El sueño tanto en las personas mayores como
en el resto de las edades representa una de las actividades más necesarias,
pero también de las más placenteras para el ser humano. Sin embargo, en ocasiones,
el sueño o el dormir no es tan gratificante o reparador como desearíamos,
debido a distintas circunstancias como pueden ser el dolor, los cambios
sociales, por ejemplo la jubilación, los problemas emocionales..., y que
provocan despertares frecuentes, dificultades para conciliar el sueño, escaso
tiempo total de sueño... Además, es preciso tener en cuenta los cambios
normales que se producen con la edad, y que por desconocimiento, suelen
provocar angustia y una valoración errónea de la calidad del sueño.
Una inadecuada calidad del sueño puede ser
considerado como un grave problema de salud para la persona mayor, debiendo ser
contemplado por los profesionales de salud, siendo varias las alternativas de
intervención: tratamiento farmacológico, técnicas psicológicas y formación en
higiene del sueño. El sueño o el dormir
como necesidad fisiológica, es una actividad individual, que debe ser
evaluada y analizada de manera particular en cada persona, y por tanto el
tratamiento debe ser también único y adaptado. En las personas mayores es más ligero, discontinuo,
con mayor dificultad para volver a recuperarlo y con mayor sensación de no
haber dormido, y por lo tanto de no ser un sueño reparador.
El insomnio se define como la falta de sueño
nocturno y puede manifestarse de varias maneras: por dificultad en la
conciliación del sueño; por problemas para
mantenerse dormidos; y por
despertar muy temprano, sin posibilidad de volver a conciliar el sueño. Va acompañado de sensación de incomodidad,
cansancio y somnolencia durante el día, siendo sus causas fundamentales además
de enfermedades, la depresión, la ansiedad, factores ambientales como el exceso
de luz, ruidos, habitación compartida, cama y almohada distintas a las
habituales, interrupción del sueño para administrar medicación, excesivo tiempo
en la cama, las siestas diurnas, sedentarismo, alcohol, tabaco, aburrimiento
con falta de actividad o estímulos diurnos, nicturia es decir, orinar por la
noche, dolor.
El manejo de los trastornos del
sueño comprende varios
tipos de medidas específicas para cada tipo de trastorno. Pueden ser,
farmacológicas y no farmacológicas o
medidas de higiene de sueño. Las farmacológicas corresponden al médico
prescribirlas y valorarlas. Las no farmacológicas son las medidas de higiene del sueño que comprenden diversas instrucciones dirigidas a
evitar elementos que lo dificultan. Entre los más utilizados se encuentran las
siguientes:
1. Acuéstese para dormir sólo cuando tenga sueño.
2. No realice en la cama ninguna actividad que no sea dormir. Por tanto
evite la lectura, ver TV, oír radio y no
piense en problemas o actividades que debe hacer al día siguiente
3. Si pasados
10 minutos desde que se metió en la cama no ha conseguido dormirse, levántese y
realice una actividad relajante como oír música o leer.
4. Vuelva a acostarse cuando crea tener sueño.
5. Si vuelto a la
cama sigue sin poder dormir, vuelva a realizar la misma operación tantas veces
como sea preciso.
6. Si tras quedarse dormido se despierta durante la noche y
permanece 10 minutos sin conciliar de nuevo el sueño, siga las instrucciones
anteriores.
7. Levántese siempre a la misma hora, con independencia del tiempo
que haya dormido. 8. No duerma durante el día.
Otras medidas útiles son las siguientes: Evitar
excitantes o comidas copiosas en la tarde. Realizar ejercicio suave durante
todo el día. No hacerlo antes de acostarse ya que excita. Mantener una
temperatura confortable en la habitación y dentro de la cama, ni exceso ni
falta. Procurar el menor ruido ambiental en la residencia durante el turno de
noche, al igual que el menor estímulo posible de luz. Realizar medidas de
relajación previas al sueño con ambiente musical tranquilo de fondo y sin
forzar el hecho de dormir.
Con los pacientes inmovilizados, es muy difícil
poder llevar a cabo muchas de estas medidas. Para ellos, los principales consejos
se centran en que no duerman por el día y en motivarles con ejercicios acordes
a su incapacidad. No hay que obsesionarse
por la cantidad de horas dormidas, no duerma por el día y acostúmbrese a
acostarse y levantarse a la misma hora
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