea preciso. 6. Si tras quedarse dormido se despierta durante la noche y permanece 10 minutos sin conciliar de nuevo el sueño, siga las instrucciones anteriores. 7. Levántese siempre a la misma hora, con independencia del tiempo que haya dormido. 8. No duerma durante el día.
Otras medidas útiles son las siguientes: Evitar excitantes o comidas copiosas en la tarde. Realizar ejercicio suave durante todo el día. No hacerlo antes de acostarse ya que excita. Mantener una temperatura confortable en la habitación y dentro de la cama, ni exceso ni falta. Procurar el menor ruido ambiental en la residencia durante el turno de noche, al igual que el menor estímulo posible de luz. Realizar medidas de relajación previas al sueño con ambiente musical tranquilo de fondo y sin forzar el hecho de dormir.
Con los pacientes inmovilizados, es muy difícil poder llevar a cabo muchas de estas medidas. Para ellos, los principales consejos se centran en que no duerman por el día y en motivarles con ejercicios acordes a su incapacidad. No hay que obsesionarse por la cantidad de horas dormidas, no duerma por el día y acostúmbrese a acostarse y levantarse a la misma hora







domingo, 25 de noviembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (119)

Padres mayores - hijos adultos


       Debido al aumento de la esperanza de vida hay cada vez más hijos adultos de padres mayores, cuyas relaciones  no siempre son fáciles por la coexistencia de sentimientos encontrados.  Están influenciadas no sólo por el incremento en las expectativas de vida, sino también por las diversas adaptaciones, tales como cambios en residencia, trabajo, salud, matrimonio, divorcio, y nupcias. Las relaciones entre los hijos adultos y sus padres  mayores continúan a lo largo  de toda la vida,.


      Cuando abandonan el hogar, los hijos se han hecho adultos independientes y autónomos,  Se mezclan sentimientos positivos – amor, ayuda recíproca, valores compartidos, solidaridad…-, y negativos – soledad, conflictos y problemas, dejadez,… Contraste entre autonomía y dependencia. Anhelos de  contribuir al bienestar del otro, pero al mismo tiempo  manteniendo sus cuotas de libertad e independencia.

      Los padres tienen que enfrentarse al proceso de envejecimiento, a problemas de salud, a la jubilación, y los hijos deben comprender que sus progenitores, empiezan a necesitar su ayuda. Pero por otro lado, a los hijos adultos inmersos en su carrera profesional,  la crianza y educación de sus hijos,  probablemente,  no les quedara demasiado tiempo para sus padres mayores, que se dejan abatir por la sensación de abandono. Las relaciones entre ellos pueden adolecer del cariño, el respeto, la comunicación abierta y la lealtad esperada. Sin embargo no faltan, tampoco, los casos en que son los hijos adultos a quienes invade el sentimiento de frustración porque consideran que sus padres mayores no les ayudan lo suficiente, ya sea económicamente o en la crianza de sus propios hijos o por el contrario, porque entienden que los abuelos interfieren en exceso en su propia vida familiar. En este sentido es de interés ofrecer algunas sugerencias para la construcción y el mantenimiento de relaciones saludables, entre los hijos adultos y sus padres mayores: 


      Comunicación. Escuchar e intentar entender las experiencias Compartir las propias expectativas, sensaciones, esperanzas, y preocupaciones. Reconocer que los sentimientos y las creencias de los hijos adultos y de los padres mayores son verdaderos para cada uno de ellos, ya que merecen el derecho de tener sus propias opiniones, incluso si son diferentes. Respetarse el uno al otro.  Cada generación toma decisiones distintas, y debe sufrir o disfrutar por sus consecuencias.   Tienen experiencias únicas. Construir y mantener una relación sana entre las diferentes generaciones de la familia

      Terminamos poniendo de relieve como anécdota que China, un país donde durante milenios los más mayores en las familias eran venerados por tradiciones religiosas, prepara una reforma legal que podría castigar a los hijos adultos que no visiten a sus padres mayores. La introducción de este delito se estudiará en la reforma de la Ley de Protección de los Derechos e Intereses de los Ancianos, creada en 1996.  La reforma señala en uno de sus epígrafes que "los familiares no han de ignorar o aislar a los mayores, y deben visitarlos frecuentemente si no viven bajo el mismo techo", ofreciendo la posibilidad de llevar casos ante los tribunales si no se respeta esta obligación. El cambio legal  simboliza un esfuerzo para restaurar los valores familiares en la sociedad china, que ha pasado de una tradicional veneración de los más mayores, al olvido a muchos de ellos, debido a una sociedad más individualista y materialista. 

domingo, 18 de noviembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (118)

Las medias verdades sobre el envejecimiento

La vejez no es igual para todos.  El pasar de la edad adulta a la vejez  tiene una gran variabilidad entre las personas. No todos envejecemos a la  misma velocidad, ni somos física ni mentalmente iguales, ni nos afectan de la misma manera las circunstancias que nos rodean, Puede ser vivida por cada uno de nosotros, de muy diferentes maneras.

Hablar de vejez o "hacerse viejo" ha tenido y tiene connotaciones negativas. Se ha interpretado que el envejecimiento implica pérdidas y está relacionado a enfermedad y dependencia. Los estereotipos asociados a la edad, adquiridos en los primeros años de la vida,  crean una visión exagerada de la realidad.  La aceptación de hechos que no son reales, pero que son admitidos por la sociedad como tales, genera  una imagen inexacta y en ocasiones errónea, además de homogeneizadora, de todos los miembros de este  grupo de población. En este sentido, los estereotipos más habituales que se encuadran en el perfil de  personas mayores hacen mención a los siguientes rasgos: todas son iguales;  están enfermas, tienen dependencia funcional y son frágiles; solas, aisladas y deprimidas; tienen problemas de memoria; son rígidas y no se adaptan a los cambios; no deben seguir trabajando; no pueden aprender cosas nuevas….. Esta forma de pensar favorece la aparición de dependencia, discapacidad, depresión, reducción del sentimiento de autoestima, disminución del rendimiento o incluso aumenta el riesgo de mortalidad, provocando, además una  imagen errónea de las personas mayores en los profesionales, a pesar de ser este colectivo, uno de los principales usuarios de los servicios de salud.


Pero la realidad es otra, Las personas mayores integran  el grupo de población con mayor variabilidad interindividual, con diferencias biológicas, en las características psicológicas, sociales, culturales- En general, mantienen un buen nivel funcional para la realización de las actividades de la vida diaria, autónoma e independiente. Buenas relaciones y apoyos sociales, con una red menos extensa  que en la juventud, pero más gratificante y más leal, principalmente con sus familias y sus hijos.  Desarrollan actividades mentales con la misma capacidad que las personas jóvenes, pero adaptadas a las exigencias de la edad. Los rasgos de personalidad se mantienen a lo largo de toda la vida siendo capaces de acomodarse a los cambios que se producen en su entorno.  Pueden seguir aprendiendo y continuar realizando su trabajo de la misma manera o mejor que los jóvenes, dado que cuentan con habilidades y conocimientos para enfrentarse a  las nuevas tecnologías. ….. En definitiva, el envejecimiento es un `proceso en el que la persona ha de conforma una  nueva imagen de sí misma, enfrentándose   a él de manera exitosa, con capacidad para decidir cómo quiere hacerlo

sábado, 10 de noviembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (117)


En España, la participación de las personas mayores en actividades laborales formales y remuneradas es muy reducida. Nos encontramos con un grupo importante de  población con una esperanza de vida superior a  la de generaciones precedentes y en buenas condiciones físicas y mentales, cuya presencia en el mercado laboral ha finalizado al cumplir la edad de la jubilación. Desean continuar realizando una variedad de  quehaceres productivos,  contribuyendo  al desarrollo y bienestar de la familia y la sociedad. Pero cuando miramos al sector laboral, la discriminación por edad constituye una importante barrera para la participación en el mismo de las personas mayores que  sienten que sus habilidades y conocimientos están siendo despilfarrados, traicionando sus propias capacidades. Es una forma de exclusión social hasta el punto de que  se ha llegado a proponer un cambio en la definición de “trabajador mayor” que rompa con la noción de  la edad de jubilación, y  se base en una concepción de   “capacidad de desarrollar un empleo”.

          Culturalmente estamos habituados a percibir a la persona mayor fuera de las fuerza de trabajo, fuera de los sistemas y de los procedimientos formales de la educación, fuera del sistema formal financiero, fuera de las decisiones del grupo familiar, en el espacio de los “perdedores”, de los que carecen de la capacidad de competir. Ha prevalecido una visión que tiende a identificarlos como un grupo poblacional supuestamente homogéneo caracterizado por la inactividad, improductividad y dependencia, condicionando de este modo su rol social. Pero  si miramos adelante se perfilan nuevos  modelos de personas mayores, con más recursos sociales, culturales, educacionales y financieros  que protagonizaran una vejez diferente  frente a los desafíos que implica hoy, el crecimiento, la globalización, la apropiación de nuevas tecnologías, los roles a desempeñarse en una sociedad del conocimiento etc.


En la actualidad la mayoría de las personas mayores se encuentran en una situación de autonomía personal y participan activamente de su entorno, contribuyendo al sostenimiento del Estado de Bienestar desde su apoyo a la familia, con el cuidado de nietos, personas dependientes y ayudas informales a otros hogares, formas de voluntariado y su aportación económica a través del consumo. Pero todas estas acciones,  al estar fuera del mercado de trabajo,  pocas veces se contabilizan. Sin embargo a través de ellas la persona mayor  se produce a si mismo y produce  sociedad, con un sentido de “producción social”.   

Dicho  esto hemos de añadir que las personas mayores tienen derecho a una actividad  remunerada, para conservar su salud, su equilibrio psicológico, su bienestar y felicidad. La eliminación de la obligación de retirarse a una determinada edad legal y la mejora de los niveles educativos y sanitarios al paso de los años, han creado las condiciones para alargar su permanencia en el mercado laboral. Los  cambios estructurales que ha introducido la globalización en el  sistema de producción de bienes y servicios ofrecen un nuevo escenario laboral en donde las nuevas tecnologías juegan un papel importante con nuevas formas y fuentes de empleo que irán transformando las características del trabajo como hasta ahora se lo ha entendido, siendo la flexibilidad la principal característica del nuevo escenario laboral.
 

El problema  que puede significar para una sociedad envejecida el no considerar a las `personas mayotes como un importante recurso humano para el desarrollo del país, puede ocasionar problemas al sistema  de seguridad social, al sistema  de salud y en general consecuencias socioeconómicas desfavorables. Se trata pues de garantizar la interacción positiva de las políticas económicas, sociales y de empleo con el fin de promover una vida activa sostenible.

lunes, 5 de noviembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (116)


La movilidad de las personas mayores

    Durante el proceso del Categorías: GeriatríaSíndromes
  envejecimiento se originan  trastornos en la movilidad de las personas mayores. Es frecuente padecer  determinadas dolencias, unas neurológicas como el Parkinson y las Neuropatías; otras trastornos vasculares, óseos o articulares… En el sexo masculino dichas alteraciones  están asociadas a procesos neurológicos; y en sexo femenino a enfermedades óseas y articulares como la artrosis de la cadera y rodillas En cuanto a los cambios del equilibrio o capacidad de adoptar una posición vertical y  los cambios en la locomoción  o capacidad para iniciar y mantener un paso rítmico en la marcha,   debe diferenciarse entre los  propios de la edad y los  que aparecen en relación con enfermedades musculares, articulares y nerviosas asociadas con la edad avanzada.


            Caminar es la forma de movimiento más natural. Su razón, la necesidad de desplazarse de un lugar a otro y es la principal opción para aumentar la actividad física en la población sedentaria. No se necesita una habilidad especial ni ningún tipo de equipamiento. Es la propia persona la que debe regular su intensidad, duración y frecuencia.

El logro de un buen caminar es uno de los requisitos más importantes para un envejecimiento satisfactorio, Los trastornos son un problema. Se modifica la manera de moverse,  caminando más lentamente, con alteración de la postura corporal  y la zancada se acorta. Marcha  inestable, ineficaz., riesgo de caídas y lesiones como  fracturas y luxaciones  que además de dolor, causan incapacidad y un largo periodo de recuperación. Ello hace que muchas personas mayores recorten voluntariamente su actividad debido a la preocupación por su capacidad motora, lo que provoca una falta de confianza en si mismo. Se recluyen en sus casas, limitan sus salidas y dependen  de otros para cualquier actividad. Por otro lado, la debilidad física hace que sea difícil soportar el peso corporal al levantarse de una silla baja o del asiento del inodoro, subir escaleras o subirse a un autobús


 El modo de caminar de las personas mayores es un indicador importante del bienestar, salud y larga vida. Caminar requiere energía, control del movimiento y apoyo, y exige un esfuerzo en múltiples  órganos, incluido el corazón, los pulmones y sistemas como el circulatorio, nervioso, muscular y esquelético. La velocidad al andar es una  herramienta útil para identificar a las personas mayores con más probabilidades de vivir 5, 10 o más años, y a aquellas con mayor riesgo de muerte prematura


        No hay un momento determinado para la aparición de los trastornos de la marcha ya que ello depende de factores como el estilo y la calidad de vida del individuo. Muchos casos son inevitables pero  en otros se pueden prevenir y si sucede, minimizar sus consecuencias. Sin embargo, la edad avanzada no debe acompañarse inevitablemente de alteración de la misma. Si decimos a una persona mayor sedentaria “que camine más todos los días”, hay quien caminará 15 minutos diarios y le parecerá una tortura, y otras personas de más de 75 años  caminaran 10 km diarios como paseo.  Y aunque los cambios de la marcha relacionados con la edad,  son más aparentes a partir de los 80 años, la mayoría de los trastornos al caminar se relacionan con una enfermedad subyacente y suelen hacerse más patentes cuando ésta progresa.

    En cuanto a las medidas a tomar para evitar o al menos alejar la aparición de  riesgos de esta naturaleza, ponemos de relieve algunas de ellas: el adecuado control de las enfermedades crónicas, como la diabetes  y la hipertensión arterial y  los cambio de estilos de vida, De la misma manera que no hay enfermedades sino enfermos, cada ser humano que envejece es único e irrepetible, y muchas de las dificultades que tenga que enfrentar estarán relacionadas  con un estilo de vida inadecuado, evitando los factores de riesgo con mayor implicación como el sedentarismo, el hábito de fumar, el alcoholismo y los malos hábitos higiénico-dietéticos,  bajando de peso, realizando ejercicios, consumir frutas y vegetales, escoger alimentos cocidos por encima de los fritos, el consumo moderado de la sal y de las grasas de origen animal, prefiriendo las de origen vegetal. Todos los hábitos son modificables.

     Terminamos poniendo de relieve que no es una utopía aspirar a mantener una aceptable movilidad en la vejez, El ser humano puede alcanzar edades avanzadas sin que necesariamente se produzcan síntomas que limiten su capacidad funcional y su autonomía. Las personas mayores en situaciones de normalidad,  deben pasear a diario para mantenerse en forma, evitar una vida sedentaria, y tener mayor movilidad y autonomía, a pesar de la edad. Además no es un ejercicio que se deba realizar durante mucho tiempo. Los médicos aconsejan 30 minutos al día. A partir de aquí, todo lo que se pueda.

domingo, 28 de octubre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (115)


Jóvenes y mayores hacia otra identidad

2012 ha sido declarado “Año Europeo del Envejecimiento Activo y Solidaridad  Intergeneracional”.  Es por ello de interés hacer algunas reflexiones sobre el acercamiento entre generaciones para  el logro de una sociedad para todas las edades, destacando que tales relaciones se dan espontáneamente en la vida cotidiana y que promoverlas de manera consciente exige responsabilidad, atención a su complejidad e implicaciones.

        En la actualidad conviven simultáneamente personas de  distintas generaciones  que responden  a épocas en donde cada una se ha desarrollado en distintos procesos de socialización y cambios culturales.  Podemos decir que hoy es mayor  la distancia entre los jóvenes y las personas mayores, que la que antes existía entre un hombre del siglo XV y otro de siglo XVIII.

  
       El ser parte de una generación más joven conlleva el que no se compartan las memorias ni los recuerdos de las  anteriores. Cada una de ellas pasa a ser un mundo diferente, distanciado psicológicamente. De ahí que la aparición de cada generación implique, también, un comienzo, una ruptura, un alejamiento. A finales  de la década  de 1960 los términos asociado a las relaciones entre generaciones era “conflicto” y “ruptura”. La “juventud” se relacionaba con “renovación” y  “vejez” con “tradición”. En la segunda década de siglo XXI se valoran como positivas las diferencias intergeneracionales,  y se plantea la integración y la complementariedad entre generaciones

¿Qué buscamos al promover las relaciones intergeneracionales?. Si la respuesta es ”acercamiento”, cabe preguntarnos:¿hay conflicto, ruptura o distanciamiento?, ¿por qué? Si pretendemos mitigar sentimientos de soledad en la vejez, será que creemos que la vejez implica soledad y que la soledad no conviene, ¿por qué?. Si se trata de buscar reconocimiento cabría suponer que no lo hay y averiguar, ¿por qué?. Y, ¿qué esperaran los jóvenes de tal acercamiento y qué las personas mayores?.

En este marco de dialogo  entre generaciones, es mayor lo que queda por hacer, que lo que se ha conseguido,  siendo mas  las cosas que las separan que las que las unen, pero se nota en las personas mayores el interés por comprender las novedades. En este sentido están realizando más esfuerzo que los jóvenes, intentando ponerse al mismo nivel que ellos. La cuestión está en romper con las trincheras culturales y generacionales, y reconocer que hay que configurar el mundo a partir de las diferencias. La construcción de la identidad de la persona mayor no sólo esta siendo moldeada por él mismo y sus organizaciones, sino también por los conceptos que de ellos tienen los jóvenes, aceptando y confirmando, sus cualidades intactas, la experiencia y sabiduría



La educación es el medio para fomentar las relaciones intergeneracionales,  ayudando a superar las actitudes estereotipadas así como posturas discriminatorias sobre el envejecimiento y personas mayores, con las que nos prejuzgamos unos a otros, los mayores a los jóvenes y los jóvenes a los mayores. No debemos olvidar que cada generación, tiene cosas importantes que entregarle a la otra, de manera que recíprocamente se nutran en este intercambio. Se evitará  así la segmentación por edades, potenciando la participación social de las distintas generaciones, con nuevo significado a los conceptos de ‘juventud’ y’ vejez’,

En uno  versos escritos en 1914, de autor desconocido, titulado El Encuentro, se resalta la necesidad de un diálogo de los viejos con las generaciones nuevas, dispuestas, razonablemente, a desprenderse de lo viejo, colocando en su lugar lo nuevo. El viejo decía al joven:¡Yo te arrancaré los ojos/ y los colocaré en lugar de los míos y tu me arrancarás los ojos/ y los colocarás en el lugar de los tuyos/ y yo te veré con tus ojos/ y tu me verás con mis ojos/ y nos comprenderemos.

domingo, 21 de octubre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (114)

La importancia de la educación para una nueva socialización

             En  un artículo reciente del psicólogo Bernabé Tierno  publicado con el titulo “UNA PERSONA EDUCADA” se pone de manifiesto una serie de reflexiones: “La vida sigue siendo una hermosa aventura, que hay que encarar con optimismo, con ilusión, con esperanza y con ánimo de plantear batalla cada jornada a lo que se nos vaya presentando”. “Una de las claves  para lograr esos triunfos, reside en la educación de las personas”. "Una persona educada es la que tiene una alta autoestima; la que tiene autodisciplina; personalidad; criterio propio….”. Hoy queremos trasladar la esencia de las citadas frases  al marco de las PERSONAS MAYORES.

          Desde el plano educativo, la persona es un  ser inacabado en todos sus aspectos o dimensiones. Las personas aprendemos desde que nacemos y a lo largo de nuestra vida. Las actuales personas mayores  nacieron y fueron educadas con otros valores y normas, ni mejores ni peores, diferentes. De ahí la importancia de la  educación para una nueva socialización
         

              No hay una edad determinada para aprender, todo depende de la persona  y de la voluntad de querer hacerlo. Sin embargo cuando se trata de vincular  educación y  persona mayor, se piensa que ésta es difícilmente educable y poco susceptible de adquirir nuevos conocimientos. Ante esta postura tenemos que resaltar que la perdida de memoria no es mucho mayor que en otras edades, la inteligencia no sólo no disminuye sino que puede aumentar si se proporciona oportunidades para ejercitarla. La educación permanente no tiene  plazos,  ni  programas  rígidos, ni exigencias   generales   e iguales para todos. Se realiza en libertad y en beneficio de cada sujeto en particular. Los fines perseguidos van dirigidos a que la vejez se contemple  y considere desde la perspectiva del “envejecimiento activo”.
          
           Las personas mayores necesitan estímulos intelectuales. No debemos olvidar que la vida es un proyecto permanente de aprendizaje. La etapa de persona mayor proporciona una nueva oportunidad de retocar el estilo de vida que se ha ido configurando a lo largo del tiempo. Pero para ello es necesario poner en juego la educación permanente. Envejecer no es otra cosa que cambiar, lo que requiere desplegar procesos de adaptación y desarrollo a nivel personal y social para mantener el equilibrio y asumir nuevos roles

Si no nos morimos antes, todos estamos llamados a ser persona mayor. ¿Nos preparamos para ello?. ¿Piensan que como persona mayor ya tienen su propia experiencia y conocimientos y no necesitan seguir educando su potencial humano?. ¿Sabían que la educación permanente es un derecho que queda sin desarrollar en la mayoría de las personas de edad?. ¿Que solo una minoría, la más preparada, es la que muestra interés por actualizarse?. ¿Y que el nivel de instrucción de los mayores no es equiparable al de la población más joven, por debajo de los 45 años?
Las personas mayores, no son las que más saben, sino las que más ignoran. Quedan marginadas, amarradas al pasado, impermeables a los cambios vertiginoso del siglo XXI,  caracterizado por la aceleración de los avances  tecnológicos; el despliegue de la cultura postmoderna, con su lógica de consumo;  la urgencia de vivir rápido como si no hubiese futuro; y  la exaltación de los sentidos como única posibilidad de placer


Siendo posible el aprendizaje en las personas mayores, la educación de las mismas debe orientarse en un doble sentido: poner en juego estrategias de compensación del déficit; o tener en cuenta para la educación y formación de las personas mayores, aquello en lo que aun pueda crecer a través de nuevos conocimientos. No buscar tanto la eficacia como la comunicación interpersonal, ya que en esta etapa de la vida un enfoque exclusivamente profesional es peligroso para el desarrollo personal del individuo mayor.

miércoles, 17 de octubre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (113)


Internet y envejecimiento activo

            Quizás los dos productos más relevantes que nos dejó el siglo XX hayan sido la informática y la mayor esperanza de vida, la longevidad, ambos nacidos del avance de la ciencia y de la vertiginosa revolución de la tecnología.  Por un lado estamos en la era de la informática. El fenómeno de los BLOGS  EN INTERNET se ha convertido en todo un éxito. Cada vez son más las personas que participan de algún modo en estos espacios webs y aunque parezca que sólo es una forma de comunicación para jóvenes, la blogosfera no tiene edad.


Por otro lado nos encontramos que el progresivo envejecimiento de la población no es un fenómeno pasajero. Se trata de un proceso de firme desarrollo, que avanza y seguirá avanzando con más o menos celeridad. La proporción de personas mayores crece más rápidamente que cualquier otro grupo de edad, produciéndose un envejecimiento acelerado de la población y un aumento en la esperanza de vida. En este sentido Andalucía dispone de una cantidad de personas mayores que no deja de incrementarse. Registra hoy día los niveles de envejecimiento más elevados de su historia El pasado año el 17,3% de los cordobeses superaba los 65 años sobrepasando  la media andaluza (14,9%) y nacional (16,8%).

 Pero ante este hecho demográfico. hay que poner de relieve que lo que resulta destacable, no es únicamente que las personas de más de 65 años sean cada vez más numerosas sino que se hallen  experimentando transformaciones sociales que las hacen afrontar su envejecimiento de una manera diferente a las pautas tradicionales. Cada vez tiene menos que ver la persona mayor con el estereotipo que identificaba el envejecimiento con la pobreza, la marginación y el desinterés por el mundo.
No es materia, en principio, atrayente desde  el punto del divertimento, el tratar de cerca  y de forma directa los aspectos fundamentales de la cultura del envejecimiento, y más aun, si   se intenta provocar  el deseo de  participar en la problemática  social y educativa, pensando y reflexionando sobre aspectos concretos, según sus especiales circunstancias.

Es por ello por lo que estamos convencidos de la labor que puede realizarse, a través de  INTERNET como medio de comunicación, haciendo llegar   cuestiones de interés, para que las  personas mayores conozca  los aspectos  positivos del envejecimiento y para que  los jóvenes y adultos tengan una visión de esta etapa del ciclo vital. En definitiva divulgando información  que favorezca la autonomía y el desarrollo activo de este biosegmento.     

 

EL BLOG “LA VENTANA DEL MAYOR”  es un espacio en INTERNET  que tiene como fin la  formación continua, flexible y a distancia de las personas mayores  poniendo a su alcance nuevos conocimientos, habilidades y destrezas  en la búsqueda de información sobre los principios  del envejecimiento activo. Si de algo están necesitadas las personas mayores es de comunicación. Está comprobado que la lucha contra el aislamiento y la soledad es un seguro para llegar mas tarde a la vejez.  Por ello desde el 13 de Abril de 2010 y a través del blog pozonlobato.blogspot.com, se publican artículos que son además   difundidos en BLOGOMAYOR, red de blogueros comprometidos con el bienestar de las personas mayores y la promoción de un envejecimiento activo y satisfactorio.

En dicho blog se  exponen cada semana, cuestiones  relacionadas con la cultura del envejecimiento, analizando sus rasgos más significativos. Se describen las actitudes y estilos de vida de las personas mayores, puntualizando los factores que lo configuran,  ser inacabado que necesita  educación permanente para adaptarse al mundo   posmoderno del siglo XXI. Y todo ello tomando conciencia de que el envejecimiento se  ha de considerar como una etapa del ciclo vital  donde cabe un proyecto de vida, como en la juventud y en la edad adulta.






viernes, 5 de octubre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR 112


El otro papel de los abuelos
  

En un marco general y tradicional  es importante para los pequeños la autoridad de los mayores como parte del proceso de aprendizaje. Sin embargo, los abuelos no quieren fomentar en sus nietos una imagen de autoridad distante y severa. De ahí la importancia de buscar un equilibrio entre la necesidad de los abuelos de constituirse como figuras amables para los nietos, al mismo tiempo que asumen la importancia de no desautorizar a los padres y respetar sus parcelas de autoridad. Ello conduce a  que los abuelos asuman su menor capacidad de decisión respecto a cuestiones de comportamiento y cuidado de los nietos. Hay cosas en las que no siempre están de acuerdo con sus hijos, pero que los abuelos aceptan con el objetivo de evitar conflictos.



Pero las cosas han cambiado. No hace mucho  tiempo el  estar con los nietos  suponía una fuente de alegría y felicidad para los abuelos, un momento de disfrute. Pero en la actualidad hay situaciones que hacen que los abuelos hayan tenido que abandonar su pretensión de “malcriar” para ser auténticos educadores, asumiendo una nueva responsabilidad, la de tener  que educar a sus nietos, cuando realmente no se tiene la autonomía de criterio para hacerlo.

Y estas nuevas situaciones que han motivado mas exigencias en las relaciones abuelos – nietos,  tienen su origen, en primer lugar,  en el hecho de que vivimos en una sociedad en que hombres y mujeres,  padres  y madres,   trabajan fuera de casa, con horarios incompatibles, con la imposibilidad, añadida, de dedicar el dinero para contratar a personas que realicen la labor de cuidado sustituto, más aun en tiempos de crisis económica, donde los recursos familiares no permiten  que alguien externo a la familia cuide de los niños: canguros, guarderías y  escuelas infantiles, En estos casos los padres delegan excesivamente en los abuelos que ofrecen su tiempo para el equilibrio de la familia.


 

En segundo lugar el origen de estas nuevas relaciones abuelos - nietos lo encontramos  en  familias jóvenes que se ven obligadas a dejar su hogar y volver a casa de los abuelos, camino de vuelta que tiene lugar  por causas tales como paro prolongado, divorcios o separaciones. Los abuelos, conscientes de que sus hijos viven una situación especialmente complicada, brindan su bien más preciado, el tiempo y también sus recursos económicos de forma voluntaria.  Recae  en los abuelos el cuidado de sus nietos desde una posición bien diferente a la que supuso en su día su papel como padres. En estas situaciones descritas, los abuelos  se sienten divididos entre el disfrute que les produce poder pasar tiempo con sus nietos y el agobio por una excesiva responsabilidad en su cuidado y educación.


 Resulta esencial considerar que el hecho de que los abuelos tengan que cuidar habitualmente a diario o casi a diario de los nietos hace que se sientan “angustiados”  “utilizados” “esclavos de sus responsabilidades”, y que “tengan la vida hipotecada”. Los abuelos  se han convertido en el colchón protector de muchas deficiencias sociales. Hacerse cargo de tareas sobrevenidas,  asumidas sin aparente queja, deriva en que esos abuelos tienen una menor oportunidad de disfrutar del tiempo que  llevan esperando, tras haber cumplido con sus responsabilidades de adultos. Aparecen  renuncias a  cosas que se podrían hacer con más libertad, lo que pone de manifiesto un importante sentimiento de abnegación

Los abuelos ante estas situaciones sienten  la necesidad de imponer límites que racionalicen la obligación de manera clara. Están dispuestos a aceptar su participación como cuidadores de los nietos solo en las situaciones en que verdaderamente sea necesario, cuando el padre y la madre tienen auténticas responsabilidades laborales, pero no para que estos puedan disfrutar de su tiempo libre a costa del de los abuelos.

Por último señalar que entre no pocos abuelos emerge un discurso que incide en el desencanto que provoca el hecho de que socialmente no parece existir un reconocimiento adecuado de la labor que desempeñan. Abuelos que están convencidos de pertenecer a una generación aislada, que cuidó de sus hijos y ahora cuida de sus nietos,   pero que se siente insegura cuando se pregunta quién cuidará de ellos  cuando llegue el día en que sea necesario.