domingo, 19 de mayo de 2013

LA VENTANA DEL MAYOR (139)


Jubilación, tiempo y vida cotidiana

La distribución del tiempo constituye una herramienta útil que le permite a la persona situarse en su realidad social y determinar un estilo de vida, orientado a satisfacer sus necesidades y sus expectativas personales y familiares.

Podemos concebir cuatro tipos de tiempo: el tiempo ocupado en el trabajo, que corresponde a actividades remuneradas;  el tiempo dedicado a las actividades regulares, voluntarias  como por ejemplo actividades educativas, religiosas, etc.;  el tiempo  destinado a tareas ineludibles de subsistencia como alimentación, higiene, mantenimiento del hogar, etc.; y tiempo libre o de ocio, que hace referencia al que se dispone en la jubilación.

Este último, el tiempo libre o de ocio no ha hecho más que aumentar, por lo que  la sociedad contemporánea se enfrenta al reto de llenar tiempos desocupados cada vez mayores para un número creciente de ciudadanos, prejubilados y jubilados. El  tiempo ocupado por el trabajo  queda reducido al período medio de la vida y el tiempo libre disponible ha ido en aumento no solo debido a la prolongación de la vida sino también  a la salida prematura del mercado de trabajo. Esta situación obliga al planteamiento de la relación entre vejez, tiempo  libre y ocio.

Se suele relacionar el uso del tiempo libre  con la idea de “matar el tiempo”,  aburrimiento y vacío profundo. Un tiempo opuesto al tiempo de trabajo, obligado y ocupado.  Tiempo dedicado al beneficio personal, al goce, al “no control”, al “hacer lo que se quiera” Tiempo desestructurado, para la distracción y el descanso, un “tiempo propio”.  Tiempo que no tiene horarios que te controle. Tiempo en el que se puede  hacer algo que gusta, sin que signifique una obligación y responsabilidad.

    Tiempo para hacer  deporte, o descansar, mirando la televisión o acostado, o conversar, visitar a algún amigo etc. En todas estas concepciones se considera el tiempo libre  como un tiempo propio, desestructurado y de realización.

El estudio sobre el ocio gana terreno en el ámbito de la sociología de la vejez. Viene definido de manera general como “un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede dedicarse voluntariamente, sea para descansar o para divertirse, o para desarrollar su información o su formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se ha liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales  Por otro lado se establece que las principales funciones del ocio son el descanso, la diversión y el desarrollo de la personalidad

Por otro lado la jubilación consiste esencialmente en la liberación del tiempo ocupado en el trabajo. De ahí la importancia de dedicar las  horas de trabajo que ya no existen a nuevas actividades, lo que significa darle un nuevo contenido al tiempo, que se ha convertido en tiempo de ocio. Del  uso   que se haga de él dependerá que el ocio sea una institución social liberadora, en la medida que ayude al crecimiento y desarrollo personal evitando que dicho tiempo libre se convierta en un consumismo pasivo o peor aún si  en un tiempo vacío. El “tiempo libre  ha de llenarse  con actividades de mayor significado individual y social”

En relación a las formas de experimentar el tiempo libre en la vejez, optamos por clasificarlas en dos grupos: formas activas y pasivas. Las primeras aluden al crecimiento y desarrollo personal, que permiten darle un significado a la vejez. Aquellas actividades que son libremente elegidas y que logran la mayor satisfacción y plenitud. También pueden ser caracterizadas como aquellas actividades que son dinámicas y tienden a realizarse fuera de la casa, como hacer deporte, viajar, concurrir a reuniones sociales, etc. Las segundas, las formas pasivas en contraposición se refieren a la distracción, el recreo, el mero descanso, viendo la televisión u oyendo la radio, por ejemplo. No obstante vale aclarar que la elección entre formas activas o pasivas de experimentar el tiempo libre, no dependen únicamente de la voluntad del individuo, sino también de factores externos al mismo. En consecuencia el tipo de actividades del ocio se ponen en juego múltiples factores como: antecedentes personales, apoyo familiar, grupos de relación, oportunidades reales, clase social, estatus familiar, experiencias previas, lugar de residencia, formación y preferencias personales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario