lunes, 25 de octubre de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR (41)


MAS SOBRE EL MODELO DE DECLIVE O VISIÓN NEGATIVA DEL ENVEJECIMIENTO (I PARTE)

Hace unos años los valores de la sabiduría, la experiencia, la ternura, la tranquilidad, la serenidad vital constituían baluartes de la gente mayor.

Hoy día se valora mucho mas lo eficiente, competitivo, rentable, útil, productivo o exitoso. Todo aquellos que se mueve alrededor de la juventud - belleza - salud, rechazando lo viejo, enfermo o estéticamente desagradable y mas aun si supone una carga o un estorbo social

Ante las expectativas de evolución del envejecimiento en el siglo XXI, es conveniente, poner de relieve como punto de referencia, el modelo de declive, con una visión negativa del mismo.

Desde el punto de vista sociológico el modelo en declive se explica por la teoría de la desvinculación, desenganche o retraimiento. Ya dijimos en un espacio anterior que dicha teoría tiene como base la toma de conciencia de la temporalidad de la vida, que hace que la persona mayor se reorganice sus proyectos en función del tiempo que le queda por vivir.

Al respecto del modelo de declive podemos señalar algunos otras cuestiones:

Unas hacen referencia a los distintos significados culturales que tiene el concepto de “viejo” en muchos de los diccionarios contemporáneos. Haciendo un discreto recorrido por alguno de ellos, encontramos, referidos a la vejez, expresiones tales como: añoso, decrépito,, caduco, senil,, maduro, antiguo, arcaico,, añejo,, desusado,, rancio, vetusto, primitivo, deslucido, estropeado, acabado, pasado de moda, acartonado, avejentado , centenario, longevo.

Por otro lado, en el imaginario social, el término viejo sigue siendo sinónimo de pobreza, enfermedad, abandono, soledad, marginación, aburrimiento, melancolía, carga social y otros males. Una imagen deformada, negativamente estereotipada, consecuencia del tipo de sociedad en la que vivimos, basada sobre la productividad y el consumo, teniendo sobre las personas mayores una serie de creencias

Otra cuestión referida al modelo de declive es el denominado ageismo o etaismo, como : conjunto de valores o mejor contravalores y actitudes peyorativas que vienen a marginar y excluir en todos los órdenes de la vida social a la persona mayor, con la creencia de:

- Que el envejecimiento comienza a los sesenta y cinco años, edad de jubilación.

- Que las personas mayores se hallan muy limitadas en sus aptitudes biológicas, psicológicas y sociales,

- Ven disminuida su inteligencia, con pérdida global de memoria, sin motivación para aprender.
- - Marginados, con escasa capacidad de relación, perdiendo interés vital, produciéndose una apatía emocional y un aislamiento progresivo.

Por tomar ejemplos, estos rasgos se ven reflejados en una serie de artículos publicados en un número Monográfico de EL PAIS- 30 DE NOVIEMBRE DE 1989 - dedicado a la problemática de las personas mayores, en donde se podían leer titulares en los siguientes términos: “La condena de la vejez”; “Desgracia y sabiduría”; “Despertar del letargo”; “Privados de razón”; “Ancianidad y postergación social”; “La noche de los muertos vivientes”.

ARISTOTELES decía que “el joven es una persona con poca historia y mucha esperanza” y el viejo, “persona con mucha historia y poca esperanza”.

En 1975, aparece el término senilismo o discriminación por edad. En 1980, la palabra “gerontofobia”, es utilizada para expresar el miedo de las personas a hacerse viejas y el aborrecimiento irracional a las personas mayores por parte de la sociedad:

“La persona mayor es un joven disminuido al perder facultades y capacidad de decisión y elasticidad”. Para los jóvenes ser mayor es un “mal degenerativo que no tiene cura”; y para el mayor, la juventud es “una enfermedad que se cura con el tiempo”.

Los rasgos más significativos de los estereotipos negativos sobre las personas mayores es considerarlas como una patología que conlleva necesariamente pérdida de salud; pérdida de inteligencia y de capacidad.

En definitiva el envejecimiento según el modelo tradicional o de declive, lleva consigo una crisis de identidad, produce inquietud, angustia, desconcierto, aparece el aguijón de la soledad, del aburrimiento, de la rutina y la temida depresión. Todo, consecuencia del encuentro con las pérdidas y los cambios.

¿Se sigue conservan en la sociedad esta visión negativa de las personas mayores?. De ello nos ocuparemos en programas sucesivos cuando tratemos el tema de la revolución de las expectativas de las personas mayores, poniendo de manifiesto el modelo del envejecimiento activo

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