Los viejos son cada vez más jóvenes, viven cada vez más años, son más sanos, más cultos, más conscientes... y también más exigentes. En las próximas décadas, los adultos de más de 50 años y los mayores de 65 tendrán un perfil distinto al actual tanto en niveles educativos, como profesionales, económicos y de estatus social, con nuevas mentalidades, con otros enfoques, formas de pensar y de estar en la sociedad. Buscaran fórmulas más atractivas, adaptadas a sus peculiares situaciones que promuevan la participación activa y la cohesión social a lo largo de la vida. Será menor la población entre 25 y 65 años, lo que tendrá como efecto la permanencia de las personas mayores en el mundo laboral por períodos más largos, necesitando aprendizaje para nuevos roles productivos en campos muy diversos, siguiendo las directrices de las políticas europeas respecto al empleo y gestión de los recursos humanos. Ello obliga a revisar la formación de las personas mayores como “campo de estudio” que demanda investigaciones, redefiniciones, evaluaciones y reconstrucciones teóricas para estar a tono con las exigencias de las transformaciones sociales, políticas científicas y técnicas del siglo XXI.
El acelerado desarrollo científico-tecnológico y la aparición de nuevas formas de organización social con cambios radicales, exigen con urgencia, un nuevo protagonismo de la Universidad, con revisión conceptual de los actores, así como de los procesos y contenidos de las AULAS UNIVERSITARIAS DE MAYORES, reconociendo que las iniciativas y experiencias llevadas a cabo en las mismas, han supuesto un camino abierto donde seguir avanzando, encontrándose en una fase de exigencia de calidad y no de justificación de su existencia
En los últimos años se ha producido un rápido desarrollo de los PROGRAMAS UNIVERSITARIOS DE MAYORES por razones de índole social, demográfica, educativa y económica, así como por la sensibilización de las instituciones responsables del bienestar social y de las universidades, que han facilitado estos proyectos. Sin embargo la presencia de los mayores en la Universidad, no puede quedar limitada a la asistencia a las clases y al establecimiento de relaciones con personas que tienen las mismas inquietudes intelectuales, sino que deben colaborar activamente, participando no sólo como educandos sino como educadores, dentro y fuera del Aula, transmitiendo sus conocimientos con una metodología dinámica, activa, participativa, organizada en torno a experiencias personales, con proyección social. Se ha de tener en cuenta además, la investigación a través de grupos de trabajo y el aspecto intergeneracional, que favorezca la oportunidad de compartir conocimientos y experiencias, profundizando en los problemas específicos de jóvenes y mayores. En definitiva los PROGRAMAS UNIVERSITARIOS DE MAYORES deben situarse en un equilibrio armónico entre su altura científica y las necesidades específicas del alumnado mayor, para conseguir su integración plena en la estructura universitaria, siendo sus objetivos, promover los tres pilares básicos del quehacer universitario: enseñanza, participación de los mayores en la sociedad e investigación.
Hay hechos y realidades que exigen cambios radicales, un nuevo protagonismo de la Universidad con un enfoque complementario tanto en objetivos como en contenido, poniendo en práctica alternativas de actuación. Esta institución no puede excluir a un colectivo tan importante, tanto por su creciente magnitud como por sus potenciales posibilidades de desarrollo. Es un reto ineludible para que no sea sólo un entretenimiento o un beneficio para la salud física y mental de los alumnos, sino un verdadero motor económico, cultural y social que prepare a una sociedad con un alto porcentaje de personas mayores. En la práctica dicha labor educadora debe ser conducida de manera activa, participativa, y no solo como un servicio social, alternándose las exposiciones magistrales con los coloquios y acciones de grupo, facilitando el debate entre profesores y alumnos, manejando sus propias experiencias profesionales y sociales, así como sus necesidades e intereses, con espíritu crítico y reflexivo.
(Continuará)
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