Jubilación, tiempo y vida cotidiana
La distribución del tiempo
constituye una herramienta útil que le permite a la persona situarse en su
realidad social y determinar un estilo de vida, orientado a satisfacer sus
necesidades y sus expectativas personales y familiares.
Podemos concebir cuatro tipos de tiempo: el tiempo ocupado en el trabajo,
que corresponde a actividades remuneradas;
el tiempo dedicado a las actividades regulares,
voluntarias como por ejemplo actividades
educativas, religiosas, etc.; el tiempo destinado a tareas ineludibles de subsistencia
como alimentación, higiene, mantenimiento del hogar, etc.; y tiempo libre o de ocio, que hace referencia
al que se dispone en la jubilación.
Este último, el tiempo libre o de ocio no ha hecho más que aumentar, por
lo que la sociedad contemporánea se
enfrenta al reto de llenar tiempos desocupados cada vez mayores para un número
creciente de ciudadanos, prejubilados y jubilados. El tiempo ocupado por el trabajo queda reducido al período medio de la vida y
el tiempo libre disponible ha ido en aumento no solo debido a la prolongación
de la vida sino también a la salida
prematura del mercado de trabajo. Esta situación obliga al planteamiento de la
relación entre vejez, tiempo libre y
ocio.
Se suele relacionar el uso del tiempo libre con la idea de “matar el tiempo”, aburrimiento y vacío profundo. Un tiempo
opuesto al tiempo de trabajo, obligado y ocupado. Tiempo dedicado al beneficio personal, al
goce, al “no control”, al “hacer lo que se quiera” Tiempo desestructurado, para
la distracción y el descanso, un “tiempo propio”. Tiempo que no tiene horarios que te controle.
Tiempo en el que se puede hacer algo que
gusta, sin que signifique una obligación y responsabilidad.
Tiempo para hacer deporte, o descansar, mirando la televisión o
acostado, o conversar, visitar a algún amigo etc. En todas estas concepciones
se considera el tiempo libre como un
tiempo propio, desestructurado y de realización.
El estudio sobre el ocio gana terreno en el ámbito de la sociología de
la vejez. Viene definido de manera general como “un conjunto de ocupaciones a
las que el individuo puede dedicarse voluntariamente, sea para descansar o para
divertirse, o para desarrollar su información o su formación desinteresada, su
voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se ha
liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales Por otro lado se establece que las
principales funciones del ocio son el descanso, la diversión y el desarrollo de
la personalidad
Por otro lado la jubilación consiste esencialmente en la liberación del
tiempo ocupado en el trabajo. De ahí la importancia de dedicar las horas de trabajo que ya no existen a nuevas
actividades, lo que significa darle un nuevo contenido al tiempo, que se ha
convertido en tiempo de ocio. Del uso que se haga de él dependerá que el ocio sea
una institución social liberadora, en la medida que ayude al crecimiento y
desarrollo personal evitando que dicho tiempo libre se convierta en un
consumismo pasivo o peor aún si en un
tiempo vacío. El “tiempo libre ha de llenarse con actividades de mayor significado
individual y social”
En relación a las formas de experimentar el tiempo libre en la vejez,
optamos por clasificarlas en dos grupos: formas activas y pasivas. Las primeras
aluden al crecimiento y desarrollo personal, que permiten darle un significado
a la vejez. Aquellas actividades que son libremente elegidas y que logran la
mayor satisfacción y plenitud. También pueden ser caracterizadas como aquellas
actividades que son dinámicas y tienden a realizarse fuera de la casa, como
hacer deporte, viajar, concurrir a reuniones sociales, etc. Las segundas, las
formas pasivas en contraposición se refieren a la distracción, el recreo, el
mero descanso, viendo la televisión u oyendo la radio, por ejemplo. No obstante
vale aclarar que la elección entre formas activas o pasivas de experimentar el
tiempo libre, no dependen únicamente de la voluntad del individuo, sino también
de factores externos al mismo. En consecuencia el tipo de actividades del ocio
se ponen en juego múltiples factores como: antecedentes personales, apoyo
familiar, grupos de relación, oportunidades reales, clase social, estatus
familiar, experiencias previas, lugar de residencia, formación y preferencias
personales.
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