miércoles, 31 de agosto de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (75)


Duelo y viudez en las personas mayores

Vamos a poner especial atención al proceso vivido por la muerte del cónyuge, es decir, del marido o mujer, del esposo o esposa. Es inevitable que tarde o temprano perdamos a nuestra pareja, siendo la mayor probabilidad de que esto ocurra en la etapa de persona mayor.

Y ahora un primer interrogante:

¿Como se vive la pérdida del cónyuge?

El duelo es una reacción emocional que se da frente a una pérdida, traumática en la misma medida que una herida o quemadura, por lo cual siempre es dolorosa. Necesita un tiempo y un proceso para volver al equilibrio normal que es lo que constituye el proceso de duelo. Dicho proceso se desarrolla en cuatro etapas

La primera etapa se denomina de “Impacto y Perplejidad”. Se inicia cuando nos enfrentamos a la noticia de la muerte. La persona mayor se enfrenta a una realidad que no logra comprender y que capta toda su atención; experimenta sentimientos de pena y dolor, incredulidad y confusión.

La segunda etapa se denomina de “Rabia y Culpa”. Hay una angustia intensa, acompañado de un desorden emocional. La muerte ya ha sido aceptada como un hecho real, pero en la persona mayor comienza un proceso de búsqueda de quien ya no está y empieza a expresar los sentimientos por éste.

Una tercera etapa seria la de “Desesperación y Retraimiento”. Esta etapa puede durar hasta dos años. Se intensifica la pena y llanto. Surgen los sentimientos de culpabilidad, resentimientos, soledad, añoranza y auto reproche que le impide su readaptación a la nueva realidad, con comportamientos o conductas no meditadas. Sueña con el fallecido/a, se retira socialmente.

Y la cuarta y última etapa se denomina de “Reestructuración del mundo, Reorganización y Sanación”. La reestructuración puede durar hasta dos años. La persona mayor toma conciencia de la pérdida, acepta el vacío y lo incorpora como una ausencia presente. Reaparece la paz y el sentido de vivir, y se atenúa las emociones y sentimientos. Vuelve a sentir la calidez de quienes lo rodean. Comienza atener una visión más realista del ser perdido.

Se habla de elaboración del duelo cuando ya se ha aceptado la pérdida y el recordar no causa dolor. El expresar abiertamente la pena que se siente es algo natural y deseable, y supone una buena salida psicológica en términos de la elaboración del duelo recientemente vivido.

En definitiva, el proceso de duelo exige una serie de tareas para desencadenar una buena elaboración de éste. Se debe aceptar la realidad de la pérdida: luego sufrir pena y dolor emocional; para después ajustarse al medio sin la persona desaparecida, en el sentido de construir una nueva vida estable y satisfactoria: y finalmente quitar la energía emocional del fallecido reduciéndola hacia otras relaciones en el sentido de recuperar la capacidad de amar en un sentido mas amplio.

Y ahora una segunda interrogante:

¿Como se reorganiza la vida de la persona mayor después de la pérdida?.

La viudez o el hecho de perder al ser con el que se ha compartido una larga etapa de su vida, es una de las experiencias más duras a las cuales se ve enfrentado la persona mayor.

Debido a que el ciclo de la vida de los hombres es más corto, y estos suelen ser mayores que sus esposas, la situación de viudez es más normal entre las mujeres mayores, lo que lleva consigo una serie de conflictos, no sólo por la muerte del cónyuge sino además por el hecho de tener que enfrentar ahora la vida sola. Si el marido ha sido la principal fuente de sustento ya sea económico, afectivo o de otra índole, su muerte suele implicar cambios en el nivel de vida. Incluso el despertarse adquiere otro significado cuando nos damos cuenta que a nuestro lado ya no hay nadie. La mayoría de las mujeres siente que la pérdida del esposo es una pérdida de apoyo emocional

Por su parte los hombres viudos, tienden a sufrir intensa depresión luego de la muerte de sus esposas, lo cual se traduce a veces en la búsqueda de una nueva pareja. Debe reconstruir una identidad y aunque las palabras siguen siendo las mismas, cambian de significado. La familia no es lo que era. Ni el hogar, ni el matrimonio.

lunes, 22 de agosto de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (74)


Relaciones padres mayores - hijos adultos (y II)

Establecer y mantener relaciones saludables entre padres e hijos es imprescindible en cualquier edad y etapa de la vida. Hoy brindamos algunas sugerencias para poder hacerlo cuando los hijos ya son adultos.

Le ofrecemos algunas sugerencias para la construcción y el mantenimiento de lazos sanos, entre los hijos adultos y sus padres mayores:

• Sea honesto. Acepte a tiempo sus errores y dudas. Los miedos, las dudas sobre uno mismo, las culpas, y otro tipo de sensaciones nos privan de entender a los otros y de cambiar nuestro comportamiento.


• Sea comunicativo. Escuche e intente entender las experiencias de la otra persona. Comparta sus propias expectativas, sensaciones, esperanzas, y preocupaciones.


• Acepte otros sentimientos y creencias. Reconozca que los sentimientos y las creencias de los hijos adultos y de los padres mayores son verdaderas para cada uno de ellos. Todos merecen el derecho de tener sus propias opiniones, incluso si son diferentes a la del otro.


• Respétense el uno al otro. El respeto trae más respeto, y reconoce la individualidad.


• ¡Déjelo ser!. Reconozca que cada generación toma decisiones distintas, y debe sufrir o disfrutar por sus consecuencias. No prohíba a la otra generación la oportunidad de aprender de cada situación.


• No tome toda la culpa o el crédito. Cada generación tiene experiencias únicas.


• Elija para su propio bien. Cualquier decisión que tome, debe ser en base a su propia determinación (aunque escuchando los consejos del otro). De esta forma, en caso de fallar, no cargará las culpas de su resentimiento a la otra persona, y podrá continuar manteniendo una buena relación.

• Sea flexible. Tome la decisión de construir y de mantener una relación sana entre las diferentes generaciones de su familia.
Las relaciones entre los hijos adultos y sus padres continúan a través de toda la vida, hasta el último momento. Estas relaciones están desafiadas no sólo por el incremento en las expectativas de vida, sino también por las diversas transiciones en la existencia, tales como cambios en residencia, trabajo, salud, matrimonio, divorcio, y nupcias.

Construir y mantener lazos intergeneracionales sanos, puede dar a las personas y sus familias la posibilidad de acceder a un mayor conocimiento, respeto, y aprecio entre los unos y los otros.

Las habilidades para entender las diversas necesidades, proporcionan también una importante herencia a las generaciones futuras, que también tendrán que ocuparse de las transiciones y de las tensiones de la vida.

Terminamos poniendo de relieve como anécdota que China, un país donde durante milenios los más mayores en las familias eran venerados por tradiciones religiosas, prepara una reforma legal que podría castigar a los hijos adultos que no visiten a sus padres ancianos, según informa el oficial 'China Daily'.

La introducción de este delito se estudiará en la reforma de la Ley de Protección de los Derechos e Intereses de los Ancianos, creada en 1996.

La reforma de la ley, de aprobarse, señala en uno de sus epígrafes que "los familiares no han de ignorar o aislar a los mayores, y deben visitarlos frecuentemente si no viven bajo el mismo techo", ofreciendo la posibilidad de llevar casos ante los tribunales si no se respeta esta obligación.
El cambio legal es importante en un país donde, debido a la política del hijo único, el porcentaje de personas de la tercera edad es cada vez mayor, un envejecimiento demográfico que amenaza con causar problemas económicos al gigante asiático.

Según cifras de 2009, en China hay 167 millones de personas mayores de 60 años, muchas de ellas viviendo solas, en un país donde los asilos para ancianos son escasos. En China, donde el sistema de seguridad social cubre a sólo una pequeña parte de la población y no hay una red de asistencia social, la reforma de la ley podría intentar cubrir estas carencias, según 'China Daily'.

No obstante, señala el rotativo, también simbolizará un esfuerzo para restaurar los valores familiares en la sociedad china, que ha pasado de una tradicional veneración de los más mayores, por la herencia del confucionismo, al olvido a muchos de ellos, debido a una sociedad más individualista y materialista.

* Fuente: www.enplenitud.com

martes, 16 de agosto de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (73)

Relaciones padres mayores - hijos adultos (I)

Somos padres de hijos adultos y, en muchas ocasiones, debido al aumento de la esperanza de vida, hijos de padres mayores. Las relaciones entre los padres mayores y sus hijos adultos no siempre son fáciles porque están dominadas por la ambivalencia, por la coexistencia de sentimientos encontrados que no siempre es fácil dominar.

Las relaciones con los hijos cambian a medida que crecen. Cuando son pequeños no quieren estar más que con su madre, todo son abrazos y besuqueos, quieren ir con ella a todas partes, ser su sombra…

Hacia los ocho años, los varones relegan a la mamá a un segundo plano a favor del padre; les apasiona «luchar» con él, ayudarle en la revisión o limpieza del coche, acompañarle al fútbol o a escalar montañas, «que no son cosas de mujeres». Poco después empiezan a rechazar la mano tanto de la una como del otro hasta para cruzar la calle y, cuando alcanzan la adolescencia, ya les molesta incluso que sus amigos los vean en nuestra compañía. Las largas conversaciones van escaseando, contarán solo algunos aspectos –generalmente, lo que queremos oír– de sus experiencias y acabarán por vernos como meros proveedores de servicios: comidas, dinero, comodidad, intendencia… Y, cuando abandonan el hogar, ya ni siquiera eso. Se han hecho adultos independientes y autónomos, aunque su preferida siga siendo nuestra paella de los domingos. Y la pregunta es: ¿dónde quedan, entonces, los padres?

Las relaciones entre padres e hijos adultos se caracterizan como antes hemos indicado, por la ambivalencia, ya que en ellas se mezclan sentimientos positivos – amor, ayuda recíproca, valores compartidos, solidaridad…-, y negativos – soledad, conflictos y problemas, dejadez,…- Estos últimos se dan con más frecuencia en periodos de transición, como el de la jubilación, cambios de trabajo o de domicilio, enfermedades, matrimonios o nacimientos de nuevos miembros de la familia.

Hay varios aspectos de las relaciones familiares en los que más se manifiesta esa confrontación de sentimientos. Uno de ellos es el contraste entre autonomía y dependencia. Tanto padres como hijos comparten el deseo de ayudarse y de apoyarse, de contribuir al bienestar del otro, pero al mismo tiempo quieren y necesitan mantener sus cuotas de libertad. En las familias muy solidarias, que viven juntas o muy cerca, son frecuentes los conflictos, la insatisfacción por el tipo de relación y el anhelo de independencia. Y luego están las distintas expectativas que se hace cada una de las generaciones implicadas, lo que espera una de la otra, sobre todo cuando alguno de sus miembros necesita cuidados o atención.

Los padres e hijos adultos que comparten criterios sobre cómo y en qué gastar su dinero, sobre la forma de educar a los niños, que tienen las mismas creencias religiosas o similares puntos de vista sobre problemas sociales o políticos, suelen tener unas relaciones menos conflictivas. Sin embargo, a lo largo de los diferentes estadios de desarrollo personal pueden aflorar las tensiones. Los padres tienen que enfrentarse al proceso de envejecimiento, a problemas de salud, a la jubilación, y los hijos deben comprender que sus progenitores ya no podrán hacer tanto por ellos como hicieron antes y que, por el contrario, empiezan a necesitar su ayuda. Pero otro tanto puede ocurrir a la inversa, en situaciones en que los hijos adultos están inmersos en su carrera profesional, adquieren más responsabilidades en sus trabajos y, además, tienen que hacerlas compatibles con la crianza y educación de sus hijos. Probablemente no les quedará demasiado tiempo para sus padres, quienes no es raro que se dejen abatir por la sensación de abandono.

Otras veces, las relaciones conflictivas afloran por la diferencia entre las expectativas que los padres tenían para sus hijos y los logros de éstos. Sin embargo, en ocasiones, aunque el hijo se haya convertido en el prestigioso neurocirujano que su padre siempre quiso que fuera, las relaciones entre ellos pueden adolecer del cariño, el respeto, la comunicación abierta y la lealtad esperada. No faltan, tampoco, los casos en que son los hijos a quienes invade el sentimiento de frustración porque consideran que sus padres no los ayudan lo suficiente, ya sea económicamente o en la crianza de sus propios niños, o, por el contrario, porque entienden que los abuelos interfieren en exceso en su propia vida familiar.

* Fuente: en plenitud.com

lunes, 8 de agosto de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (72)

Recomendaciones sobre la imagen social del enevejecimiento*

Primera

Ofrecer informaciones completas que eviten presentaciones parciales que reproduzcan tópicos negativos sobre el envejecimiento (el envejecimiento como irremediable pérdida de facultades, como inevitable soledad, como decrepitud, las personas mayores como incapaces de aprender, como colectivo improductivo e inútil, etc.).

Segunda

Incrementar la presencia de las personas mayores en los medios de comunicación así como aumentar los contenidos informativos referidos al envejecimiento y a los temas de interés relacionados con el mismo.

Tercera

Ofrecer una imagen de las personas mayores como adultos/as competentes, capaces de desempeñar roles útiles para la sociedad, frente a la imagen de un colectivo que representa una carga para la comunidad.

Cuarta

Evitar imágenes peyorativas de la vejez, imágenes que en algunas ocasiones se vierten desde emisiones publicitarias o desde programas y contenidos en clave de humor, y que se derivan de modelos basados exclusivamente en valores asociados con la juventud, la producción y la rápida innovación, frente a los modelos, ritmos y estilos de vida propios de la actual generación de personas mayores.

Quinta

Revisar y actualizar los términos empleados en los contenidos informativos y publicitarios, ya que con las palabras se proyectan conceptos y desde estos se conforman las actitudes, es decir, las formas de pensar, de sentir y de actuar del conjunto de los grupos sociales. En este sentido se considera adecuado:

~ Utilizar el termino .personas mayores frente a .tercera edad o ancianos
..
~ Utilizar el termino .residencia para personas mayores, frente a asilo o geriátrico..
~ Evitar expresiones con connotaciones paternalistas como .nuestros mayores., .abuelos., .abueletes., etc., que aunque suelen ser enunciadas con intenciones cariñosas, chocan frontalmente con una concepción de la persona mayor adulta y con capacidad de autodeterminación.

~ Sustituir términos por expresiones que hagan referencia principal a la dimensión de persona y ubiquen la enfermedad o limitación en categoría de circunstancia. Por ejemplo, es preferible hablar de .personas con discapacidad frente a discapacitados o de .personas con demencia frente a dementes..

Sexta

Evitar abordar el ingreso en residencias de las personas mayores como un suceso inevitable y trágico, ya que este tipo de enfoques solo incide en provocar sentimientos negativos tanto a las propias personas mayores que necesitan este tipo de cuidados como a sus familias.

Séptima

Huir del tópico del abandono de las familias en la atención de las personas mayores, generalización errónea que en ocasiones especiales como los periodos vacacionales o en tratamientos informativos sobre los recursos
residenciales u hospitalarios, aparece en los medios de comunicación, olvidando que hoy por hoy la gran parte de las personas mayores
en nuestro país conviven con sus familias y su fuente principal de apoyo cuando necesitan cuidados son estas.


Octava

Mostrar la diversidad de modelos existentes dentro del colectivo de personas mayores, haciendo hincapie en los aspectos positivos de los hombres y mujeres de edad, de modo que el envejecimiento se presente como un proceso individual donde influyen múltiples aspectos y donde aparece para la gran mayoría de las personas una etapa llena de posibilidades.

Novena

Transmitir y reforzar la importancia de las personas mayores en el intercambio generacional, teniendo estas la importante misión de la transmisión de la experiencia, y poniendo de relieve su capacidad de reflexión desde la distancia que posibilita el paso del tiempo y la historia vivida.

Décima

Destacar el peso del grupo social de las personas mayores como fuerza política, estimulando a la participación y al compromiso social de las mismas.

Undécima

Evitar el uso de imágenes de archivo en que aparezcan personas mayores, y en el caso de que se utilicen, que estas aparezcan siempre fechadas y con la indicación expresa de ser imágenes de archivo.

Duodécima

Proteger y cuidar de una manera especial la imagen de las personas mayores en situación de dependencia e incapacidad de autodirigirse (personas con deterioro cognitivo o demencia). Para ello cobra una importancia crucial:

~ Garantizar la autorización de las imágenes siempre que aparezcan personas (tanto de las familias como en su caso de los responsables
de los servicios).
~ Preservar en el tratamiento informativo la privacidad e intimidad de las personas.
~ Evitar tratamientos sesgados, alarmistas, lastimeros, morbosos o infantilizadotes de las personas mayores con discapacidades.

Decimotercera

Estimular a los y las profesionales de la información a complementar su formación interesándose y especializándose en el ámbito de la gerontología.

* Consejo de Personas Mayores. Principado de Asturias