viernes, 22 de junio de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (103)

Personas mayores y situaciones de abandono

     Son innumerables las historias sobre el abandono, que describen la realidad de miles de personas mayores abocadas a estados depresivos y desequilibrio emocional. 


     El abandono de las personas mayores se produce cuando la familia se despreocupa de cubrir sus necesidades y cumplir sus deberes con los mismos. No implica ``echar a la calle´´ a nuestros mayores, ya que la situación de abandono pude darse en su propia casa. Es más, el abandono no solo se puede originar en el seno de la familia sino también en contadas residencias o albergues en donde los encargados de cuidar a los mayores, los dejan solos por largos periodos de tiempo totalmente desatendidos. 

     El abandono que sufren las personas mayores, en ocasiones viene motivado por la revancha de los hijos hacia los padres, cuando durante su infancia y adolescencia fueron desatendidos o maltratados por sus progenitores. Ahora los hijos se desentienden de ellos, máxime cuando padecen alguna enfermedad que requiere de cuidados permanentes. 

     Otras de las razones más comunes de abandono es cuando una persona mayor ha cumplido con su vida laboral y no es productiva en términos económicos transformándose en una carga potencial de gastos para la familia a la que pertenece. La persona mayor se repliega o es desplazada a un "rincón" del hogar. 

      También la persona mayor se ve abandonada cuando siendo padre o madre acoge a su hijo (a) con su familia en su propio hogar y se ve desplazado a dependencias reducidas, ignorando su opinión 

     Es frecuente, además, que nadie de los componentes de la familia se quiera preocupar o hacerse cargo del cuidado de la persona mayor, viviendo ésta periodos cortos en los hogares de quien le haya tocado el turno de cuidarlo, haciendo sentir que es una carga. 

      Hay familias que comienzan a ingresar a sus mayores de forma temporal, tanto en fiestas navideñas como en períodos estivales, convirtiéndose meses después en abandonos en toda regla. Dentro de esta forma de actuar hay personas que cuando tienen algún familiar mayor enfermo, en vez de acudir al ambulatorio o hospital más cercano llaman al teléfono de emergencias argumentando que su padre ha venido a visitarle y se ha puesto en mal estado, con el consiguiente traslado al hospital quedando éste hospitalizado. Este familiar deja un número de teléfono, en el mejor de los casos, al médico encargado de su familiar enfermo argumentando que no se puede hacer cargo de él ya que al día siguiente se marcha de vacaciones y que si sucede algo que le llame al número indicado. ¡Por dios! ¿Cómo podemos ser tan cínicos? ¿Cómo podemos abandonar a nuestros padres por unas miserables vacaciones? Las situaciones antes descritas son algunas de las muchas que se dán a diario en perjuicio de las personas mayores.

     Hay que recordar que no hace muchos años tuvieron lugar intensas campañas en contra del abandono de animales de compañía cuando llegaba la época veraniega. Pero si es despreciable abandonar a un animal en la carretera por el simple hecho de unas vacaciones o simplemente porque el niño ya no lo quiere, mucho más condenable es aun, abandonar a nuestros mayores. Al conocer casos de estas características cabe preguntarse si la justicia existe, y si hay un mínimo de cordura, vergüenza y civismo. No se entiende cómo abandonar a aquel padre o madre que lo ha dado todo, por unas míseras vacaciones. 

Es triste, y puede parecer un tanto exagerado pero es verdad. Con esto no se generaliza ni que nadie se de por aludido. No podemos dejar a nuestros mayores desatendidos, ni en entornos residenciales ni en sus propios domicilios. 

      El abandono tiene consecuencias sobre la persona mayor como ser social y problemas que afectan directamente a sus emociones, salud, sentimientos, etc. Se rompe la comunicación dentro del grupo familiar cortando toda relación con el mayor; se olvida que es una persona y no un objeto que sirve para decorar el hogar; los lazos afectivos se rompen: sus emociones también sufren un cambio transformándose en personas sensibles, que se ven afectadas por cualquier tipo de situación o problemas que les provocan cuadros depresivos que afectan su salud, su percepción de los estímulos y sensaciones. 

      No todos están enfermos de la cabeza para que los traten y les hablen con frialdad; tener dificultades para desplazarse no significa que no puedan hacer pequeñas tareas que los hagan sentirse útiles; el que disminuyan su capacidad auditiva no quiere decir que no puedan mantener una conversación interesante; y el que tengan muchos años no quiere decir que dejaron de tener sueños. Muchas personas mayores se desconectan del mundo porque están terriblemente solos, porque son marginados de toda actividad familiar, porque los adultos y jóvenes no les dan cabida. No tienen tiempo para caminar un poco más lento, ni para escuchar una frase mal articulada. 

     El abandono social de las personas mayores es una cuestión cultural y sólo se puede lograr un cambio de mentalidad si desde la infancias, juventud, y madurez se modifica la educación y percepción de las personas mayores destacando sus. Rectificar la imagen negativa de la vejez, es, pues, una tarea cultural y educativa que debe comprometer a todas las generaciones. Existe la responsabilidad con las personas mayores de hoy, de ayudarles a captar el sentido de la edad, a apreciar sus propios recursos y así superar la tentación del rechazo, del auto-aislamiento, de la resignación a un sentimiento de inutilidad, de desesperación.

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