EL PARADIGMA DEL ENVEJECIMIETO ACTIVO Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (I PARTE)
Todos queremos vivir el máximo tiempo posible pero nadie quiere ser viejo bajo los estereotipos que hoy en día rodean a ese concepto.
Es el momento de empezar a participar y reclamar el modelo de envejecimiento activo como marco idóneo para lograr una vejez satisfactoria. En la actualidad y en lo que respecta a nuestra Comunidad Autónoma, la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, presento en Junio de 2010, EL LIBRO BLANCO DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO DE ANDALUCÍA, documento pionero en relación con el sector de las personas mayores. También la Comisión Europea ha designado el año 2012 como AÑO EUROPEO DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO para favorecer el hecho de que las personas mayores tengan un papel en la sociedad, promoviendo una vejez saludable.
En este sentido vamos a contemplar tres diálogos “impersonales” cuyos interlocutores participan con el contenido de sus artículos aparecidos en OPINION del DIARIO CORDOBA, en diciembre de 2009, abril y junio de 2010 .
Un primer diálogo “impersonal” lo establecimos con Carmelo Casaño Salido, abogado y escritor, autor del artículo “REFLEXIÓN DE LA VEJEZ”. En él se dice:
“Hoy día, la vejez, en nuestra cultura, es un concepto oscilante que va del enaltecimiento retórico de la tercera edad a la conciencia de que hacerse viejo es un engorro, en el sentido más inservible y solitario. La vejez cuando se acepta como la estación otoñal de la vida, y no son excesivos los deterioros físicos, puede tener una cierta sutileza de tonos cobrizos y anteados, de luces amables, muy matizadas, que incitan a la ponderación, a la ternura -aunque abunden los viejos cascarrabias- y a las sabidurías de los retornos. Aunque afirmarlo sea cívicamente incorrecto, la vejez, en general, resulta molesta: una característica inevitable, aún matriculándose en la universidad ya octogenario; convirtiéndose en trotamundos al amparo del Imserso; acudiendo a las academias de baile; luciendo en Miami Beach --al igual que el doctor Papuchi Iglesias-- algo tan hispánico como el celo cagalón- No hay más exacto adjetivo para determinar a la vejez que "molesta", calificativo que ya aparecía en Gaudeamus igitur, el antiguo canto universitario que así la llamaba --molestam senectutem -- para contraponerla a la iucundam iuventutem que se exaltaba en el verso anterior. Dicho en términos orteguianos, el desvanecimiento esencial de la vejez es el cierre de las perspectivas u horizontes que nos brinda la razón vital en otros momentos del existir. Esa ausencia de un auténtico futuro creador --"tarea poética" la llamaba Ortega--, al no tener por delante, como en la mocedad, un abanico de proyectos, marcan a la vejez, ocasionando la pérdida definitiva del ensueño, grato y absurdo, de la inmortalidad. Ahora bien, como siempre hay hechos que se encargan de derribar teorías, ahí tenemos a Albert Oliart, con sus más de 80 años --edad que les veda elegir papa a los cardenales--, dirigiendo un ente tan complejo y diabólico como TVE; trabajo que ha iniciado como una moto”.
Como habrán podido leer se recogen frases que perfilan un enfoque tradicional de la vejez, razón por la cual escribimos en dicho periódico un articulo sobre la “IMAGEN POSITIVA DEL ENVEJECIMIENTO” para poner de relieve otra forma de ver la vejez.
“Nuestra sociedad no está éticamente madura para comprender a las personas mayores como proyecto de vida. Para ello se ha de pasar del modelo tradicional de la vejez como etapa deficitaria, en donde todo es pérdida y deterioro, consecuencia tanto de los cambios biológicos, psicológicos y sociales que se producen en el individuo que envejece, como por la visión distorsionada del colectivo societario, con sus mitos, estereotipos y prejuicios, a un nuevo modelo de vejez activa. Se ha de provocar en las personas mayores significados para vivir, convirtiendo el envejecimiento en una etapa activa, creativa y esperanzada. Toda persona lleva en su interior el deseo profundo de realizar algo que tenga sentido, encontrando valores que motiven su existencia. Tiene sentido vivir y para qué vivir. Las personas mayores, si quieren alcanzar una existencia satisfactoria, han de ajustarse correctamente al proceso de su envejecimiento en el marco del activismo poniendo en práctica una serie de recomendaciones: permanecer comprometidas en el contexto donde se encuentran; ocupar su tiempo desocupado en nuevas actividades, evitando caer en la inadaptación y en la marginación; tener presentes ideales en su existencia para llevarlos a la práctica en las nuevas circunstancias impuestas por la edad avanzada; conservar en lo posible las relaciones sociales anteriores y en su defecto sustituirlas; prestar atención a la formación continua y perfeccionamiento humano y espiritual; flexibilizar criterios con apertura a los nuevos tiempos, huyendo del conservadurismo, apatía e inercia”
(continuará).
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