LA RISA NO TIENE EDAD
Se comienza a envejecer cuando se deja de reír. Cuando nos reímos tenemos una profunda sensación de bienestar y repercute en nuestra salud de forma muy positiva Las personas más sanas son las más optimistas y las que ríen más. Esa risa que trajimos como bagaje al nacer, que desarrollamos durante la infancia y que luego fuimos perdiendo debido a las normas sociales. La risa tiene el efecto de liberar tensiones, bloqueos y modificar el estado de ánimo, habitualmente estresado debido a las demandas de la sociedad. Conviene a las personas mayores, reír mucho porque mejora sensiblemente su calidad de vida y ayuda a ser más felices y a mantener un buen equilibrio físico y psíquico, a conseguir una gran serenidad de espíritu, a reducir la ansiedad, el estrés, la depresión y a aumentar la creatividad y el optimismo. En consecuencia, tenemos que reír mucho para vivir mucho y bien.
Ya en China, los taoístas enseñaban que una simple sonrisa aseguraba la salud, la felicidad y la longevidad: pensaban que la salud de una persona era proporcional a las veces que se reía durante el día. Incluso en la Edad Media uno de los momentos más importantes era la actuación de los bufones durante las comidas con el fin de producir hilaridad en los comensales, con lo que se lograba una mejor digestión; y Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar nuestro organismo de energía negativa, lo que nos permitiría vivir mejor.
Aunque no puede considerarse por sí misma una terapi ya que no cura, en ciertos casos logra efectos muy positivos. En los talleres de risoterapia, se está tratando de llegar mas allá de la risa fisiológica y las carcajadas, a lo más profundo de s emociones, una vez que se rompe el hielo dejan de lado los prejuicios y el sentido del ridículo. Las personas mayores, esta terapia realizada en compañía le aporta optimismo y ganas de vivir, lo que sin duda mejora su salud en general. Con el humor, los mayores ponen en movimiento todas las emociones y no se quedan indiferentes. Se trata de encontrar el niño interior, el juguetón, el creativo, el que nos quite la venda y nos devuelva el sentido del humor, la sonrisa, la risa.
Gracias a la risa hacemos ejercicio físico ya que ponemos en marcha unos 400 músculos, incluidos algunos del estómago que sólo se ejercitan con la risa: relajamos los músculos, con un importante descenso del tono muscular; el gran músculo llamado diafragma que separa las cavidades abdominal y pectoral, y tiene una importante misión en la función respiratoria, se ve implicado activamente cuando reímos: estudios revelan la profunda relación de la risa con los estados fisiológicos del organismos; limpiamos nuestros ojos: las carcajadas hacen vibrar la cabeza, despejan la nariz y el oído y activan nuestras glándulas lagrimales; oxigenamos nuestros pulmones: entra el doble de aire en los pulmones y la piel se oxigena más: nos ayuda a estar más felices: ayuda a un buen equilibrio psíquico de la persona. Provoca gran serenidad, reduce la ansiedad, el estrés y aumenta la creatividad. En definitiva, la risa es una forma de crear un espacio para conectarse mejor con uno mismo y con los demás y vivir el presente de la forma más plena, mejorando la calidad de vida de las personas mayores.
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