viernes, 26 de noviembre de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR (43)


El envejecimiento como construcción no solo biológica sino social

El envejecimiento no es solo una construcción biológica sino también una construcción social, por lo que a partir de los años sesenta del siglo XX, se empezaron a construir diferentes teorías sociológicas, que han ido evolucionando, para explicar el hecho del envejecimiento. Entre ellas cabe destacar: la desvinculación, el activismo y la continuidad.


La teoría de la desvinculación, desenganche o retraimiento tiene como base la toma de conciencia de la temporalidad de la vida. Las personas mayores tienden a reorganizar sus proyectos en función del tiempo que aun le queda por vivir.

Se produce un distanciamiento reciproco entre las personas que envejecen y el resto de miembros de la sociedad a la que pertenecen provocado, por las propias personas que envejecen y/o por el resto de miembros de la sociedad

Supone una forma ordenada de transición del poder, evitando que la desaparición natural de un individuo, tenga repercusiones en el sistema social, permitiendo a los jóvenes cubrir los puestos liberados por las personas mayores. Es una complicidad entre lo biológico y lo social. Se asegura así, el funcionamiento óptimo de la sociedad.

Pero esta teoría de la desvinculación, no puede generalizarse a todo el conjunto de las personas mayores. La desvinculación no tiene porque ser una opción definitiva e irreversible, Muchas de las personas mayores continuamos siendo activas y ejerciendo eficazmente nuestras funciones sociales.

La “teoría de la actividad” fue elaborada para colmar las lagunas de la teoría de la desvinculación, siendo sus postulados básicos Primero: “Solo es feliz y se siente satisfecha aquella persona que es activa, que produce algún rendimiento, que es útil para los demás”.

Segundo: “Las actividades sociales reconstruye la propia imagen de las personas mayores, deteriorada por las perdidas provocadas por el envejecimiento”.

Es una teoría válida para los “viejos jóvenes” pero dudosa para los “viejos viejos”. Aplicable, más a la etapa de paso a la jubilación, que al propio envejecimiento. De ahí los aspectos positivos y negativos:

Como aspectos positivos del activismo podemos destacar: el sentimiento de bienestar; el sentirse útil; la protección contra el aburrimiento, la soledad y la , enfermedad.

En cuanto a críticas podemos decir que: homogeneiza el proceso del envejecimiento; resulta demasiado ideal, ya que puede crear una expectativa irreal en personas mayores que se enfrentan a limitaciones biológicas, económicas, y sociales.

No obstante lo anterior, sigue siendo válida, la relación empírica entre actividad y bienestar en la vejez; entre el envejecimiento activo y el envejecimiento saludable; entre actividad y salud.

Y por último, la teoría de la continuidad tiene como postulado básico, el considerar que la personalidad y el sistema de valores de las personas mayores, permanece intacto con el paso de los años, siempre que se hayan adaptado a la evolución que le impone su propio organismo y la sociedad en que vive.

No hay una ruptura radical, brusca entre la edad adulta y la tercera edad. La personalidad sigue evolucionando durante toda la vida para integrar las experiencias que se le van presentando.

Rescatar el sentido de identidad del individuo a lo largo de la vida, tomando conciencia del envejecimiento desde edades tempranas de la vida, preparándose para la vejez, a través de diferentes estrategias de adaptación que ayuden a reaccionar eficazmente ante los sufrimientos y pruebas de la vida, cuando llegue la etapa del envejecimiento.

Pero continuidad no significa estabilidad. Debe actuar en el presente, para mejorar una situación difícil.

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