Capacidad de adaptación y continuidad en la vejez
Hace más de un siglo y medio, un maestro regresaba a su casa, en un pequeño pueblo. Le llamó la atención una luz en la ventana del zapatero, y al asomarse vio a éste trabajando a la luz de una vela a punto de extinguirse. Entró su esposa y le dijo: «Ya es tarde, la cena está lista, ven a comer.» Respondió el zapatero: «Ya voy. Mientras arde la vela, algo puede hacerse.» Se alejó el maestro, reflexionando sobre la escena.
Al día siguiente, les dijo a sus alumnos: «Ayer aprendí una muy importante lección de un viejo y humilde zapatero: mientras arde la vela, algo puede hacerse. Se trata de la vela de la vida: mientras hay vida, se puede reemprender el camino elegido.
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena. El envejecimiento es un proceso en constante evolución, complejo y fascinante que experimentan todos los seres humanos. Es un cambio continuo que ocurre a través de toda la vida desde el mismo momento del nacimiento. Se manifiesta de una forma compleja por cambios en múltiples facetas - fisiológicas, emocionales, cognitivas, sociológicas, económicas e interpersonales -. Pero estos cambios ocurren de manera diferente en cada una de las personas. Cada persona envejece en función de cómo haya vivido. El envejecimiento es un proceso diferencial, Se considera que la personalidad y los patrones de comportamiento continúan cambiando a través del ciclo de vida en respuesta a una variedad de sucesos y condiciones.
La vejez es una etapa en el curso de la vida de cada individuo, una fase natural con ventajas y desventajas. Etapa distinta y la última en el desarrollo del ciclo de la vida. Los viejos no son ni más ni menos que personas con su propia individualidad. Cada uno envejecerá a su manera y dependiendo de sus circunstancias, como pasa en cualquier etapa de la vida. Uno decide, individual y subjetivamente, cuándo se considera un viejo. Pero el viejo no vive sólo, y la mirada del conjunto es muchas veces negativa y discriminante
La vejez se considera como una etapa que viene caracterizada por su capacidad de adaptación a los cambios que supone: sobrevivir a los años de madurez; el sentido del nido vacío; el retiro del empleo; la etapa de ser abuelo o abuela; la soltería en la edad avanzada provocada por la viudez; el divorcio y los cambios en vivienda. En esta etapa, ya los hijos son adultos, muchas veces se han casado, tienen hijos propios, y viven lejos de los padres y madres. Probablemente el esposo o esposa y varias amistades han muerto. Algunas personas pueden padecer un deterioro mental o físico por lo cual requieran institucionalización. Por estas circunstancias, la vejez muchas veces se distingue como una etapa sin funciones sociales o una fase que acorta la actividad social y la persona va alejándose de la sociedad o puede enfrentarse a un posible aislamiento social.
Sintetizando, se puede decir que la vejez es una etapa más de la vida, al igual que la niñez y la juventud. La vejez es una etapa en el ciclo de la vida en la cual las personas poseen menos control de lo que les ocurre que en otras etapas del desarrollo, y en la cual se confrontan una serie de acontecimientos, que pueden verse como positivos o negativos, dependiendo de muchos factores. Por ejemplo, el retiro del empleo con la consiguiente jubilación, para algunas personas puede ser visto como algo positivo y para otras como algo negativo. Independientemente de que los acontecimientos sean positivos o negativos, debe ocurrir un ajuste a los cambios si los individuos quieren alcanzar un nivel de satisfacción en cualquier etapa de su ciclo de vida. Muchas personas de mayor edad están satisfechas con su vejez y la entienden como una extensión de su pasado. Si se logra un compromiso con la integración y la crisis de la vejez se resuelve, emerge la fortaleza de la sabiduría, la cual implica que el individuo es capaz de aceptar que la vida está llegando a un final.
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