LA CREATIVIDAD EN EL MARCO DEL PARADIGMA DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO (II de V)
Todo el mundo quiere vivir muchos años, pero nadie quiere llegar a viejo. Cada cual puede abordar su vejez de dos maneras: viéndola como un problema, causa de angustias y de desesperación, o como la oportunidad de vivir de otra forma, de sacar el máximo partido de las propias capacidades.
Norberto Bobbio, un eminente filósofo del Derecho al cumplir los ochenta años, escribió uno de los textos más desgarrados de la literatura sobre la vejez, con el título De Senectute. En el leemos lo siguiente: “La sabiduría para un viejo consiste en aceptar resignadamente los propios límites los cuales conozco bien, pero no los acepto. Los admito únicamente porque no tengo más remedio. Mi vejez es la vejez melancólica. La imagen de la vida es como una calle donde la meta siempre está más lejos y, cuando creemos que la hemos alcanzado, no es la que habíamos pensado como definitiva. La vejez se convierte entonces en el momento en que nos damos cuenta de que el camino no sólo no está realizado, sino que ya no hay tiempo para realizarlo”.
Rita Leví Montalcini una científica premio Nóbel de Medicina en 1986, escribía a una edad cercana a los ochenta años, un libro rebosante de esperanza titulado “El as en la manga”. En sus páginas podemos leer: “No debemos vivir la vejez recordando el tiempo pasado, sino haciendo planes para el tiempo que nos queda, tanto si es un día, un mes o unos cuantos años, con la esperanza de realizar unos proyectos que no pudieron acometerse en los años de juventud. El cerebro es el «as en la manga» que todas las personas tienen y deben saber utilizar adecuadamente en la vejez. En el juego de la vida, la carta más alta es la capacidad de valerse especialmente en la vejez, de las actividades mentales y psíquicas propias”.
En la sociedad de las prisas, uno de los riesgos de las personas mayores es el de ser devorados por el tiempo. ¡Qué largos son los días, y qué rápidos pasan los años! decía un viejo. Y es que el tiempo tiene por lo menos dos dimensiones: el «kronos», ligado a las agujas del reloj y a las hojas del calendario. Es sucesión, es rutina, pasar, deterioro, decadencia. Desde ahí, la vejez ofrece muy pocas perspectivas. Pero también es «kairós», un modo de vivirse a si mismo en el tiempo, en la adversidad y en la dicha. Es posesión y apropiación, intensidad y disfrute del momento, espera paciente, sufrida. (Continuará)
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