domingo, 21 de octubre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (114)

La importancia de la educación para una nueva socialización

             En  un artículo reciente del psicólogo Bernabé Tierno  publicado con el titulo “UNA PERSONA EDUCADA” se pone de manifiesto una serie de reflexiones: “La vida sigue siendo una hermosa aventura, que hay que encarar con optimismo, con ilusión, con esperanza y con ánimo de plantear batalla cada jornada a lo que se nos vaya presentando”. “Una de las claves  para lograr esos triunfos, reside en la educación de las personas”. "Una persona educada es la que tiene una alta autoestima; la que tiene autodisciplina; personalidad; criterio propio….”. Hoy queremos trasladar la esencia de las citadas frases  al marco de las PERSONAS MAYORES.

          Desde el plano educativo, la persona es un  ser inacabado en todos sus aspectos o dimensiones. Las personas aprendemos desde que nacemos y a lo largo de nuestra vida. Las actuales personas mayores  nacieron y fueron educadas con otros valores y normas, ni mejores ni peores, diferentes. De ahí la importancia de la  educación para una nueva socialización
         

              No hay una edad determinada para aprender, todo depende de la persona  y de la voluntad de querer hacerlo. Sin embargo cuando se trata de vincular  educación y  persona mayor, se piensa que ésta es difícilmente educable y poco susceptible de adquirir nuevos conocimientos. Ante esta postura tenemos que resaltar que la perdida de memoria no es mucho mayor que en otras edades, la inteligencia no sólo no disminuye sino que puede aumentar si se proporciona oportunidades para ejercitarla. La educación permanente no tiene  plazos,  ni  programas  rígidos, ni exigencias   generales   e iguales para todos. Se realiza en libertad y en beneficio de cada sujeto en particular. Los fines perseguidos van dirigidos a que la vejez se contemple  y considere desde la perspectiva del “envejecimiento activo”.
          
           Las personas mayores necesitan estímulos intelectuales. No debemos olvidar que la vida es un proyecto permanente de aprendizaje. La etapa de persona mayor proporciona una nueva oportunidad de retocar el estilo de vida que se ha ido configurando a lo largo del tiempo. Pero para ello es necesario poner en juego la educación permanente. Envejecer no es otra cosa que cambiar, lo que requiere desplegar procesos de adaptación y desarrollo a nivel personal y social para mantener el equilibrio y asumir nuevos roles

Si no nos morimos antes, todos estamos llamados a ser persona mayor. ¿Nos preparamos para ello?. ¿Piensan que como persona mayor ya tienen su propia experiencia y conocimientos y no necesitan seguir educando su potencial humano?. ¿Sabían que la educación permanente es un derecho que queda sin desarrollar en la mayoría de las personas de edad?. ¿Que solo una minoría, la más preparada, es la que muestra interés por actualizarse?. ¿Y que el nivel de instrucción de los mayores no es equiparable al de la población más joven, por debajo de los 45 años?
Las personas mayores, no son las que más saben, sino las que más ignoran. Quedan marginadas, amarradas al pasado, impermeables a los cambios vertiginoso del siglo XXI,  caracterizado por la aceleración de los avances  tecnológicos; el despliegue de la cultura postmoderna, con su lógica de consumo;  la urgencia de vivir rápido como si no hubiese futuro; y  la exaltación de los sentidos como única posibilidad de placer


Siendo posible el aprendizaje en las personas mayores, la educación de las mismas debe orientarse en un doble sentido: poner en juego estrategias de compensación del déficit; o tener en cuenta para la educación y formación de las personas mayores, aquello en lo que aun pueda crecer a través de nuevos conocimientos. No buscar tanto la eficacia como la comunicación interpersonal, ya que en esta etapa de la vida un enfoque exclusivamente profesional es peligroso para el desarrollo personal del individuo mayor.

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