lunes, 27 de julio de 2015

LA VENTANA DEL MAYOR (225)

NUEVOS VINOS PARA NUEVOS ODRES (I DE II)

Ramón Menéndez Pidal  en 1959, escribía cuando ya tenía 90 años, lo siguiente: ”No debemos empezar pronto la senectud, sino al contrario, rebelarnos contra ella en todo lo que la rebeldía puede ser sensata, no dejando decaer la actividad vital, no dejando caer el amor a las obras comenzadas en la juventud, dando calor a las ilusiones de razonable esperanza” Por su parte  Gregorio Marañón, también en  1959, a sus  72 años, nos dejo la siguiente reflexión “Vivir no es solo existir... sino existir y crear, saber  gozar y sufrir, y no dormir sin soñar...descansar es empezar a morir

Pero ante esta manera de pensar con respeto al envejecimiento, esta el enfoque de marginación social de la persona mayor portador del síndrome del estorbo y de la soledad.  ¿Pero que se ha creído este viejo? Que se vaya de una vez y que nos deje en paz. O más piadosamente: lo que tienes que hacer es irte a casa y darte a la buena vida. Hala a pasear, a leer, a oír música, a jugar la partida, a ver la televisión Tachamos al viejo, lo eliminamos de nuestra vista, lo situamos allá en donde no moleste, porque previamente, lo hemos reducido a una nada. 


Sigue operando la vieja mentalidad. García Añoveros, catedrático que fue de la Universidad de Sevilla y Ministro de Hacienda, ya fallecido decía: “Es  cosa rara  que esta sociedad se esfuerce, por un lado, en alarga la vida de la gente en las mejores condiciones físicas y mentales, y en hundirlas, simultáneamente en condiciones ciudadana de inferioridad. Es como prepararla para una carrera en la que se le prohibe participar”

En esta línea nos ha parecido interesante dar a conocer las aportaciones al 8º Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores – CEOMA – celebrado el 23 de Abril de 2007, y entre ellas la de una ponencia en la que se recoge “la necesidad de adaptación de las personas mayores a una sociedad en proceso de cambio·: ODRES NUEVOS PARA VINOS NUEVOS Se ha escrito que no debe echarse el vino nuevo en odres viejos. Las nuevas generaciones de personas que se están incorporando al sector poblacional de los mayores habrá que tratarlas consecuentemente, en odres nuevos. ( continuara )

domingo, 12 de julio de 2015

LA VENTANA DEL MAYOR (224)

LA EDUCACIÓN COMO FACTOR DE CAMBIO EN EL PROCESO EDUCATIVO (y II)

 Los modelos tradicionales para envejecer ya no se llevan y si se los toma, dejan totalmente marginados a las personas mayores. No solo se admite, desde el plano educativo que las personas mayores ya tienen su propia experiencia y conocimientos acumulados, sino también se reconoce en ellas la capacidad de continuar desarrollando su potencial para crear nuevas condiciones. 

Cuando se trata de vincular educación y persona mayor, se piensa que ésta es difícilmente educable y poco susceptible de adquirir nuevos conocimientos, por el declive de su capacidad intelectual. Sin embargo investigaciones recientes indican que el descenso de la capacidad intelectual de las personas mayores no se produce en función de la edad cronológica, sino en función de las influencias del ambiente o individuales. Y que   la pérdida de memoria es evitable. Se posee capacidad de recordar en cualquier edad, si se ejercita y sigue unas reglas elementales para aplicarla. En cuanto a la capacidad de aprendizaje,  se acepta que la asimilación de nuevos conocimientos, aptitudes y hábitos, puede tener lugar a cualquier edad, modificándose únicamente la velocidad de asimilación

Nos encontramos con un colectivo heterogéneo, con distintas actitudes frente al envejecimiento y con distintas posturas ante la educación. Si la actitud ante el envejecimiento es de rechazo, al considerar que las personas mayores no tienen una proyección para el futuro, la educación no juega ningún papel. De una persona mayor nada puede esperarse. Si la actitud ante el envejecimiento es participativa, la educación de las personas mayores se concibe una actividad que se ofrece y consume para mantenerlas ocupadas y entretenidas, sin mas, en su tiempo desocupado o de ocio, que es mucho. Tenemos la educación bajo un prisma consumista. Si ante el envejecimiento se tiene una actitud de autorrealización, con espíritu creativo, la educación hace posible que las personas mayores vivan en contacto con la corriente general de la sociedad, preparándolas para el cambio. La inteligencia todavía es moldeable. 

Los contenidos de los programas educativos dirigidos a personas mayores han de responder a cuatro situaciones: Tener un carácter sustitutivo de la educación primaria/básica para las personas mayores que no han podido realizarla en su momento. Tener un carácter complementario de la educación básica  y profesional Tener un carácter prolongación para hacer frente a las exigencias de un nuevo ambiente – preparación para el tiempo actual. Tener un carácter perfectivo, para los que ya poseen una educación de alto nivel

La formación para las personas mayores es un instrumento imprescindible para dar nobleza a su tiempo de ocio Y ello por las siguientes razones: Permite permanecer activos intelectualmente, sin descuidar las facultades mentales; el aprender, proporciona una beneficiosa sensación de satisfacción personal y confianza en uno mismo;  facilita la relación con personas de la misma edad, con inquietudes, problemas o aficiones similares; ayuda a vencer la depresión y a seguir activos, ya que obliga a salir de casa, ir al centro formativo , intervenir en clase...; posibilita un mayor acercamiento a los jóvenes, con quienes se pueden mantener conversaciones sobre informática, literatura... permitiendo un enriquecedor intercambio de conocimientos, atractivo para ambas partes.; mejora la forma física, ya que en muchos centros también se imparten clases de educación física especializada y bajo supervisión médica. 

La sociedad todavía no ofrece  suficientes propuestas para llenar los momentos de ocio de ese periodo de la vida y da la espalda a la realidad, a pesar de que dentro de 30 años la mitad de la población de este país estará jubilada o en vísperas de hacerlo. A esto se le añade el aumento de la esperanza de vida, situada en los 80 años, con lo que tras el retiro laboral quedan todavía muchos años en los que disfrutar con actividades distintas a cuidar de los nietos o pasear.