1.- Los malos tratos en las personas mayores
Entendemos por malos tratos a personas mayores, cualquier acto u omisión que tenga como resultado:
1º.- Un daño, intencionado o no, practicado sobre personas de 65 años o más
2º.- Que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional
3º.- Que vulnere o ponga en peligro su integridad física o psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de derechos fundamentales del individuo
4º.- Y que dichos daños hallan sido comprobados objetivamente o percibidos subjetivamente.
En una publicación de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales y Discapacidad, se describen los tipos de malos tratos a las personas mayores:
Físicos o daño corporal: dolor o deterioro físico, producido por fuerza física o violencia no accidental. Ejemplos: golpes, quemaduras, tirar del pelo, alimentación forzada, utilización injustificada de restricciones físicas, uso inapropiado de fármacos…
Psicológico: causar intencionadamente angustia, pena, sentimiento de indignidad, miedo o estrés mediante amenazar verbales o no verbales. Ejemplos: amenazas de daños físicos, de institucionalización o internamiento en residencias, insultos, burlas, intimidación, humillación, infantilización en el trato, indiferencia hacia su persona, darle tratamiento de silencio, aislamiento, no respetar sus decisiones, ideas o creencias etc.
Sexuales: comportamientos, como gestos, insinuaciones, exhibicionismo; contacto sexual de cualquier tipo, intentado o consumado, no consentido o con personas incapaces de dar consentimiento. Ejemplos: Acoso sexual, tocamientos, obligar a la victima a realizar actos sexuales al agresor, violación, realización de fotografías etc.
Financieros: Utilización no autorizada, ilegal o inapropiada de fondos, propiedades o recursos de una persona mayor. Ejemplo: tomar sin permiso dinero, joyas etc. falsificación de firmas, obligarle a firmar testamentos o documentos, ocupación del domicilio etc.
Negligencia y abandono: Rechazo, negativa, o fallo para iniciar, continuar o completar la atención a las necesidades del cuidado de una persona mayor, ya sea voluntaria o involuntariamente por parte de la personas responsables, de forma implícita o acordada, de su cuidado Ejemplos: no aportar medidas económicas o cuidados básicos como comida, hidratación, higiene personal, vestido, cobijo asistencia sanitaria, administración de medicamentos, confort, protección y vigilancia en situaciones potencialmente peligrosas, dejarla sola largos períodos de tiempo, no procurarle afecto etc.
Obstinación diagnóstica: realización de pruebas diagnosticas para aumentar el conocimiento sobre la patología o situación clínica de un paciente, sin que se prevea que vaya a tener una posterior traducciones beneficios reales para el mismo.
Obstinación terapéutica: utilización de medios desproporcionados para prolongar artificialmente la vida biológica de un paciente con enfermedad irreversible o terminal.
Todo lo dicho al describir los tipos de malos tratos, conduce:
1º.- En la esfera privada o intima de las personas mayores: a una explotación de la capacidad de trabajo en el hogar; tratamiento de silencio o franca hostilidad, como expresión de la molestia que causan las personas mayores; desarraigo o rotación por los domicilios de los hijos o institucionalización forzosa – internamiento en residencia -.; explotación económica de sus necesidades afectivas para apropiarse de sus bienes; abandono, los familiares se desentienden de las condiciones de vida del anciano; falta de capacitación de los cuidadores informales, sobre todo con las personas mayores que sufren demencia
2º.- En el ámbito público: a falta de dispositivos sanitarios para la atención geriátrica especializada; a profesionales médicos que achacan a la edad cualquier padecimiento; a residencias con normas rígidas que producen despersonalización.
Los malos tratos a personas mayores se pueden producir en distintos escenarios. Uno de ellos, pero no el único, es en el contexto familiar. Hoy la familia sigue siendo el principal soporte social de las personas mayores y especialmente de las que presentan dependencia, por considerar que forma parte de las obligaciones familiares y por la creencia de que los cuidados que ofrecen las familias son los mejores.
Este “ejército de protección social invisible” está constituido:
1º.- Por mujeres, el 83% de los cuidadores no profesionales
2º.- Que presentan un perfil con un nivel socioeducativo y económico bajo.
3º.- Que además son responsables de otras cargas familiares
4º.- Y que dedican una media de ocho a diez años al cuidado de personas mayores dependientes.
En definitiva, personas sometidas a situaciones de estrés en las que pueden aparecer conductas no deseadas, vienen a compensar la flagrante escasez de recursos profesionales.
Pero la estructura y la dinámica familiares actuales no son como las de hace tres décadas. Han cambiado los modelos tradicionales de familia y, como consecuencia, nos enfrentamos a la desestabilización en la continuidad de los cuidados, mal llamados, informales.
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