sábado, 19 de octubre de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (152)

La vejez como oportunidad

Ver la vejez no como un problema  sino también como una oportunidad es uno de los grandes retos que, a nivel individual y colectivo, nos plantea una sociedad cada vez más envejecida.

Siguiendo a Victoria Camps Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad  Autónoma de Barcelona, vamos a describir la vejez como una etapa del ciclo vital en donde todavía es posible encontrar la oportunidad de mejorar la calidad de vida

Todos tenemos personas cercanas que viven difícilmente la vejez: con dependencias, demencias, soledad, incomprensión, escasez económica Nos han educado, mejor o peor, para vivir la vida característica de un ser adulto con todas sus facultades en juego. No nos han educado para enfrentarnos a la decadencia y a las limitaciones que trae consigo el paso de los años. 


Cada cual puede abordar su vejez de dos maneras: viéndola sólo como un problema, causa de angustias y de desesperación, o viéndola como la oportunidad de vivir de otra forma, de sacar el máximo partido de las propias capacidades.

La primera visión: la vejez viéndola como un problema. En este sentido Norberto Bobbio, un eminente filósofo del Derecho  al cumplir los ochenta años, escribió uno de los textos más desgarrados de la literatura sobre la vejez, con el título De Senectute.  En  el leemos lo siguiente: La sabiduría para un viejo consiste en aceptar resignadamente los propios límites los cuales conozco bien, pero no los acepto. Los admito únicamente porque no tengo más remedio. Mi vejez es la vejez melancólica.  Es la imagen de la vida como una calle donde la meta siempre está más lejos y, cuando creemos que la hemos alcanzado, no es la que habíamos pensado como definitiva. La vejez se convierte entonces en el momento en que nos damos cuenta de que el camino no sólo no está realizado, sino que ya no hay tiempo para realizarlo

La segunda visión: la vejez viviéndola como oportunidad de vivir de otra forma. En este sentido, Rita Levi Montalcini una científica  premio Nobel de Medicina en 1986,  escribía a una edad cercana a los ochenta años, un libro rebosante de esperanza titulado “El as en la manga”. En sus páginas podemos leer: “No debemos vivir la vejez recordando el tiempo pasado, sino haciendo planes para el tiempo que nos queda, tanto si es un día, un mes o unos cuantos años, con la esperanza de realizar unos proyectos que no pudieron acometerse en los años de juventud.



El cerebro es el «as en la manga» que todas las personas tienen y deben saber utilizar adecuadamente en la vejez. En el juego de la vida, la carta más alta es la capacidad de valerse especialmente en la vejez, de las actividades mentales y psíquicas propias.  Es cierto  que los factores extrínsecos como el deterioro físico, la dependencia, el dolor, las enfermedades, conducen a la desgana de vivir y a la decrepitud, a sentimiento de ineptitud y la consiguiente desesperación por ir viendo mermadas las propias capacidades. Pero en muchas ocasiones entran en juego factores de naturaleza intrínseca como la falta de previsión en la juventud y en la edad adulta, al no haberse preparado para ejercer actividades alternativas en la vejez. 

No debemos ignorar, a lo largo de la vida, que algún día tendremos que enfrentarnos a la vejez. Si lo ignoramos, es muy fácil que, cuando llegue el momento de tener que echar mano de algunos recursos intrínsecos, nos encontremos con la triste realidad de que no tenemos ninguno porque no fuimos previsores ni capaces de almacenarlos. Esa previsión es, a fin de cuentas, el «as» que puede salvarnos en el trance de la vejez.

«Todo el mundo quiere vivir muchos años, pero nadie quiere llegar a viejo». En efecto, cada vez está más en nuestras manos la posibilidad de vivir más tiempo, pero aspiramos a que esa vida más larga no sea la que le correspondería al anciano, sino la de un cuerpo sano y al máximo de sus potencialidades.

La clave está en conseguir «una vida de calidad», no simplemente en seguir viviendo. Y creo que ése es el objetivo en el que debemos empeñarnos si queremos que la vejez sea  no tanto un problema como una oportunidad. Como decía la antigua copla, lo que necesitamos son tres cosas: salud, dinero y amor. 

domingo, 13 de octubre de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (151)

Capacidad de adaptación y continuidad en la vejez

Hace más de un siglo y medio, un maestro regresaba a su casa, en un pequeño pueblo. Le llamó la atención una luz en la ventana del zapatero, y al asomarse vio a éste trabajando a la luz de una vela a punto de extinguirse. Entró su esposa y le dijo: «Ya es tarde, la cena está lista, ven a comer.» Respondió el zapatero: «Ya voy. Mientras arde la vela, algo puede hacerse.» Se alejó el maestro, reflexionando sobre la escena.

Al día siguiente, les dijo a sus alumnos: «Ayer aprendí una muy importante lección de un viejo y humilde zapatero: mientras arde la vela, algo puede hacerse. Se trata de la vela de la vida: mientras hay vida, se puede reemprender el camino elegido.

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena. El envejecimiento es un proceso en constante evolución, complejo y fascinante que experimentan todos los seres humanos. Es un cambio continuo que ocurre a través de toda la vida desde el mismo momento del nacimiento. Se manifiesta de una forma compleja por cambios en  múltiples facetas - fisiológicas, emocionales, cognitivas, sociológicas, económicas e interpersonales -. Pero estos cambios ocurren de manera diferente en cada una de las personas. Cada persona envejece en función de cómo haya vivido. El envejecimiento es un proceso diferencial,  Se   considera que la personalidad y los patrones de comportamiento continúan cambiando a través del ciclo de vida en respuesta a una variedad de sucesos y condiciones. 



La vejez es una etapa en el curso de la vida de cada individuo, una fase natural con ventajas y desventajas. Etapa distinta y la última en el desarrollo del ciclo de la vida. Los viejos no son ni más ni menos que personas con su propia individualidad. Cada uno envejecerá a su manera y dependiendo de sus circunstancias, como pasa en cualquier etapa de la vida. Uno decide, individual y subjetivamente, cuándo se considera un viejo. Pero el viejo no vive sólo, y la mirada del conjunto es muchas veces negativa y discriminante 



 La vejez se considera como una etapa que viene caracterizada  por su capacidad de adaptación a los cambios que supone: sobrevivir a los años de madurez; el sentido del nido vacío; el retiro del empleo; la etapa de ser abuelo o abuela; la soltería en la edad avanzada provocada por la viudez; el divorcio y los cambios en vivienda. En esta etapa, ya los hijos son adultos, muchas veces se han casado, tienen hijos propios, y viven lejos de los padres y madres. Probablemente el esposo o esposa y varias amistades han muerto. Algunas personas pueden padecer un deterioro mental o físico por lo cual requieran institucionalización. Por estas circunstancias, la vejez muchas veces se distingue como una etapa sin funciones sociales o una fase que acorta la actividad social y la persona va alejándose de la sociedad o puede enfrentarse a un posible aislamiento social.



Sintetizando, se puede decir que la vejez es una etapa más de la vida, al igual que la niñez y la juventud. La vejez es una etapa en el ciclo de la vida en la cual las personas poseen menos control de lo que les ocurre que en otras etapas del desarrollo, y en la cual se confrontan una serie de acontecimientos, que pueden verse como positivos o negativos, dependiendo de muchos factores. Por ejemplo, el retiro del empleo con la consiguiente jubilación, para algunas personas puede ser visto como algo positivo y para otras como algo negativo. Independientemente de que los acontecimientos sean positivos o negativos, debe ocurrir un ajuste a los cambios si los individuos quieren alcanzar un nivel de satisfacción en cualquier etapa de su ciclo de vida. Muchas personas de mayor edad están satisfechas con su vejez y la entienden como una extensión de su pasado. Si se logra un compromiso con la integración y la crisis de la vejez se resuelve, emerge la fortaleza de la sabiduría, la cual implica que el individuo es capaz de aceptar que la vida está llegando a un final. 


jueves, 3 de octubre de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (150)

Barreras arquitectónicas y personas mayores


Es indudable que las personas mayores en razón de las consecuencias propias de la edad y su estado de salud, pueden llegar a tener algún o algunos límites para relacionarse con su medio, límites que pueden ser de carácter físico como dificultades en la movilidad para subir escaleras, salvar desniveles, dificultad de giro, o dificultades de carácter sensorial, pérdida de vista, de audición, etc. que les impida la libre circulación por su ciudad o lugar de residencia, o les reduzca la capacidad para todo ello. En definitiva pueden tener alguna minusvalía de hecho, aunque no esté reconocida como tal por las autoridades administrativas. 



¿Quién es minusválido a efectos de aplicación de la normativa sobre supresión de barreras arquitectónicas? La ley se limita a mencionar a "personas con minusvalía" sin expresar ulteriores requisitos, lo cual ha venido siendo interpretado por la Jurisprudencia en el sentido de que no es necesario que la minusvalía sea declarada por las autoridades administrativas, bastando con el carácter permanente de las deficiencias motrices, por lo que el concepto de minusválido debe entenderse en un doble sentido: las personas mayores de setenta años y los menores de dicha edad, con disminución permanente para andar, subir escaleras o salvar barreras arquitectónicas, se precise o no de prótesis o de silla de ruedas



Son barreras arquitectónicas todo impedimento u obstáculo físico que dificulte o impida la libertad física o sensorial de las personas. Estas barreras .se  clasifican en cuatro grupos según sus  características, para establecer las medidas técnicas necesarias para  suprimirlas. Estos grupos son:- Barreras Arquitectónicas Urbanísticas.- Barreras Arquitectónicas en la Edificación. - Barreras Arquitectónicas en los Transportes. - Barreras Arquitectónicas en la Comunicación Sensorial.

Las  Barreras Arquitectónicas Urbanísticas vienen  dadas por los obstáculos que dificultan o impiden la movilidad en las vías públicas y espacios de uso común como parques, jardines, plazas así como del mobiliario urbano del que estén dotados esos espacios. Nos referimos a pavimentos, escaleras, alcantarillado, instalaciones de luz, de abastecimiento de agua, jardinería, postes de señalización, fuentes, cabinas de teléfono, toldos, marquesinas, kioskos, etc. Como norma general se trata de eliminar en estos espacios todos los componentes de los mismos y materiales que dificulten la movilidad de las personas mayores que tienen limitada su movilidad y capacidad de percepción , y en el caso del mobiliario urbano, se trata de instalar los que en su diseño, resulten accesibles, no obstaculicen el tránsito o si tienen que tener un carácter informativo, que la información que deben suministrar sea comprensible por cualquier persona con capacidad sensorial limitada.

En cuanto al segundo grupo, las Barreras arquitectónicas en la Edificación, se imponen las medidas arquitectónicas que hagan posible la accesibilidad en los edificios tanto de uso público como de uso privado a personas mayores con movilidad reducida o que sufran algún otro tipo de limitación. Y así en los edificios de uso público la construcción, ampliación o reforma de estos edificios deberá hacerlos adaptados o accesibles, de modo que permitan su acceso y tránsito de forma cómoda y autónoma para personas mayores con limitaciones..



Barreras Arquitectónicas en los Transportes Públicos. Supresión de barreras arquitectónicas, respecto a los servicios de transporte de viajeros, tanto en relación a los vehículos destinados al transporte publico de viajeros, como en las estaciones destinadas al tránsito de viajeros. Respecto a éstas deberán respetarse las normas mínimas señaladas para los edificios de uso público, estableciendo además algún tipo de normativa específica respecto a la visualización de andenes, señalización, información o mobiliario existente en los mismos. Se establece la obligatoriedad de la adquisición de los nuevos vehículos de transporte público adaptados en cuanto a visualización y señalización sonora de información de paradas, anchura mínima de los vehículos para que puedan circular libremente viajeros en sillas de ruedas, plazas y asientos reservados próximas a las puertas de acceso... Se determina igualmente la obligatoriedad de contar con un vehículo especial o taxi en poblaciones con un número superior de habitantes determinado o por determinar

Barreras Arquitectónicas Sensoriales (o en la comunicación).  Establecimiento de ayudas técnicas que hagan accesibles los sistemas de comunicación y señalización a las personas con limitaciones sensoriales, la formación de profesionales intérpretes en el lenguaje de signos que faciliten la comunicación de las personas con dificultades. También se trata esta cuestión garantizando el acceso a los lugares de uso público de perros-guía, que acompañen a personas con limitaciones visuales.