miércoles, 27 de abril de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (58)

La mujer ante la vejez

En el pasado día 6 Marzo de 2011 se publicó unos datos referidos al envejecimiento poblacional de Andalucía con especial mención al número de mujeres mayores de 65 años. Aprovechamos esta noticia para hacer algunos comentarios al respecto.

Un rasgo que caracteriza el envejecimiento en las sociedades desarrolladas es el proceso de su feminización La prospección demográfica revela que el 16,9% de las mujeres andaluzas tiene hoy más de 65 años, frente al 12,7% en el caso de los hombres. Si hacemos un estudio en edades, encuadradas en el envejecimiento, pero teniendo en cuenta el sexo, podemos decir que las estadísticas reflejan que la esperanza de vida al cumplir 65 años se prolonga 17 años más para los hombres y casi 20 para las mujeres. La vejez tiene pues un perfil femenino y de viudez, y que en las biografías de las mujeres mayores de hoy predominan efectos sociales y culturales que fomentaban la desigualdad según género

En este sentido hay que destacar dos situaciones que se manifiestan en la sociedad: el hecho de ser mujer y el de ser mujer mayor. El sexo no se puede cambiar ni tampoco la edad, pero si la imagen que se tiene socialmente del hecho de ser hombre o mujer y de las oportunidades que se brinda a cada uno para conseguir sus propias metas. El ser mayor no es lo mismo para los hombres que para las mujeres, ya que la sociedad tiene diferenciados sus roles respectivos


Aunque se ha producido un progresivo acercamiento entre las posiciones de ambos sexos - incorporación de la mujer al trabajo, con los cambios asociados a este hecho; mayores ingresos; más relaciones sociales; mejora del nivel educativo, etc.- las desigualdades respecto a los hombres persisten en la vejez. Tienen su origen en diferencias económicas, educativas, de salud, y de rol. Ello lleva consigo que la pobreza, la soledad y la salud etc. expresan de manera contundente, las diferencias entre las mujeres y los hombres mayores, en lo que respecta a la calidad de vida.


En el caso de España, muchas de las mujeres que actualmente tienen edades superiores a los 65 años, no trabajaron fuera del hogar, y si lo hicieron no fue, generalmente, a lo largo de todo el periodo de edad laboral. El exclamar que la mujer nunca se jubila, no es solo una frase ocurrente, sino la realidad de lo que sucede a la mayoría de las mujeres. Sus responsabilidades domésticas absorben tiempo y su tiempo sigue tan ocupado como antes. La mujer mayor no tiene un rol sin rol como el hombre en su jubilación, sino un puesto con muchos roles y de gran importancia.

Los años adicionales de vida de que disfruta la mujer, al tener mayor esperanza de vida en años, no son necesariamente positivos, por limitaciones físicas, económicas y sociales. La diferencia en calidad de vida entre mujer mayor y hombre mayor se puede resaltar a través de dos indicadores. El primero de ellos, la cantidad de tiempo desocupado de que dispone la mujer para dedicarlo libremente a actividades relacionadas con el cuidado personal y la satisfacción de necesidades, ya sean educativas, lúdicas, laborales etc.. Al dedicar los hombres muy poco tiempo al trabajo doméstico, no resulta difícil comprender que tiene una calidad de vida mayor y mejor que las mujeres. El segundo, la autonomía de que dispone la mujer para hacer lo que se desea con su tiempo desocupado, es tres veces inferior a la capacidad de la que disfrutan los hombres. Las mujeres están mas condicionadas por las personas que comparten su vida – marido, hijos, padres etc. y no ponen en primer lugar lo que quisieran hacer sino lo que tienen que hacer. Paradójicamente, estas mujeres que han cuidado siempre a otras personas - padres, marido, hijos y nietos- ahora no tienen quién las atienda. Son la última “generación cuidadora” y, a su vez, la primera generación excluida del apoyo familiar directo. Son las consecuencias de los importantes cambios sociales acontecidos.

Hemos de poner de relieve, la importancia de que las mujeres mayores reconozcan y valoren todo lo que han hecho y saben hacer. Al haber dedicado su tiempo a actividades domésticas que están desvalorizadas por no estar integradas en el mercado laboral, ha llevado consigo un efecto negativo para muchas de ellas, ya que lo que ha sido lo central en sus vidas, el trabajo doméstico, carece de valor. Todo lo que han hecho, y hacen, se diluye en el día a día, no se traduce en “producto”.

Queda pues patente que aunque las mujeres mayores constituyen una parte importante e imprescindible en el proceso del envejecimiento, llevan a sus espaldas la mayor parte del trabajo en el ámbito familiar y sin embargo no disfruta de las condiciones de calidad de vida e igualdad de oportunidades que deben estar garantizadas en cualquier sociedad y especialmente en las sociedades democráticas.

Hasta hace poco, el sexo y la edad eran determinantes para predecir algunos de los comportamientos más importantes de los individuos, es decir del papel y de la posición que detentan en el conjunto social. No obstante, aunque el sexo no se puede cambiar ni tampoco la edad, si puede ofrecerse a la sociedad una nueva imagen del hecho de ser hombre o mujer y de las oportunidades que la sociedad brinda a cada uno para conseguir sus propias metas y en definitiva ser feliz El aumento de la esperanza de vida va a ir acompañado de unos estándares de salud mucho mejores y las mujeres mayores de los próximos 20 años, beneficiarias de las nuevas posiciones feministas, se enfrentarán a la vejez con experiencias laborales, económicas, familiares, de poder y estatus diferentes a las de sus predecesoras y, por lo tanto, dispondrán de mayores recursos económicos, sociales e intelectuales que ellas. Todo ello exigirá una redefinición de los roles tradicionales relativos a la pareja, la familia, el trabajo remunerado, el dinero, el sexo, etc. Con ello se abren numerosos interrogantes con el objetivo de conocer el nuevo significado de las posiciones de las mujeres y de los hombres, a lo largo de todo el ciclo vital. Los roles de genero en las nuevas generaciones de mujeres tiende hacia la igualación

miércoles, 20 de abril de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (57)

Justificar a ambos ladosUN DECALOGO PARA EL MAYOR


La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, se hecho público el siguiente decálogo:

1. El alto envejecimiento de la población es un logro histórico, consecuencia del progreso. No una carga o problema.

2.- Para un individuo, envejecer supone haber sobrevivido a enfermedades, accidentes, etc. y debe sentirse afortunado y orgulloso por llegar a mayor.


3. La vejez puede ser y es, cada vez más, una etapa de la vida tan plena como cualquier otra.


4. Los que llegan a la vejez se merecen vivir sin sobresaltos. Han hecho méritos y esfuerzos para ello.


5. La edad no debe ser un factor de discriminación en los aspectos educativos, laborales, asistenciales etc.


6. Las situaciones de incapacidad o dependencia no son consecuencia de la edad sino que se deben a problemas de salud.


7. La educación sanitaria, la prevención y el control, son las medidas necesarias para disminuir la dependencia.

8. La Geriatría es una especialización sanitaria eficiente e imprescindible para limitar la dependencia en su justa medida, disminuir el sufrimiento y aumentar la calidad de vida de las personas mayores

9. Es necesaria una Ley de Dependencia justa y que apoye a las familias - la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las personas mayores en situación de dependencia

10. No se debe relacionar vejez con terminalidad, ya que también, la infancia, la juventud, y la madurez pueden terminar de la misma manera, con la muerte.. .

Otra cuestión son los cuidados que se tienen que dar al final de la vida, que siempre son complejos y difíciles, a los cuales da respuesta la Geriatría.

Con el tema el decálogo del mayor, queremos dejar constancia de algunas reflexiones sobre el envejecimiento:

1..- Por un lado el envejecer como individuo es un logro personal; y por otro el lograr que muchos vivan muchos años es un logro social

2.- Tener en cuenta en la etapa de persona mayor, que para lograr un envejecimiento activo y saludable se necesita: en primer lugar, autocuidado, vigilando la propia salud; en segundo lugar, actividad, desarrollando actividades física y manteniendo la mente activa; en tercer lugar, vínculos, fomentando las relaciones sociales y el asociacionismo; y en cuarto lugar, participar, es decir estar presente en la vida local.

3.- Todo cambio genera resistencia. Cambiar es ganar y perder. Es dejar algo antiguo y añadir algo nuevo

4.- Si queremos cambiar una situación debemos también cambiar nosotros las percepciones que tenemos sobre esa situación, actuando con imaginación, creatividad, con resolución y flexibilidad para romper moldes. Y sobre todo tener confianza en uno mismo.

Hemos de recordar la visión que sobre el envejecimiento tenían en la antigüedad dos pensadores, Aristóteles y Séneca

Aristóteles decía: “ Somos lo que hacemos día a día, de tal manera que la excelencia en nuestro trabajo no depende de unos actos sino de unos hábitos” Y Séneca por su parte resaltaba: “No hay viento favorable para el que no sabe donde va”

jueves, 14 de abril de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (56)

EL PARADIGMA DEL ENVEJECIMIETO ACTIVO Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (III PARTE)



La soledad, una de las consecuencias sociales de crecer envejeciendo. A esta situación dedica la maestra y escritora Isabel Agüera su artículo “ESCENARIOS DE SOLEDAD” publicado en OPINIÓN DEL DIARIO CORDOBA.

“Octogenario, cargado de dolores e impotencias, vivía solo en casa de vecinos de un viejo barrio, él. Cada mañana, en invierno y verano, doblado sobre un arcaico bastón, salía cada día. En idénticas condiciones, ella, arrastrando un carrito andador, lo más aseada que alcanzaban sus menguadas capacidades, también salía. Ambos tenían como fin un destino común: la Caja de Ahorros del barrio. Allí, sentados, con el beneplácito del personal, pasaban las horas uno junto al otro en silencio, viviendo en complicidad el aire acondicionado en los rigores del verano y la calefacción en los helados inviernos. El un día faltó. Ella, limpiándose los ojos con un pañuelo amarillento, repetía: Se ha muerto; ha sido de pronto. Y a partir de aquel día, ella, a rastras con su andador, llegaba puntual y, entre sus manos, sin fallar ni un solo día, una florerilla cualquiera que colocaba en la silla vacía de él y por su mente un solo pensamiento: ¿Quién se encargaría de que no faltara la flor cuando ella se fuera? Plazas, jardines, y a veces, una Caja de Ahorros, escenarios elegidos por los ancianos para rastrear en el silencio de árboles, pájaros, flores, fuentes- una vida silenciada por los años pero que, como cálido rescoldo, avientan con el único soplo que les queda: el recuerdo de lo que fue. ¡Cuánta soledad cerca de nosotros! Rozando nuestros pasos, que caminan siempre en imparables urgencias, están ellos, con sus achaques, recuerdos, dolores, rigores, con sus problemas también y sobre todo con su tremenda soledad, pocas veces entendida y pocas veces remediada por los que, en mejores condiciones, nos creemos el ombligo del mundo. Próximas las Navidades, tiempo de nostalgias infinitas, hagamos de nuestros hogares escenarios privilegiados para nuestros mayores. Ellos lo dieron todo. Devolvámosles, al menos por una noche, amor y compañía”.


La realidad descrita nos impulso a “dialogar”, escribiendo “EXPERIENCIAS DE LA SOLEDAD” en el mismo medio de comunicación. Presentamos su contenido.

“La soledad surge de la tendencia de todo ser humano a compartir su existencia con otros. Si esto no se logra, surgen sensaciones de estar incompleto. En la soledad el ser humano añora la fusión con otra u otras personas y desea comunicación para subsistir. La soledad se manifiesta por una sensación de vacío y de falta de algo que se necesita. La vejez es uno de esos momentos en los que más fácilmente se puede experimentar la soledad. Aparece cuando una persona busca a alguien y descubre que nadie está disponible para ella, que nadie satisface sus necesidades de cualquier naturaleza, que nadie se ocupa de ella en un sentido singular y profundo, que a nadie importa directa y verdaderamente, o que no hay nadie buscándola o esperándola. Soledad es el convencimiento de estar excluido, de no tener acceso, quién sabe por qué, a ese mundo de interacciones, de contactos tiernos y profundos”. La soledad de los mayores es una de esas situaciones de vulnerabilidad, marginación y posible exclusión, en la que viven un numeroso grupo de personas mayores que difícilmente elevarán el grito y exigirán la satisfacción de sus necesidades debido a la fragilidad en que se encuentran. Haciendo mención al artículo de referencia “ESCENARIOS DE SOLEDAD”, es la defunción del cónyuge, la viudedad, el principal desencadenante del sentimiento de soledad en las edades avanzadas. Tras varias décadas desaparece de pronto la compañía y la afectividad que hasta entonces venía proporcionando la figura conyugal, dando pie a problemas personales de adaptación que puede llegar a una importante desilusión por la propia vida”.

jueves, 7 de abril de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (55)


EL PARADIGMA DEL ENVEJECIMIETO ACTIVO Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (II PARTE)




Isabel Agüera, maestra y escritora publicaba “MAYORES A ESCENA” en Opinión del Diario Córdoba con el siguiente contenido:

“El pasado día uno se celebró el Día Internacional de las Personas Mayores: actos de todo tipo corrieron por nuestra geografía. Por cierto, fui testigo de un particular evento del que salí más bien triste y, por supuesto, reflexiva, ya que corrían por mi memoria palabras de mi novela Sol de Otoño en las que el protagonista, con resignación, se queja: "El hablarnos a voces, de tú y en ese tono vergonzante, en el que lo hacen es un insulto".


Efectivamente, mi preocupación por los mayores me ha llevado a concluir que, a veces, nos olvidamos de la dignidad, que nada tiene que ver con los años, y, ¡venga fiestas, centros sociales, viajes, bailes, etcétera! Y todo eso es muy plausible, pero, ¿qué hacemos en el ámbito familiar, el más importante para ellos, por tratar de que sean felices? Los condenamos a una vejez sin remedio, cuando, al subir el tono de la televisión, les gritamos: "¡Estás sordo!" Cuando, al tropezar, exclamamos: "¡Estás ciego!" Cuando olvidan algo e, inexorablemente, repetimos: "¡Que estás perdiendo la memoria!" Los condenamos a la soledad más absoluta, cuando se nos pasan los días sin visitarlos, cuando ni tan siquiera tenemos tiempo para una llamada de teléfono ("¡qué no daría yo por unos minutos en compañía de mis padres!"), cuando se nos olvidan sus achaques e impotencias, cuando ya no nos sirven, en definitiva, para nuestro absoluto provecho. Y los condenamos a una tremenda humillación, cuando, olvidados de su dignidad, pasamos a tratarlos como niños. La ancianidad debe ser un eslabón más en el proceso evolutivo. No una petrificación y marginación social y familiar, expuesta a las intemperies de nuestros repentes. De ahí que, reyes por un día, no. Son nuestros padres, siguen ahí. Menos fiestas, pediría yo, y mucho más amor”

Las reflexiones sobre el citado artículo nos condujeron a dialogar escribiendo en dicho Diario, “EL PROTAGONISMO DE LOS MAYORES”.

“El criterio generacional indica la existencia de una permanente lucha o conflicto potencial entre generaciones, que en la actualidad tiende a resolverse a favor de los más jóvenes y en detrimento de las generaciones más viejas, que se ven relegadas a los últimos posicionamientos sociales. Nuestra sociedad ha sido seducida por la juventud. Nadie lanza un mensaje que diga ¡qué grande es ser persona mayor! como si el ser mayor fuese una edad en la que no se puede contribuir al bien común. Esta postura supone una clara discriminación, catalogando a la persona mayor como un "inútil social". La sociedad, en líneas generales, considera a los mayores como categoría independiente, separada como grupo, y a la que se le administra su bienestar y diversión, actuando como cuidadores. Los mayores están más tutelados que respetados, más dirigidos que orientados, recibiendo trato de favor que les hace perder autonomía, aportación, responsabilidad, exigencias, obligaciones y compromisos. Esta situación conduce a que las personas mayores no encuentren una parcela en el marco de la cultura contemporánea, y lo que es peor, no actuando para conseguir sus propios objetivos” .La planificación de atención a la vejez "basada en las necesidades", que contempla a las personas mayores como objetos pasivos, se ha de sustituir por otra "basada en sus derechos", considerando la igualdad de oportunidades para ejercer su participación en el proceso político, social y en otros aspectos de la vida comunitaria. Un enfoque cultural de las personas mayores, con actitud participativa, intelectual, reconocidas socialmente como grupo, con amplios espacios para la creación, recreación e intervención”

(continuará)