BUROCRACIA Y PERSONAS MAYORES
De la revista Ciencia de la Longevidad hemos entresacado algunos aspectos considerados de interés en relación con las personas mayores como grupo demográfico suficientemente importante para que sociólogos, políticos y empresarios lo tengan muy en cuenta.
Como hemos puesto de relieve en numerosas ocasiones dentro de espacio LA VENTANA DEL MAYOR, el aumento de la longevidad ha sido una de las mejores noticias del siglo XX. Pero, en los países desarrollados, junto con el aumento de la esperanza de vida se experimenta un creciente descenso de la natalidad.
Como consecuencia de eso, la sociedad envejece.
En el año 1950 en el mundo había 200 millones de personas mayores de 60 años.
En 1970 se alcanzó la cifra de 307 millones y en 2000 se superaron los 580 millones.
El número de miembros de la llamada “tercera edad” aumenta veinte puntos porcentuales más que el crecimiento de la población. Nos encontramos, así, en la generación de la historia con mayor proporción de personas mayores. ¿Es también la que más respeto les concede?
Lamentablemente, todo parece indicar que no. La pérdida de importancia y relevancia social de los mayores ha propiciado lo que en la actualidad se denomina técnicamente etaísmo”. Se trata de un conjunto de valores o actitudes que vienen a marginar en todos los órdenes de la vida a la persona mayor y a producir un deterioro de la estima social.
El culto a la juventud, a la velocidad, la actualidad, el descrédito de la madurez, la pérdida de valores tradicionales, los cambios de hábitos culturales, la desintegración de la familia, la obsesión por la salud y la forma física... son fenómenos que, directa o indirectamente, vienen a relegar la función de las personas mayores a un segundo término.
Envejecer, una pesada carga burocrática. Cuando vivimos en la flor de nuestra juventud o disfrutamos de las mieles de una adultez serena y madura, no reparamos en la cantidad de problemas técnicos, administrativos y sociales a los que se enfrenta una persona mayor. El ingreso voluntario o involuntario en una residencia geriátrica, la realización de un testamento vital, la organización de las directrices anticipadas sobre el patrimonio o la familia, la designación de un tutor legal en caso de incapacidad, la subrogación de decisiones, la pérdida de la intimidad, la exclusión laboral, el uso del sistema sanitario, la pensión..., envejecer puede convertirse en una pesada carga burocrática y casi ninguna sociedad está preparada para facilitar la tarea a los millones de ciudadanos que deben realizarla.
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