viernes, 28 de enero de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (48)

El sistema edadista es aquel que clasifica a las personas por su edad. En consecuencia la edad se transforma en un factor de jerarquización social que asigna modos de comportamiento y valoraciones para cada etapa de la vida.

El sistema edadista se explica a través de tres características. La primera el envejecimiento de la población debido al aumento de la esperanza de vida, con un mayor numero de personas que llegan al edad avanzada.

Sin embargo no es lo mismo señalar que la población esta envejecida, problema que hay que combatir con una mayor natalidad. Por ello es importante separar claramente los términos de envejecimiento y vejez siendo el primero un proceso, y no una etapa, que comienza al nacer; y la segunda, la vejez, un estado definido de acuerdo a determinados criterios.

Mas que una población envejecida, lo que se esta produciendo es un proceso de envejecimiento poblacional, producto del aumento del promedio de edad de la población

La segunda característica del sistema edadista es el culto a la juventud. que existe en las sociedades occidentales. La juventud estaría asociada a una serie de atributos positivos como belleza, vigor, fuerza etc. El culto a la juventud encuentra su fundamento en la práctica social, al observar que muchas personas tratan de prolongar o retardar la llegada de la vejez. También colocando al joven socialmente sobre el anciano en multitud de contextos. Es más la frase “nadie es viejo si no quiere” considera a la juventud como el estado deseable. En este caso la falsa juventud implica colocar a las personas mayores en una situación ficticia, al tener que disimular y negar su propia identidad, intentando competir en el mismo plano que los mas jóvenes.

Sin embargo este culto a la juventud no se produce en todos los ámbitos de la vida social, es decir, no siempre se valora positivamente lo joven. “Recordemos la mistificación tan empleada por su gran eficacia, de declarar que los jóvenes son la esperanza del futuro ….para negarles su sitio en el presente”. Esto significa que se exalta a los jóvenes en algunos ámbitos, pero se les excluye en otros, sobre todo en aquellos de mayor importancia social, como la toma de decisiones políticas y económicas

Y por último una tercera característica del sistema edadista es la valoración de la vejez en las sociedades tradicionales.

Debido a que estamos en una era del trabajo, los ancianos a estar generalmente jubilados, se ubicarían en una posición desventajosa y con ello, la experiencia de los años no recibiría una valoración positiva, como si ocurriera en otras sociedades.

Sin embargo, señalar que en las sociedades tradicionales se valoraba la vejez no es del todo exacto. Es imposible establecer generalizaciones respecto a la importancia dada a los viejos en las sociedades tradicionales, donde la valoración hacia ellos variaba de acuerdo a diferentes contextos sociales e históricos.

Si bien es cierto que en algunas sociedades, pasadas y presentes, la cualidad de la vejez ha sido catalogada como deseable y ha constituido una fuente de poder político, eso sólo es aplicable en algunos grupos humanos.

Ciertos estudios han demostrado que algunas sociedades, frente a la escasez de medios para subsistir, los viejos eran los primeros en desaparecer, existiendo prácticas como el gerontocidio, que se completaba con el infanticidio.

También en algunas sociedades guerreras la posición del anciano podía ser menor, no solo por la imposibilidad de éste de participar en ella, sino también porque se consideraba que su larga vida se debía a una falta de valentía. En otros casos a los ancianos se les atribuían males o hechizos, originando una situación de temor hacia ellos.

En los momentos actuales faltan estudios sobre la actitud de los propios ancianos en la sociedad y la conducta de los otros miembros de la sociedad hacia ellos; sobre las diferencias que pueden existir entre el anciano sano y el anciano enfermo, entre diferentes géneros o respecto al anciano en condiciones económicas cambiantes.

A lo anterior se suma el hecho de que no siempre la edad es una característica distintiva entre las sociedades. A igual que sucede con la categoría de adolescente, no existe una categoría universal para nombrar al viejo o al anciano. Se trata de una construcción cultural que varia en determinados contextos culturales e históricos.

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