La importancia de la educación para una nueva socialización
En
un artículo reciente del psicólogo Bernabé Tierno publicado con el titulo “UNA PERSONA EDUCADA”
se pone de manifiesto una serie de reflexiones: “La vida sigue siendo una
hermosa aventura, que hay que encarar con optimismo, con ilusión, con esperanza
y con ánimo de plantear batalla cada jornada a lo que se nos vaya presentando”.
“Una de las claves para lograr esos
triunfos, reside en la educación de las personas”. "Una persona educada es
la que tiene una alta autoestima; la que tiene autodisciplina; personalidad;
criterio propio….”. Hoy queremos trasladar la esencia de las citadas
frases al marco de las PERSONAS MAYORES.
Desde el plano educativo, la persona
es un ser inacabado en todos sus
aspectos o dimensiones. Las personas aprendemos desde que nacemos y a lo largo
de nuestra vida. Las actuales personas mayores
nacieron y fueron educadas con otros valores y normas, ni mejores ni
peores, diferentes. De ahí la importancia de la
educación para una nueva socialización
No hay una edad determinada para
aprender, todo depende de la persona y
de la voluntad de querer hacerlo. Sin embargo cuando se trata de vincular educación y
persona mayor, se piensa que ésta es difícilmente educable y poco
susceptible de adquirir nuevos conocimientos. Ante esta postura tenemos que
resaltar que la perdida de memoria no es mucho mayor que en otras edades, la
inteligencia no sólo no disminuye sino que puede aumentar si se proporciona
oportunidades para ejercitarla. La educación permanente no tiene plazos,
ni programas rígidos, ni exigencias generales
e iguales para todos. Se realiza en libertad y en beneficio de cada
sujeto en particular. Los fines perseguidos van dirigidos a que la vejez se
contemple y considere desde la
perspectiva del “envejecimiento activo”.
Las personas mayores necesitan estímulos
intelectuales. No debemos olvidar que la vida es un proyecto permanente de
aprendizaje. La etapa de persona mayor proporciona una nueva oportunidad de
retocar el estilo de vida que se ha ido configurando a lo largo del tiempo.
Pero para ello es necesario poner en juego la educación permanente. Envejecer
no es otra cosa que cambiar, lo que requiere desplegar procesos de adaptación y
desarrollo a nivel personal y social para mantener el equilibrio y asumir
nuevos roles
Si no nos morimos antes, todos estamos llamados a
ser persona mayor. ¿Nos preparamos para ello?. ¿Piensan que como persona mayor
ya tienen su propia experiencia y conocimientos y no necesitan seguir educando
su potencial humano?. ¿Sabían que la educación permanente es un derecho que
queda sin desarrollar en la mayoría de las personas de edad?. ¿Que solo una
minoría, la más preparada, es la que muestra interés por actualizarse?. ¿Y que
el nivel de instrucción de los mayores no es equiparable al de la población más
joven, por debajo de los 45 años?
Las personas mayores, no son las que más saben,
sino las que más ignoran. Quedan marginadas, amarradas al pasado, impermeables
a los cambios vertiginoso del siglo XXI,
caracterizado por la aceleración de los avances tecnológicos; el despliegue de la cultura
postmoderna, con su lógica de consumo;
la urgencia de vivir rápido como si no hubiese futuro; y la exaltación de los sentidos como única
posibilidad de placer
Siendo posible el aprendizaje en las personas
mayores, la educación de las mismas debe orientarse en un doble sentido: poner
en juego estrategias de compensación del déficit; o tener en cuenta para la
educación y formación de las personas mayores, aquello en lo que aun pueda
crecer a través de nuevos conocimientos. No buscar tanto la eficacia como la
comunicación interpersonal, ya que en esta etapa de la vida un enfoque
exclusivamente profesional es peligroso para el desarrollo personal del
individuo mayor.
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