La movilidad de las personas mayores
Durante el proceso del
envejecimiento se originan trastornos en la movilidad de las personas
mayores. Es frecuente padecer
determinadas dolencias, unas neurológicas como el Parkinson y las
Neuropatías; otras trastornos vasculares, óseos o articulares… En el sexo
masculino dichas alteraciones están
asociadas a procesos neurológicos; y en sexo femenino a enfermedades óseas y
articulares como la artrosis de la cadera y rodillas
En cuanto a los cambios del equilibrio o capacidad de adoptar una posición
vertical y los cambios en la
locomoción o capacidad para iniciar y
mantener un paso rítmico en la marcha,
debe diferenciarse entre los
propios de la edad y los que
aparecen en relación con enfermedades musculares, articulares y nerviosas
asociadas con la edad avanzada.
Caminar es la forma de movimiento
más natural. Su razón, la necesidad de desplazarse de un lugar a otro y es la
principal opción para aumentar la actividad física en la población sedentaria.
No se necesita una habilidad especial ni ningún tipo de equipamiento. Es la
propia persona la que debe regular su intensidad, duración y frecuencia.
El logro de un buen caminar es uno de los requisitos más
importantes para un envejecimiento satisfactorio, Los trastornos son un
problema. Se modifica la manera de moverse, caminando más lentamente, con alteración de
la postura corporal y la zancada se
acorta. Marcha
inestable, ineficaz., riesgo de caídas y lesiones como fracturas y luxaciones que además de dolor, causan incapacidad y un
largo periodo de recuperación. Ello hace que muchas
personas mayores recorten voluntariamente su actividad debido a la preocupación
por su capacidad motora,
lo que provoca una falta de confianza en si mismo. Se recluyen en sus casas,
limitan sus salidas y dependen de otros
para cualquier actividad. Por otro lado, la debilidad física hace que sea
difícil soportar el peso corporal al levantarse de una silla baja o del asiento
del inodoro, subir escaleras o subirse a un autobús

No hay un
momento determinado para la aparición de los trastornos de la marcha ya que
ello depende de factores como el estilo y la calidad de vida del individuo.
Muchos casos son inevitables pero en
otros se pueden prevenir y si sucede, minimizar sus consecuencias. Sin embargo, la edad avanzada no debe acompañarse
inevitablemente de alteración de la misma. Si decimos a una persona
mayor sedentaria “que camine más todos los días”, hay quien caminará 15 minutos
diarios y le parecerá una tortura, y otras personas de más de 75 años caminaran 10 km diarios como paseo. Y aunque los cambios
de la marcha relacionados con la edad,
son más aparentes a partir de los 80 años, la mayoría de los trastornos
al caminar se relacionan con una enfermedad subyacente y suelen hacerse más
patentes cuando ésta progresa.

Terminamos
poniendo de relieve que no es una utopía aspirar a mantener una aceptable
movilidad en la vejez, El ser humano puede alcanzar edades avanzadas sin que
necesariamente se produzcan síntomas que limiten su capacidad funcional y su
autonomía. Las personas
mayores en situaciones de normalidad,
deben pasear a diario para mantenerse en forma, evitar una vida
sedentaria, y tener mayor movilidad y autonomía, a pesar de la edad. Además no
es un ejercicio que se deba realizar durante mucho tiempo. Los médicos
aconsejan 30 minutos al día. A partir de aquí, todo lo que se pueda.
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