FEMINIZACIÓN DEL ENVEJECIMIENTO Y LA JUBILACION DE LA MUJER
Un rasgo que caracteriza el envejecimiento en las sociedades desarrolladas es el proceso es su feminización..
Si hacemos un estudio en edades, encuadradas en el envejecimiento, pero teniendo en cuenta el género, - mujer y hombre -, podemos decir que las estadísticas reflejan que la esperanza de vida al cumplir 65 años se prolonga 17 años más para los hombres y casi 20 para las mujeres. Ello significa que a la mujer le queda todavía una quinta parte de su vida aun por vivir una vez cumplidos los 65 años. La vejez tiene pues un perfil femenino y de viudez. Lo anterior conduce a la existencia de un desequilibrio entre hombres y mujeres, principalmente a partir de los 65 años. A esas edades por cada diez mujeres existen ocho varones. Y esta proporción entre hombres y mujeres se intensifica partir de los 80 años, en adelante. El porcentaje de hombres es la mitad que el de mujeres.: por cada dos mujeres, un hombre
En España, no obstante, nacen más varones que mujeres. Sin embargo hay más mujeres que hombres, porque los hombres viven menos años, consecuencia de una mayor mortalidad masculina por motivos laborales, de hábitos y de conductas menos saludables
Según los datos expuestos es clara la feminización del envejecimiento. Esta es una más de las razones por la que es de interés que nos ocupemos de la jubilación de la mujer.
Como base del tema hay que poner de manifiesto dos discriminaciones que se manifiestan en la sociedad y que hace referencia al hecho de ser mujer y la de ser mayor. Por ello difícilmente podemos introducirnos en el estudio de los mayores, sin tener en cuenta que ser mayor y ser mujer es diferente a ser mayor y ser hombre.
El sexo no se puede cambiar ni tampoco la edad, pero si la imagen que se tiene socialmente del hecho de ser hombre o mujer y de las oportunidades que se brinda a cada uno – mujer u hombre - para conseguir sus propias metas y en definitiva ser feliz
Hacerse mayor no es lo mismo para los hombres que para las mujeres, ya que la sociedad tiene diferenciados los roles, los papeles, femeninos de los masculinos
En el caso de España, muchas de las mujeres que actualmente tienen edades superiores a los 65 años, no trabajaron fuera del hogar, y si lo hicieron no fue, generalmente, a lo largo de todo el periodo que corresponde a la edad laboral.
Cuando se estudia la jubilación se habla más de la jubilación de los hombres – maridos -, prestando muy poca atención a la jubilación de las mujeres – esposas -, así como de la ocupación posterior de ambos en las tareas del hogar.
Por eso podemos indicar dos carencias de las ciencias sociales en el estudio del envejecimiento: la primera, no haber estudiado en profundidad, la relación existente entre genero – mujer y hombre -, y edad, y en especial entre genero y envejecimiento; la segunda, el no haber explicado cómo envejecen los hombres y las mujeres en una sociedad en la que ambos se enfrentan de manera diferente al hecho de hacerse mayor
El exclamar que la mujer nunca se jubila, no es solo una frase ocurrente, sino la realidad de lo que sucede a la mayoría de las mujeres al dejar la población activa. Sus responsabilidades domésticas absorben tiempo y su tiempo sigue tan ocupado como antes.
La jubilada no tiene un rol sin rol como el hombre, sino un puesto con muchos roles y de gran importancia para el futuro de su conyugue, que normalmente se jubila con posterioridad, lo cual parece una contradicción demográfica, ya que la esperanza de vida de la mujer resulta mayor que la del varón.
Sin embargo los años adicionales de vida de que disfruta la mujer, al tener mayor esperanza de vida en años, no son necesariamente positivos, por limitaciones físicas, económicas y sociales. Los demógrafos, sanitarios y sociólogos, prevén para las próximas décadas una población de mujeres de edad, cada vez mas limitadas en la calidad de vida.
Nos ha parecido interesante dentro del tema que nos ocupa, destacar una serie de efectos que ocasiona en la mujer, la jubilación.
La jubilación en la mujer, hace cambiar una serie de actividades por otras que siempre habían realizado, pero para las que dispone de mayor tiempo, una vez jubiladas.
Su trabajo nunca puede finalizarse pues diariamente se renuevan sus obligaciones.
Las dificultades más importantes para la mujer no son las de su propia jubilación sino las de la jubilación del marido.
Las encuestas afirman que las mujeres más afectadas son las de clases trabajadoras manuales, en las que la ausencia física del marido del hogar era prolongada; y ahora, con la jubilación del marido resulta difícil acostumbrarse a que ocupe mas espacio y reordenar los ritmos diarios del hogar.
De ahí la importancia de los programas de preparación para la jubilación, ya que la misma es asunto de dos - esposo y esposa - y si uno de ellos no esta preparado para los cambios reales de ritos y de relaciones, se incrementa el riesgo de encontrar dificultades en la nueva convivencia.
El hecho de que la mujer continúe trabajando después de la jubilación de su marido, cuestiona la categoría de éste, en cuanto proveedor económico principal.
Puede también suponer la inversión de roles, de papeles, respecto al trabajo domestico, pues los hombres jubilados cuyas esposas siguen trabajando podrían sentirse obligados a realizar tareas que, por regla general, llevan a cabo las mujeres
Además para disfrutar del ocio con actividades que uno mismo proyecta, es necesario disponer de tiempo desocupado. Y de nuevo ser mujer mayor o ser hombre mayor significa disfrutar de una cantidad de tiempo desocupado diferente. Y esta diferencia viene establecida fundamentalmente, por el asimétrico reparto de las tareas domésticas y el cuidado de la familia. Y aunque la familia ha cambiado mucho en las sociedades occidentales lo que ha supuesto una variación sustancial en la situación de las mujeres, en la mayoría de los casos las tareas que tiene que ver con el mantenimiento de la infraestructura de la vida cotidiana, y sobre todo con el cuidado y atención afectiva de los miembros de la familia son responsabilidad primaria de las mujeres.
Y esta diferente asignación de papeles les afecta a las mujeres mayores “las mujeres que ahora tienen aproximadamente 60 años: cuidan a su madre o padre de mas de 80, atienden a sus maridos de 75, y echan una mano a su hija de 30, cuidando a sus nietos pequeños.
Pero quien las cuidará a ellas cuando sus maridos hayan fallecidos, y sus hijas sigan sin disponibilidad de tiempo.
A partir de estos datos se demuestra que la mujer mayor está a una gran distancia del hombre. Los hombres viven definitivamente mejor.
La calidad de vida – satisfacción de necesidades y deseos personales - de los varones es tres veces superior que la de las mujeres.
Y esta diferencia en calidad e vida entre mujer mayor y hombre mayor se puede resaltar a través de dos indicadores
Uno por la cantidad de tiempo desocupado de que dispone. Si tenemos en cuenta la disponibilidad de tiempo desocupado para dedicarlo libremente a actividades relacionadas con el cuidado personal y la satisfacción de necesidades, ya sean educativas, lúdicas, laborales etc., al dedicar los hombres muy poco tiempo al trabajo doméstico, no resulta difícil comprender que tiene una calidad de vida mayor y mejor que las mujeres
Otro indicador: la autonomía para hacer lo que se desea. En autonomía los hombres también se desmarcan. Su capacidad de decidir lo que desean hacer con su tiempo desocupado, es tres veces superior a la capacidad de la que disfrutan las mujeres. Además las mujeres están mas condicionadas por las personas que comparten su vida – marido, hijos, padres etc. En el entramado de las relaciones familiares, las mujeres no ponen en primer lugar lo que quisieran hacer sino lo que tienen que hacer
Terminamos con unas connotaciones de máxima gravedad social:
Ser joven, mujer, pobre, ¿es igual o peor que ser joven, hombre, pobre?
Ser viejo, mujer, pobre, ¿es igual o peor que ser viejo, hombre, pobre?
¿Lo mas deprimido es ser vieja y pobre?.
Vd. ¿Qué piensa?
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