lunes, 16 de junio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (181)

TEMPORALIDAD

       Las limitaciones corporales y la conciencia de temporalidad son cuestiones fundamentales en el proceso de envejecimiento. Cuerpo y tiempo se entrecruzan en el devenir del envejecimiento. De las formas de ese entrecruzamiento nacerán múltiples vejeces sin  olvidar que esta articulación ocurre en un determinado contexto social y político que influye y determina nuestro particular modo de envejecer. 


       ¿De que hablamos realmente cuando hablamos de la vejez? ¿Y cuando hablamos del viejo? ¿Del viejo reivindicativo que pelea con todo el mundo, o del viejo pasivo que acepta su destino sin reclamar? ¿Del viejo participativo, activo y divertido, o del otro deprimido y solitario? ¿De aquel que vive en familia o del que fue depositado en una residencia? ¿De la vieja elegante que pasea por los barrios nobles o de la vieja que todavía ayuda a criar a los nietos? ¿Del viejo que trabaja a nuestro lado o de aquel que renuncio a luchar? ¿De los que renunciaron a la sexualidad o de los que reivindican su derecho al placer? ¿De los que vemos en la fila del banco o en el banco de la plaza? ¿De la vieja “bruja”? ¿Del viejo “sabio”? ¿Del enfermo? ¿De los poderosos o de la los marginados o excluidos? Hablamos de todos ellos, ya que son personajes conocidos de nuestra cultura.  Hablando de vejeces de otros siempre hablamos de nuestra vejez y de los muchos viejos que podremos llegar a ser. De la vejez que deseamos y de la que tememos. Pero si cada sujeto tiene su vejez particular, las vejeces son incontables


      Llama la atención el uso frecuente de eufemismos para nombrar la vejez y todo lo que a ella se refiere como intento inútil de suavizar el peso que la palabra "viejo" causa en nuestra sociedad. Pareciera que la vejez, no puede ser nombrada sin provocar miedo y rechazo. Asistimos a la casi desaparición de la palabra "viejo" cuando nos referimos a personas  y solo la usamos cuando hacemos mención a cosas antiguas o usadas. El  viejo dio lugar a "un señor de la tercera edad" o " una señora de edad avanzada", y a muchas otras tentativas de nominación. La vejez se vuelve una especia de agujero negro, donde cualquier interpretación puede entrar, cualquier representación puede ser posible y donde permanecemos ignorantes sobre lo que realmente contiene. 



          El hecho de ser joven o viejo, aparentemente tan simple  se torna incierto cuando percibimos que la noción de juventud y vejez sufren serias transformaciones a lo largo de nuestra existencia. Cuando tenemos 5 años el viejo tiene 30, cuando llegamos a los 40, el viejo no puede tener menos de 70. Y cuando estamos en los 80... El viejo es siempre otro porque no podemos reconocer la vejez en nosotros mismos, solo podemos verla en otros, aunque ellos tengan nuestra edad. Podemos decir que en la mayor parte del tiempo no existe un "ser viejo", pero si un ser envejeciendo: si el envejecimiento es el tiempo de la edad que avanza, la vejez es la de la edad avanzada, en dirección a la muerte.


         Aunque todos sepamos reconocer a un viejo, es muy difícil definirlo ¿con que criterio lo haríamos? Podríamos usar una referencia biológica a este periodo de la vida, como cabellos blancos, arrugas, o patologías  como la osteoporosis, artrosis, hipertensión, pérdida de memoria, cardiopatías, etc. La ciencia actual está colaborando para superar la mayoría de ellas y entonces nada definen Tampoco una definición más psicológica, tomando como criterios la rigidez del pensamiento, cierto grado de regresión, tendencia a un cierto grado de nostalgia o  depresión. Pero nada de esto habla de todas las vejeces.  Ni podemos definirla desde un punto de vista social; la jubilación, por ejemplo, no hace del sujeto un viejo, como el derecho al voto no hace del adolescente un adulto. El sujeto viejo,  habla de un consciencia de la finitud, habla de muerte y de un cuerpo imaginario que se niega a envejecer y no se reconoce en el espejo. Habla de temporalidad.

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