domingo, 31 de julio de 2016

LA VENTANA DEL MAYOR (264)

CUESTIÓN DE EDAD

         Los relatos bíblicos nos informan que en una remota y supuesta época, sin guerras ni enfermedades, se concibieron longevidades como Adán de 930 años, Matusalén 969, o Noé 950, aunque ya en los últimos libros del Antiguo Testamento se citan cifras marcadamente disminuidas - Moisés 120 años -. Durante el imperio romano el límite de la vida oscilaba alrededor de los 23 años. Pero en el siglo XX la  esperanza de vida ha experimentado notables avances, siendo sus causas:   la disminución en la probabilidad de morir debido a los avances médicos y tecnológicos; reducción en las tasas de mortalidad infantil; cambios en los hábitos nutricionales y estilos de vida; mejora en los niveles de condiciones materiales  y en la educación; así como el acceso de la población a los servicios sanitarios. A comienzos del siglo XX el promedio de vida no pasaba de los 47 años. Sin embargo, durante los últimos años esa cifra ha ido en un aumento progresivo y notable: hacia 1930 la expectativa media para los varones sobrepasaba los 60 años; en 1940 los 63; y en 1970 los 70. 

          En España entre 1992 y 2013, la esperanza de vida al nacimiento de los hombres ha pasado de 73,9 a 80,0 años y la de las mujeres de 81,2 a 85,6 años. En  el año 2012, la brecha de género a favor de la mujer en la esperanza de vida al nacimiento era de  6,0 años; y a los 65 años, de 3,4 años.  La población mayor de 85 años ha crecido en los últimos 30 años un 231%. La esperanza de vida al nacimiento alcanzaría los 84,0 años en los hombres y los 88,7 en las mujeres en el año 2029, lo que supone una ganancia respecto a los valores actuales de 4,0 y de 3,0 años respectivamente. Estos valores serían de 90,9 años de esperanza de vida al nacimiento para los hombres en el año 2063 y de 94,3 años para las mujeres.

         La longevidad creciente tiene exigencias propias que no pueden desconocerse y debemos asegurarnos que el alto costo necesario para llegar a viejo se vea compensado con una calidad de vida adecuada. Pero existen varios motivos para que la idea  de una vida ilimitada y en buenas condiciones de salud no sea factible.  En primer lugar el límite biológico de la especie humana debido a su historia evolutiva. Segundo, la modernidad,  que si bien parece producir vidas más placenteras que en el pasado, no conduce necesariamente a una longevidad feliz, ya que el progreso técnico se asocia a numerosos peligros y amenazas como la polución ambiental, dietas malsanas, sedentarismo. Y por último, aunque el desarrollo tecnológico permite condiciones favorables para la prolongación de la vida, ellas no son accesibles a segmentos amplios de la población mundial por oportunidad y costo. En abril de 1995 la OMS asumió el reto de concienciar al mundo acerca de los problemas que podrían surgir si la población mundial se hacía cada vez más vieja. 

        Elaboró un programa llamado Envejecimiento y Salud que enfatizaba el hecho de que si este sector gozaba de buena salud, podría contribuir a un mejor funcionamiento de las sociedades modernas e insiste en que para lograr una vejez saludable y tener en este ciclo una buena calidad de vida, lo más importante es el cuidado de la salud desde la niñez, aunque también deben intensificarse los esfuerzos por mejorar la calidad de atención sanitaria destinada a las personas mayores, un punto que suele descuidarse en favor de los cuidados médicos de los más jóvenes.

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