El bienestar subjetivo en la vejez
Descubrir la llave de la felicidad ha sido el principal objetivo del ser humano y, desde que el mundo es mundo, éste no ha cesado de buscarla: todo lo que hacemos lo hacemos con la esperanza de aumentar nuestra felicidad o bienestar subjetivo.
El bienestar subjetivo en la vejez
Una persona tiene un alto bienestar subjetivo cuando valora
globalmente su vida de forma positiva cuando está contenta y rara vez está
triste. Puede ser evaluado a través de emociones específicas como gozo, afecto
y orgullo. Por el contrario, una persona que tiene bajo bienestar subjetivo es
aquella que está insatisfecha con la vida, se divierte poco y, frecuentemente,
experimenta emociones negativas como ansiedad o depresión. Puede ser medido por
medio de emociones o sentimientos tales como vergüenza, culpa, tristeza, ira o
ansiedad
Como decía la canción, salud, dinero y amor son factores que intervienen en el bienestar
subjetivo La salud es un aspecto importante del bienestar subjetivo; se
halla estrechamente relacionada con la felicidad y está considerada como una de
sus principales causas.
Por otro lado se considera como fuente de la felicidad una buena cuenta bancaria, los ingresos económicos. Pero hay que
advertir que el dinero es importante en la medida que se transforma en un medio
para lograr fines del individuo, es
decir para cubrir sus necesidades primarias, pero deja de ser así una
vez que éstas son cubiertas.
También las relaciones
sociales son una fuente fundamental de bienestar subjetivo o de felicidad. Y así tener alguien con quien compartir
problemas y alegrías, es uno de los factores que intervienen positivamente en
nuestro sentimiento de felicidad. El ser humano necesita de la protección y
reconocimiento que le aportan las relaciones con los demás, entre ellas las que
aparecen como consecuencia del trabajo, que ocupa una parte muy importante de la vida, fuente de ingresos económicos y de autoestima. Por otra parte, para muchos,
el ocio es una fuente fundamental de satisfacción con la vida mediante el
desarrollo de habilidades que con su ejecución, proporciona satisfacción
social, identidad y relajación.
La personalidad ejerce un importante
efecto en el bienestar subjetivo o felicidad. El optimismo, el sentido del
humor, la autoestima y la extraversión son rasgos de personalidad que poseen
las personas “felices” en mayor medida;
y para muchos autores, la felicidad es un aspecto perdurable de nuestra
personalidad. Los individuos jóvenes felices tienden a ser dichosos y a
sentirse realizados en la vejez. El individuo que se convierte en una persona
mayor miserable, el estereotipado maniático, probablemente era una persona
neurótica e insatisfecha en su juventud.
Es frecuente anhelar lo que
nos puede producir la felicidad. Pensamos que si fuéramos más ricos, más
atractivos, más sanos físicamente, nos sentiríamos absolutamente dichosos. Pero
en este sentido se presenta una paradoja, ¿por qué el grupo con una mayor
deficiencia en estos atributos, los
individuos de edad avanzada, aparentemente no parecen menos dichosos que los
adultos más jóvenes? Las personas mayores tienen que manejar situaciones mucho
más difíciles que los jóvenes como la muerte de un ser querido, una enfermedad
crónica, la jubilación, problemas económicos, etc. La forma que tienen de
afrontar los problemas les ayuda a superarlos satisfactoriamente
Según los filósofos hedonistas, la felicidad se logra cuando se
alcanzan los objetivos deseados. Los individuos más jóvenes suelen proponerse
metas muy elevadas y muy difíciles de alcanzar, produciendo sentimientos de
frustración. Sin embargo, conforme el individuo se va haciendo mayor, aprende a
plantearse metas más realistas y más fáciles de lograr. Las aspiraciones
demasiado altas son una amenaza para la felicidad y son una característica
propia de la juventud. En las personas mayores se da una menor discrepancia
entre las aspiraciones y los logros
Existen mecanismos de adaptación que son los
responsables de que el individuo envejezca satisfactoriamente. Si la persona sufre algún déficit y ve
disminuida su capacidad para realizar una actividad, debe compensarlo. Usar
gafas, bastón, escribir en un blog para recordar algo, etc… son formas de
compensar los déficits.
El famoso pianista Rubinstein en una entrevista televisiva en la
que le preguntaron qué hacía para vencer a la edad y seguir siendo el
concertista de piano a los 90 años
respondió: en primer lugar de
todo el repertorio musical eligo las
piezas que más me gustan y con las que me siento más cómodo (selección). En
segundo lugar, practico todos los días las mismas horas, pero como ensayo menos
piezas, dedico más tiempo a cada una (optimización). Por último, cuando tengo
que interpretar movimientos que requieren de más velocidad en mis dedos de la
que puedo conseguir, hago más lentos los movimientos previos a los más rápidos
para dar sensación de mayor velocidad en éstos (compensación).
La experiencia adquirida a lo largo de la vida facilita que las
personas mayores conozcan cómo actuar optimizando, seleccionando y utilizando
estrategias que compensen posibles déficits o elevadas demandas ambientales.
Esto es una actitud que tradicionalmente ha sido llamada “sabiduría”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario