domingo, 9 de junio de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (142)

Contrastes en la vejez: Pasado y presente

Del blog sociológico de   Joaquin Giró entresacamos algunas cuestiones de interés para  conocer mejor los contrastes  de la vejez en algunos de sus aspectos.

 UN PRIMER CONTRASTE. En un pasado cercano el viejo se caracterizaba por sus actitudes conservadoras; por tener una historia  marcada por la austeridad y la escasez;  un talante exigente pero a la vez despreciativo ante las generaciones más jóvenes; incapacitados para comprender las realidades nuevas y sus cambios;  intransigentes; autoritarios; solitarios y vinculados a una imagen global de pobreza material.


Sin embargo, ahora,  en estos últimos años, las personas mayores se caracterizan por su disparidad, diversidad y heterogeneidad Presentan actitudes muy distintas, intentan disfrutar y situarse en el bienestar particular de sus vidas, parecen ser mayoritariamente aperturistas en sus posiciones, muy interesados en todo lo que sucede a su alrededor, permisivos, tolerantes, ….. Se ha producido un proceso de rejuvenecimiento real de los mayores, una profunda fractura en la ya tradicional noción del concepto tercera edad que, a todas luces, resulta insuficiente, inoportuna y poco eficaz para señalar al  colectivo de personas mayores.

UN SEGUNDO CONTRASTE. La vejez  se asocia   con la pérdida de funciones sensoriales y de movilidad como la vista y oído y locomotoras; pérdida de capacidad física, vital, y sexual; pérdida de capacidad mental, con menos reflejos y memoria. Ello  conduce a la falta de autonomía, que obliga a que el bienestar del viejo dependa  de  otras personas

En la actualidad, percibimos que se vive más tiempo desde el umbral de los sesenta y cinco años, y el alargamiento de la vida se acompaña de una mejora del estado de salud en todas las edades. El declive de la autonomía personal y, finalmente, la muerte, acaban por llegar, pero cada vez más tarde.

TERCER CONTRASTE. Es de interés resaltar que   en el pasado los viejos eran los depositarios del saber y del conocimiento como producto de la experiencia y el paso de los años. La idea del saber era la de un saber del pasado. Estaban los que conocían el pasado, que enseñaban a los del presente a vivir y a obrar. El viejo era el que conocía las técnicas  y las enseñaba a los demás.

El viejo era algo así como la memoria viva y la vejez  un grado, una cierta distinción honrosa, ligada a la sabiduría, al conocimiento. El viejo sabía más que los otros  y por lo tanto era visto como alguien valioso, como alguien a conservar, como alguien, que era un tesoro para el grupo, porque ahí estaban los conocimientos que el grupo requería, necesitaba.

En la actualidad, la pérdida de valor de las personas mayores es un hecho en las sociedades desarrolladas donde lo viejos son señalados como contrarios a lo innovador, a la creatividad, a la invención y al conocimiento que continuamente se reinventa, dejando como obsoleto y caduco lo que un día fue novedad. Hay que estar a la última. Porque siempre habrá algo más nuevo, más actual y simbólicamente más positivo. El saber ya no es la prerrogativa del viejo, sino del experto, aquél que es capaz de relacionarse con la tecnología renovable y nueva.

Hoy los viejos  que simbolizaban la experiencia y la sabiduría,  ya no significan nada salvo su ligazón al mercado y al consumo, aspectos que  le devuelven el rol y la consideración social.

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