La vejez como oportunidad
Ver la vejez no como un problema sino también como una oportunidad es uno de los grandes retos que, a nivel individual y colectivo, nos plantea una sociedad cada vez más envejecida.
Siguiendo a Victoria Camps Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, vamos a describir la vejez como una etapa del ciclo vital en donde todavía es posible encontrar la oportunidad de mejorar la calidad de vida
Todos tenemos personas cercanas que viven difícilmente la vejez: con dependencias, demencias, soledad, incomprensión, escasez económica Nos han educado, mejor o peor, para vivir la vida característica de un ser adulto con todas sus facultades en juego. No nos han educado para enfrentarnos a la decadencia y a las limitaciones que trae consigo el paso de los años.
Cada cual puede abordar su vejez de dos maneras: viéndola sólo como un problema, causa de angustias y de desesperación, o viéndola como la oportunidad de vivir de otra forma, de sacar el máximo partido de las propias capacidades.
La primera visión: la vejez viéndola como un problema. En este sentido Norberto Bobbio, un eminente filósofo del Derecho al cumplir los ochenta años, escribió uno de los textos más desgarrados de la literatura sobre la vejez, con el título De Senectute. En el leemos lo siguiente: La sabiduría para un viejo consiste en aceptar resignadamente los propios límites los cuales conozco bien, pero no los acepto. Los admito únicamente porque no tengo más remedio. Mi vejez es la vejez melancólica. Es la imagen de la vida como una calle donde la meta siempre está más lejos y, cuando creemos que la hemos alcanzado, no es la que habíamos pensado como definitiva. La vejez se convierte entonces en el momento en que nos damos cuenta de que el camino no sólo no está realizado, sino que ya no hay tiempo para realizarlo
La segunda visión: la vejez viviéndola como oportunidad de vivir de otra forma. En este sentido, Rita Levi Montalcini una científica premio Nobel de Medicina en 1986, escribía a una edad cercana a los ochenta años, un libro rebosante de esperanza titulado “El as en la manga”. En sus páginas podemos leer: “No debemos vivir la vejez recordando el tiempo pasado, sino haciendo planes para el tiempo que nos queda, tanto si es un día, un mes o unos cuantos años, con la esperanza de realizar unos proyectos que no pudieron acometerse en los años de juventud.
El cerebro es el «as en la manga» que todas las personas tienen y deben saber utilizar adecuadamente en la vejez. En el juego de la vida, la carta más alta es la capacidad de valerse especialmente en la vejez, de las actividades mentales y psíquicas propias. Es cierto que los factores extrínsecos como el deterioro físico, la dependencia, el dolor, las enfermedades, conducen a la desgana de vivir y a la decrepitud, a sentimiento de ineptitud y la consiguiente desesperación por ir viendo mermadas las propias capacidades. Pero en muchas ocasiones entran en juego factores de naturaleza intrínseca como la falta de previsión en la juventud y en la edad adulta, al no haberse preparado para ejercer actividades alternativas en la vejez.
No debemos ignorar, a lo largo de la vida, que algún día tendremos que enfrentarnos a la vejez. Si lo ignoramos, es muy fácil que, cuando llegue el momento de tener que echar mano de algunos recursos intrínsecos, nos encontremos con la triste realidad de que no tenemos ninguno porque no fuimos previsores ni capaces de almacenarlos. Esa previsión es, a fin de cuentas, el «as» que puede salvarnos en el trance de la vejez.
«Todo el mundo quiere vivir muchos años, pero nadie quiere llegar a viejo». En efecto, cada vez está más en nuestras manos la posibilidad de vivir más tiempo, pero aspiramos a que esa vida más larga no sea la que le correspondería al anciano, sino la de un cuerpo sano y al máximo de sus potencialidades.
La clave está en conseguir «una vida de calidad», no simplemente en seguir viviendo. Y creo que ése es el objetivo en el que debemos empeñarnos si queremos que la vejez sea no tanto un problema como una oportunidad. Como decía la antigua copla, lo que necesitamos son tres cosas: salud, dinero y amor.
No estoy muy seguro de que el tema no se haya convertido en una molesta obsesión que impida una vida feliz en vez de propiciarla. De acuerdo, amigo mío, en que la vida es un proyecto que no acaba nunca y puede renovarse mientras las funciones físicas y mentales nos lo permitan, pero... ¿por qué no repasar el pasado? ¿Qué fuimos? ¿En qué creímos? ¿Qué esperanzas para el hoy vemos cumplidas o nos han dado la espalda?
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