¿ESTAMOS PREPARADOS PARA AFRONTAR
EL ENVEJECIMIENTO? (I de II)
EL ENVEJECIMIENTO? (I de II)
¿Estamos preparados para envejecer?. El envejecimiento personal, particular o individual lo relacionamos a nuestra propia visión y percepción. Podemos verlo como una situación llena de oportunidades que nos va a permitir realizar cosas que no podíamos hacerlas cuando éramos más jóvenes, debido al trabajo y la familia. Pero también podemos ver el envejecimiento, como una situación llena de enfermedades, de achaques, dolores, limitaciones, marginación y discriminación, por parte de una sociedad de consumo que no se ha preparado para la vejez. Desde el punto de vista, social y grupal, la pregunta es ¿qué estamos haciendo como sociedad para prepararnos para el envejecimiento? Hoy en día la mortalidad global ha disminuido, pero ha aumentado la morbilidad; es decir, ha aumentado el número enfermedades crónicas que traen consigo discapacidad y dependencia.. La necesidad de percibir la vejez como una etapa más dentro de la propia evolución hace imprescindible aumentar las posibilidades a la hora de establecer una estrategia. Vamos a intentar situar aquellas tareas que pueden contribuir mejor a una vivencia más positiva de la vejez.
En primer lugar la consideración de la vejez como una etapa más de crecimiento personal, en la que las actividades, las ilusiones y las relaciones con los demás, pueden y deben mantenerse en un primer plano, aunque con un contenido, ritmo, y perspectiva social diferente a otras etapas. Un crecimiento personal que puede ir acompañado de una mirada más serena, relativa, benevolente y discreta, en función de un mayor conocimiento y experiencia sobre sí mismo y sobre los demás.
En segundo lugar la defensa de la autonomía personal y social, en el sentido de ser capaz de hacer lo posible para conservar nuestras capacidades físicas, nuestras capacidades de decisión sobre nuestra propia vida y nuestras capacidades de relación, dignidad y respeto en el marco familiar y social. Una demanda excesiva de apoyo y ayuda puede ir en contra de la optimización de nuestras propias capacidades
En tercer lugar la aceptación de las limitaciones y los cambios que comporta la edad, tanto en el plano físico (limitaciones de salud), como en el plano afectivo (pérdida de personas), como en el plano social (menor protagonismo). En este sentido, y en determinados momentos, la acumulación de pérdidas puede desbordar las capacidades de aceptación y elaboración de los mayores. La amplitud de las redes de apoyo suele ser un elemento determinante para ayudar a amortiguar los efectos de estas pérdidas. Y finalmente el tema de la elaboración del tema de la muerte, que suele ir parejo a la inevitable recapitulación y balance del ciclo vital. Una temática que, más que tomar la dimensión de una visión trágica, puede ser considerada como algo natural que forma parte de la misma existencia humana, de la sucesión generacional.
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