El turismo social de las personas mayores
Siguiendo a José de las Heras Gayo en su trabajo sobre “La calidad en el turismo de las personas mayores” vamos a dejar constancia de algunos aspectos referido al turismo concebido como expresión cultural.
El turismo se ha intensificado de tal manera que se ha convertido en uno de los fenómenos más importantes y representativos de nuestro tiempo. Mira cada vez más a la cultura, al conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su propio juicio crítico, acercarse a modos de vida y costumbres, así como al grado de desarrollo artístico, científico, industrial de las zonas visitadas.
Debe entenderse el turismo como una expresión cultural que puede ejercerse individualmente o en grupo. Su evaluación histórica comienza con los grandes viajes de aventura y comercio, luego los viajes de lujo y placer de los muy ricos, después los deportivos y finalmente el turismo llamado social o de masas, dentro de los cuales se encuentra el dirigido a colectivos de las personas mayores.
Esther Vilar en su libro “Viejos” exclama y advierte refiriéndose a determinados argumentos que la sociedad actual utiliza para animar a las personas mayores a hacer turismo: “¡Vamos, concedeos algo! ¡Disfrutad de la vida¡
El turismo desde la sociología se centra en el grupo. Es la “microsociología” del autocar. Lo primero que se necesita para que exista el grupo es la conciencia individual de pertenecer a él. Un grupo formado a través del mostrador de una agencia de viajes a base de personas que en principio se desconocen no es un grupo. En cambio uno procedente de un colectivo de personas mayores, si lo es.
Los grupos turísticos de personas mayores en gran medida están formado por gente que ya se conoce, que hacen más actividades juntos, etc. y, por supuesto, que están en edades que encajan dentro de la tercera.
Son grupos que funcionan generalmente de forma dirigida, hablando en términos pedagógicos, y que de alguna manera son conducidos, esto quiere decir que no “van”, les “llevan”. En mi colegio cuando nos “llevaban” cantábamos en el autocar: qué buenos son, que buenos son que nos llevan de excursión. Nos referíamos a los profesores. Lo que suele traducirse en una posición pasiva por parte del usuario. Al respecto cito dos textos del profesor Tierno Galván. El primero dice así, “Me entristece profundamente ver los autocares llenos de viejos. Me gusta ver a los más viejos con los más jóvenes; juntos los abuelos con los niños y con los adultos. No hay que segregar a los ancianos”
El segundo de los textos decía, “Hay que superar ese concepto de las clases pasivas que ha introducido la sociedad moderna. Los jubilados deben ser clases activas, deben intervenir en la sociedad porque su experiencia es muy valiosa. Si los partidos políticos escucharan más a los viejos las cosas irían mejor”.
En cuanto a la calidad del turismo social que tiene como protagonista a las personas mayores, se requiere en primer lugar una motivación seria, un interés localizado en algo concreto que se desea conocer, que no esté basado en la publicidad puramente comercial ni en el precio o en la subvención. Es precisa una fase previa de información y otra posterior de reflexión. Una teoría que algunos definen como del “colchón”, expresa que el turista sale de su lugar habitual y salta a otro, el espacio turístico, donde comienza a usar (disfrutar o sufrir) lo convenido a base de unos determinados servicios. En un momento dado el turista se incorpora a lo habitual y en el momento de saber si el viaje, el desplazamiento ha constituido una sublimación (calidad) o por el contrario un fracaso.
El “salto” implica no solo el recorrido y el hotel; la calidad también puede sentirse en la reacción del grupo y de cada individuo, en el grado de empatía con lo que se esta visitando, el conocimiento de sus gentes, gastronomía y folklore, de su arquitectura, costumbres y tradiciones, religiosidad también, etc.
Para finalizar y a manera de conclusión podemos señalar, que el turismo como expresión cultural debe fomentarse a favor de las personas mayores, respetando, en todo caso, su libertad, juicio crítico e iniciativa; que la calidad del turismo de personas mayores no debe medirse por la oportunidad del precio (rebajas) ni por la concesión de subvenciones; ni tampoco, por ejemplo, por el excedente y sobrante de comida en el “sírvase usted mismo”; que de ninguna manera en el turismo de personas mayores se admitirá cualquier tipo de segregación o discriminación, como por ejemplo, discoteca de hotel abierta para mayores exclusivamente de tal a tal hora; que deben seleccionarse muy cuidadosamente los diferentes profesionales que intervengan en un proceso de turismo en particular de personas mayores; y que la experiencia de un grupo turístico de personas mayores activo y dinámico sirva de base para la realización de futuras acciones en este campo de turismo social para las personas de edad.
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